El ayuno que derrota al diablo 14/3/2021 #1135
Episode 138, Mar 15, 2021, 12:20 PM
Pastor José Luis Cinalli
14/3/2021
14/3/2021
El ayuno que derrota al diablo
“… Nunca me valgo de planes ni métodos humanos para ganar mis batallas. Para destruir las fortalezas del mal, no empleo armas humanas, sino las invencibles armas del todopoderoso Dios…”, 2ª Corintios 10:3-4 (NT-BAD).
El apóstol Pablo ganaba todas las batallas que peleaba. ¿Cuál era su secreto? Identificaba el origen de su problema y lo enfrentaba con el recurso correcto. Si la causa del problema era espiritual entonces no usaba armas humanas sino las invencibles armas de la fe, la oración y el ayuno. Sigamos su ejemplo. Si el origen de nuestra enfermedad es una bacteria debemos atacarla con antibióticos. En este caso el médico es la persona correcta para ayunarnos a ganar esa batalla. Pero si la causa del problema es espiritual entonces las armas humanas no nos servirán. No podemos reprender el dolor de muelas como si fuera un demonio. El dolor se va el día que visitamos al dentista. De la misma manera no podemos tratar con medicamentos y consejos terapéuticos las fortalezas espirituales. Si el problema es espiritual debemos utilizar armas espirituales. Pero no cualquier arma sino el arma correcta. Aquí radica la sabiduría. Para destruir las fuerzas del mal no alcanza con recitarles de memoria un versículo bíblico y mucho menos mostrándoles una cruz. Incluso más, existen demonios tan porfiados que no salen ni siquiera mencionándoles el nombre de Jesús. En esos casos hay que ayunar. El ayuno combinado con la oración derrota al diablo. Si tu matrimonio está atado a una fortaleza espiritual no puedes destruirla con algunos consejitos pastorales. Tienes que orar y ayunar. ¡Cuánto tiempo hemos perdido desconociendo esta herramienta poderosa! Hoy en día sabemos que la mayoría de los problemas matrimoniales no se solucionan con cartitas de amor o minis lunas de miel. Lo mismo sucede con las ataduras sexuales, no se solucionan en el diván o en el consultorio; muchos menos leyendo un libro. Diagnosticar bien el problema es una parte de la solución, pero si queremos la victoria total debemos prescribir bien el tratamiento. Si no utilizamos el recurso correcto perderemos muchas de las batallas que enfrentemos.
¿Recuerdas el incidente en el que los discípulos no pudieron liberar al niño endemoniado? El demonio que trataban de expulsar se les reía en la cara, Mateo 17:16. ¿Por qué? Porque no sabían cómo enfrentarlo. El arma correcta era el ayuno. El diablo se friega las manos y se despanzurra de risa al ver cuán poco discernimiento espiritual tenemos. Recorremos médicos, visitamos terapeutas y nos empastillamos tratando de solucionar problemas espirituales. Si la causa del sufrimiento es espiritual debes tratarlo espiritualmente. La medicina trata los problemas del cuerpo, no del espíritu. No podemos echar fuera los demonios con una pastillita. Si quieres desatar nudos, romper yugos y quebrantar fortalezas deberás utilizar las indestructibles armas con las que Pablo ganaba todas sus batallas espirituales. Combina fe, oración y ayuno y nada será imposible para ti. ¿Recuerdas la historia de Jueces 19? Un levita y su concubina regresaban de un largo viaje y decidieron pasar la noche en una ciudad llamada Gabaa. Un anciano los hospedó en su casa y mientras cenaban algo tenebroso sucedió: “Los hombres de aquella ciudad, hombres hijos de Belial, rodearon la casa… diciendo… —Saca al hombre que tienes en tu casa, queremos tener relaciones sexuales con él”, Jueces 19:22 (RVG y PDT). Los hombres de aquella ciudad querían satisfacer sus deseos homosexuales violando al levita. El pueblo estaba poseído por una fortaleza sexual demoníaca difícil de romper. Los israelitas obtuvieron la victoria el día en que enfrentaron semejante fortaleza de maldad con el armamento adecuado. Mientras peleaban con los recursos espirituales del acuerdo, la comunión, la oración y la humillación no pudieron vencer. Pero el día en que agregaron ayuno sí lo hicieron, Jueces 20:26-35. El ayuno rompe el poder de las tinieblas y desata el poder de Dios.
No hace falta ser un doctor en teología para darse cuenta de que existe una fuerza malvada detrás de la desintegración familiar que vive la sociedad hoy en día. ¿Cómo es posible que aquellos que se juraron fidelidad y amor eterno estén odiándose y separándose a los pocos meses? ¿Has visto cómo se desconocen las parejas? No es natural que desacuerdos tontos produzcan grandes discusiones. Una sola palabra mal dicha ya es suficiente para desatar una guerra intergaláctica. Ni hablar de los adolescentes y jóvenes. La droga, el libertinaje sexual y la rebeldía los dominan. Es indudable que nuestro enemigo es espiritual. No ganaremos esta batalla con recursos humanos sino con las invencibles armas de la oración y el ayuno. Pero, ¿quién ayuna hoy en día por su familia? ¿Ayunaste alguna vez por tu matrimonio? ¿Y por tus hijos? No es de extrañar entonces que estemos perdiendo la batalla. La Biblia asegura que el ayuno es un instrumento de liberación no de opresión: “… El ayuno que me agrada es romper las cadenas…, desatar las amarras del yugo, dejar libres a los oprimidos, romper toda clase de yugo… y deshacer los nudos de… maldad”, Isaías 58:6 (BLA y NBJ). El ayuno es el recurso establecido por Dios para liberar a las familias de las garras del diablo. Hemos probado de todo y nada nos da resultado. Lloramos, nos lamentamos y nos sentimos culpables e impotentes. Oramos y nos esforzamos por creer pero nuestras familias siguen en tinieblas. ¿Qué haremos? ¡Ayunar! Las cadenas que atan a los oprimidos por el diablo serán invisibles pero no son invencibles. Las únicas armas indestructibles son la oración y ayuno. ¡Utilízalas para desatar a tu familia!
¿Es posible que una familia esté atada espiritualmente a una fuerza malvada? Claro que sí. Una persona pudo haber sido perdonada de todos su pecados pero aun así no estar liberada totalmente. Perdonada, salvada pero no liberada. La Biblia cuenta la historia de Simón, un hombre que deseaba comprar el poder que tenían los apóstoles para impartir el Espíritu Santo, Hechos 8:9-24. Simón era creyente convertido y nacido de nuevo: “… Simón creyó y, una vez bautizado, ni por un momento se apartaba de Felipe…”, Hechos 8:13 (BLPH). Simón tenía las mismas credenciales de los convertidos en el día de Pentecostés: fe, bautismo y perseverancia: “Los que creyeron… se bautizaron y se unieron a los demás creyentes que se congregaban regularmente…”, Hechos 2:41-42 (NT-BAD). Cuando Pedro le dijo a Simón: “No tienes tú parte ni suerte en este asunto…” (Hechos 8:21) no se estaba refiriendo a la salvación sino al poder de imponer sus manos sobre los creyentes. Fue en “este asunto”, es decir en el don que deseaba, el motivo para quererlo y los medios que utilizó para adquirirlos, que su corazón no era recto. Pedro no lo exhortó a que se arrepintiera de todos sus pecados sino de “este pecado”, Hechos 8:22 (Castillian). ¿Cómo fue que Simón llegó a esta ligadura de maldad? Antes de su conversión había pactado con los poderes de las tinieblas por medio de magia negra. Nadie que haya incursionado en el espiritismo, curanderismo, brujería o en la adivinación puede salir fácilmente por sí mismo de las garras de Satanás. Simón tenía restos de esa vieja vida, de la que necesitaba liberarse. ¿Cuántos cristianos hoy en día están como él? Son perdonados, pero no están liberados. Cuántas familias son cristianas, pero están atadas. El mensaje de Cristo no era solo perdón de los pecados. Él mismo dijo: “El Espíritu del Señor… me ha ungido… para… pregonar libertad a los cautivos… y a poner en libertad a los oprimidos”, Lucas 4:18. Y eso fue lo que hizo durante todo su ministerio: “… Anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo…”, Hechos 10:38. Cuando Jesús fue confrontado con un hombre endemoniado no le dijo: “tus pecados te son perdonados” sino que con una palabra echó fuera al demonio, Mateo 9:33. Cuando Jesús se encontró en la sinagoga con una mujer encorvada y atada por Satanás no le dijo: “tu fe te ha salvado” sino que puso sus manos sobre ella y le dijo: “Mujer, has sido liberada…”, Lucas 13:12 (Kadosh). Jesús “expulsaba a los espíritus malignos… y sanaba a… los enfermos”, Mateo 8:16 (NTV). ¿Lo ves? A los endemoniados no los sanaba sino que los liberaba y a los enfermos no los liberaba sino que los sanaba. Jesús utilizaba el arma correcta para enfrentarse con el enemigo.1 ¡Qué diferencia con nosotros que mandamos a los endemoniados al psiquiatra! Cuando la raíz del problema es satánico el médico no puede hacer nada.
Satanás es un enemigo porfiado y no soltará sus garras de nuestra familia a menos que se vea forzado a hacerlo. El ayuno y la oración ejercen esa presión espiritual hasta que el diablo se ve forzado a dejar su presa. El ayuno es el medio señalado por Dios para soltarnos de las ligaduras de maldad. Nos da la autoridad para pronunciar la palabra de orden que obrará la liberación definitiva. Responde ahora con sinceridad: ¿Has incursionado en el mundo del ocultismo? Necesitas liberación. Los problemas matrimoniales o familiares ¿se han vuelto imposibles de resolver? Necesitas ayunar. Ora y ayuna hasta que las amarras del infierno se rompan. El ayuno de tres días parece ser muy efectivo en estos casos. No es una ley pero existe evidencia bíblica de que es muy eficaz. ¿Te acuerdas del ayuno convocado por Ester? El rey, que simboliza a Satanás, había decretado muerte contra los hijos de Dios. Sin embargo obtuvieron la victoria. ¿Cómo? Ayunando. Si un ayuno de tres días terminó con el decreto de muerte de toda una nación parece lógico pensar que también terminará con el reinado de las tinieblas en la vida de una familia. El antiguo remedio bíblico para ganar batallas imposibles está a tu disposición. ¡Ayuna!