El ayuno te desliga del diablo y te liga a Dios 05/08/18 (#999)
Pastor José Luis Cinalli - 05/8/2018
El ayuno: te desliga del diablo y te liga a Dios
“Estas son las palabras postreras de David…: los hijos de Belial serán todos ellos arrancados como espinos, los cuales nadie toma con la mano; sino que el que quiere tocarlos, se arma de hierro y de asta de lanza, y son del todo quemados en su lugar”, 2º Samuel 23:6-7 (SRV2004).
En sus últimos días David nos revela uno de los más grandes secretos espirituales que haya aprendido en su vida. Bien podría haber hablado de estrategias militares o de cómo componer canciones. Podría haberse referido a los nefastos efectos que produce el adulterio o a su excepcional relación con Dios. Sin embargo, prefirió desempolvar de su cofre de experiencias personales la manera en la que debemos luchar una batalla espiritual. David nos asegura que sin el armamento adecuado no tenemos ninguna posibilidad contra los poderes de las tinieblas. Utiliza una imagen muy gráfica al decirnos que los hijos de Belial son como espinas que no puedes tomarlas con las manos sin sufrir las consecuencias. Para tener éxito hay que armarse con hierro y con asta de lanza. En otras palabras, solo con el armamento adecuado se destruyen las fortalezas satánicas.
¿Recuerdas la historia de Jueces 20? Los israelitas obtuvieron la victoria después de haber descubierto el secreto que David acaba de revelarnos. Mientras pelearon con los recursos espirituales del acuerdo, la comunión, la oración y la humillación no pudieron vencer al enemigo. ¿Por qué? Porque aquel pueblo estaba poseído por una fortaleza sexual demoníaca difícil de romper. La Biblia dice que eran hijos de Belial, Jueces 19:22 (RVG) y según David era necesario un armamento espiritual adecuado para enfrentarlos. El ayuno es ese armamento. Cuando empuñaron esa arma ganaron la batalla: “Subieron… todo el pueblo, y fueron a la casa de Dios. Lloraron, se sentaron allí en presencia de Jehová, ayunaron aquel día hasta la noche y ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz…”, Jueces 20:26 (DHH). No se puede salir a pelear una batalla importante sin ayunar. No esperes proyectarte, expandir tu negocio, hacer crecer tu ministerio o romper con una maldición sin poner tras ese esfuerzo días de ayuno. El ayuno rompe con los poderes de las tinieblas y desata el poder de Dios.
Estoy convencido que el ayuno y la oración son las armas más poderosas que tenemos para enfrentar fortalezas demoníacas. En 1º Reyes 19 la Biblia dice que después que Elías mató a los profetas de Baal, Jezabel le envió un mensaje amenazándolo de muerte. Esa mujer sí que representaba una fortaleza espiritual muy fuerte. Elías huye al desierto deseando morir. Un ángel lo reconfortó y Elías caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar a Horeb el monte de Dios. Ayunó todo ese tiempo y cuando volvió del desierto lo hizo con todo el poder para enfrentar nuevamente a Jezabel. Al desierto se fue totalmente derrotado pero del desierto volvió lleno del poder de Dios para enfrentar con juicio a la casa de Acab. Los cuarenta días de ayuno le trajeron una nueva unción ministerial al punto que ni la muerte pudo con él, pues Dios se lo llevó vivo en un carro de fuego. Es un hecho de que todos necesitamos entrar en ayuno y alcanzar el monte de Dios para obtener esa nueva unción que produzca plenitud espiritual y una gran cosecha para Dios.
¡Qué poderoso es el ayuno! No hay algo que se le compare. Cuando se lo une a la oración no existen ataduras que no se rompan, ni maldiciones que no se sequen ni fortalezas demoníacas que no sean destruidas. Sin embargo, en algunas ocasiones el ayuno no funciona. No solo eso. Si lo tomamos a la ligera, es decir para dar una apariencia de piedad pero sin el deseo de mejorar nuestros caminos a fin de honrar a Dios, cuando solo pensamos en nuestro propio beneficio y sin que Dios pase a ocupar un lugar bien diferente del que está ocupando podría atraer juicio sobre nuestras vidas: “El día de ayuno lo pasan en disputas y peleas y dando golpes criminales con los puños. Un día de ayuno así, no puede lograr que yo escuche sus oraciones”, Isaías 58:4 (DHH). El ayuno es poderoso pero si lo practicamos descuidadamente podría ser un búmeran que terminaría golpeándonos directamente en la cabeza. Esto es muy parecido a lo que sucede con los medicamentos. Algunos son realmente asombrosos pero si se los ingiere con otros sin tener en cuenta sus interacciones, podrían ser fatales. Eso es lo que sucede cuando ayunamos en pecado. Cuando tratas de unir el pecado con el ayuno los efectos pueden ser catastróficos. ¿No lo crees? Veamos dos ejemplos bíblicos.
Jezabel proclamó un ayuno nacional: “Escribió algunas cartas como si fueran de Acab… entonces se las mandó a los ancianos líderes… que vivían en… Nabot. En la carta ella escribió: “Anuncien que habrá una reunión para proclamar un día de ayuno… Busquen algunos sinvergüenzas que estén dispuestos a decir que Nabot habló en contra del rey y en contra de Dios. Entonces sáquenlo de la reunión y mátenlo a pedradas”, 1º Reyes 21:8-10 (PDT). ¿Por qué hizo eso Jezabel? Porque su caprichoso esposo quería comprar un terreno que Nabot no que le quería vender. Y no quería vender no porque fuera desleal con el rey sino por obediencia a la ley de Moisés que establecía que la familia y la parcela de tierra que heredaba eran inseparables, Levítico 25:25-28. La perversa Jezabel ideó un plan para matar a Nabot y quedarse con sus tierras. Y lo hizo proclamando un ayuno nacional. Su único propósito era quedarse injustamente con la propiedad de Nabot. Jezabel sabe que el ayuno es poderoso y lo quiso usar para dar una falsa apariencia de piedad, pero lo que sucedió inmediatamente después con ella y su esposo es una seria advertencia para aquellos que quieren utilizar el ayuno mientras están en pie de guerra con Dios. Ayunar sin querer ordenar nuestras cuentas con Dios es peligrosísimo porque acelera su juicio sobre nuestras vidas: “El SEÑOR dijo a Elías: “Ve a encontrarte con el rey Acab… estará… en el viñedo de Nabot, adueñándose de él. Dale el siguiente mensaje: “… ¿No te bastó con matar a Nabot? ¿También tienes que robarle? Por lo que has hecho, ¡los perros lamerán tu sangre en el mismo lugar donde lamieron la sangre de Nabot!”… En cuanto a Jezabel, el SEÑOR dice: “Los perros se comerán el cuerpo de Jezabel en la parcela de Jezreel’”, 1º Reyes 21:17-23 (NTV). Es asombroso. En el mismo momento en que Acab estaba tomando posesión de la tierra que había robado, Dios envió a Elías con un mensaje de juicio. Lo que estuvo demorado por años (porque Acab y Jezabel eran perversos y habían cometido muchos pecados) se aceleró cuando tomaron el ayuno como un medio para encubrir su maldad. Ni el ayuno, ni ninguna otra disciplina espiritual funciona cuando estamos en pecado: “El Señor dice… “ahora voy a acordarme de sus pecados y a pedirle cuenta de ellos… por mucho que ayune, no escucharé sus súplicas; por muchos holocaustos y ofrendas… que me traiga, no lo miraré con agrado. Voy a destruirlo con guerra, hambre y peste”, Jeremías 14:10-12 (DHH).
El otro caso es el del rey Joacim. Esto ocurrió tiempo antes de que Babilonia tomara a Judá en cautiverio. Ante una crisis o emergencia nacional a menudo se convocaba a un día de ayuno nacional. La gente se abstenía de comer y venía al templo para mostrar humildad y arrepentirse de sus pecados. Babilonia iba destruyendo ciudad tras ciudad y se acercaba a Jerusalén. Baruc, enviado por Jeremías, le dijo al pueblo cómo podían prevenir la tragedia inminente: “Jeremías le dijo a Baruc: “Estoy preso aquí y no puedo ir al templo. Así que en el próximo día de ayuno ve al templo y lee los mensajes de parte del SEÑOR… Léelos para que la gente de todo Judá… los escuche. Quizá se aparten de sus malos caminos y antes de que sea demasiado tarde le pidan al SEÑOR que los perdone. Pues el SEÑOR los ha amenazado con su terrible enojo”, Jeremías 36:5-7 (NTV). Sin embargo el pueblo se negó a escuchar: “Ni el rey ni sus asistentes mostraron ninguna señal de temor o arrepentimiento ante lo que habían oído”, Jeremías 36:24 (NTV). ¿Qué sucedió entonces? Se aceleró el juicio divino: “Esto dice el SEÑOR acerca del rey Joacim de Judá: el rey no tendrá herederos que se sienten en el trono… Su cadáver será echado a la intemperie y permanecerá sin enterrar, expuesto al calor del día y a las heladas de la noche. Lo castigaré a él, a su familia y a sus ayudantes por sus pecados. Derramaré sobre ellos y sobre la gente de Jerusalén y de Judá todas las calamidades que prometí, porque no hicieron caso a mis advertencias”, Jeremías 36:30-31 (NTV).
Todos estos pasajes nos enseñan que el hombre puede llegar a un grado de maldad tan extremo que ni el ayuno pueda ayudarlo. Al contrario, el ayuno podría precipitar el juicio de Dios. El ayuno es cosa seria. Si mientras ayunamos nos arrepentimos de nuestros pecados y nos volvemos de nuestros malos caminos Dios es capaz de levantar un juicio como lo hizo con el pueblo de Nínive. Pero si persistimos en sacudir el ramo en las narices de Dios (Ezequiel 8:17), es decir tentarlo haciendo a propósito lo que sabemos que lo ofende su paciencia se terminará. Cuando endurecemos nuestro corazón una y otra vez a la paciente misericordia y al sublime perdón del Señor llega un día no queda más opción que la debacle y ni el ayuno podrá salvarnos.