Si la vida es un viaje, quiero que Dios sea mi guía 23/09/18 (#1006)
Pastor José Luis Cinalli - 23/09/2018
Si la vida es un viaje, quiero que Dios sea mi guía
“Ocúpate en leer, predicar y enseñar las Escrituras a la iglesia”, 1ª Timoteo 4:13 (NT BAD).
El que desea tener una vida espiritual saludable debe incluir en su dieta una buena porción de la Palabra de Dios. Seamos sinceros en reconocer que pasamos muy poco tiempo leyendo y meditando en las Escrituras. Un bromista dijo que si los creyentes que descuidan sus Biblias las abrieran simultáneamente tendríamos la peor tormenta de polvo de la historia.
1. Debemos escuchar la Palabra de Dios. “Dios bendice… a todos los que escuchan el mensaje y obedecen lo que dice…”, Apocalipsis 1:3 (NTV). “Qué afortunados son los que escuchan la palabra de Dios y la obedecen”, Lucas 11:28 (PDT). “Vengan a mí con los oídos bien abiertos. Escuchen, y encontrarán vida…”, Isaías 55:3 (NTV). Escuchar Palabra de Dios aumenta nuestra fe: “Así que la fe viene por oír… la Buena Noticia acerca de Cristo”, Romanos 10:17 (NTV). La fe que necesitamos para ser salvos viene de escuchar la Palabra de Dios pero también es un hecho que gran parte de la fe que necesitamos para la vida cotidiana después de la conversión proviene de escuchar el mensaje de la Biblia. ¿No crees que deberíamos ayunar de tantas noticias desalentadoras que lo único que hacen es debilitar nuestra confianza en el Señor? ¿No crees que necesitamos limpiar nuestro face y revisar el círculo íntimo? ¿Por qué crees que Elisabeth se escondió cuando quedó embarazada? ¿Por qué crees que Dios les prohibió a los israelitas hablar mientras daban vueltas a la ciudad de Jericó? Las palabras negativas te hunden en la incredulidad. ¡Un entorno tóxico podría hacerte perder muchos milagros!
La sabiduría que necesitamos para tomar decisiones no viene por escuchar los noticieros o las proyecciones económicas mundiales sino por escuchar Palabra de Dios: “A los que escuchan mis enseñanzas se les dará más entendimiento…”, Lucas 8:18 (NTV). Debemos evitar todo tiempo de distracciones cuando escuchamos la Palabra de Dios porque existe una verdadera guerra espiritual cuando se la predica. El diablo buscará neutralizar su influencia transformadora, incluso nos hará creer que escuchar canciones cristianas es lo mismo que escuchar la Palabra de Dios. Y con esto no digo que esté mal llenar nuestro entorno de adoración pero advierto cierto desbalance en nuestra dieta saturada de música pero de muy poca oración y lectura bíblica. No encontrarás en la Biblia un pasaje que diga: “que afortunados son aquellos que escuchan música cristiana” pero si aquel que dice: “Qué afortunados son los que escuchan la palabra de Dios y la obedecen”, Lucas 11:28 (PDT). No reemplaces tus tiempos de oración con canciones que movilizan tus emociones pero que no siempre te edifican el espíritu.
El lugar más frecuente para escuchar Palabra de Dios es la iglesia, de ahí la imperiosa necesidad que tenemos de congregarnos regularmente en un lugar donde se la predique fielmente. Ahora bien, el hecho de que en un púlpito se exhiba una Biblia no significa que allí se la crea o se la obedezca. Hay quienes se jactan de ser predicadores de la Palabra pero solo de aquellos temas o pasajes que no tienen ninguna relevancia en la vida espiritual de las personas. Temas relevantes pero controversiales o que pongan en riesgo la reputación de la institución no son predicados. Innumerables pasajes de las Escrituras están proscriptos especialmente aquellos que hablan de la santidad y la obediencia a Dios. Nunca se denuncia el pecado y nunca se guía a la iglesia a conocer y depender de Dios. Recordemos las palabras del Señor:“Que mis verdaderos mensajeros proclamen todas mis palabras con fidelidad”, Jeremías 23:28 (NTV). Te animo a participar de los servicios de la iglesia y a revivir los mensajes semanales en tu propia casa. Te aseguro que tu vida espiritual no será la misma y que tu fe se disparará más que el dólar.
Permíteme un comentario breve acerca de la disposición necesaria para escuchar la Palabra de Dios. Entramos al lugar de la oración tan descuidadamente como si entráramos a una cancha. No hay reverencia ni por Dios ni por su Palabra. ¿No crees que llegar al culto a cualquier hora no es una deshonra para Dios? ¿Qué mensaje le damos al Señor sabiendo que la persona más importante es la última en llegar? ¿Y qué me dices del trato cariñoso que tenemos con el celular? A menos que estés esperando una llamada urgente o estés leyendo la Biblia, ¿no crees que enviar mensajitos, consultar el google o contestar el teléfono mientras adoramos a Dios o escuchamos su Palabra es una verdadera deshonra al Señor?
2. Debemos leer la Palabra de Dios. “Leerán este libro de instrucción a todo el pueblo… Convoquen a todos, hombres, mujeres, niños y los extranjeros… para que oigan lo que dice el libro de instrucción y aprendan a temer al SEÑOR su Dios…”, Deuteronomio 31:11-12 (NTV). Pablo dijo: “Les ordeno… que lean esta carta a todos los cristianos”, 1ª Tesalonicenses 5:27 (NT BAD). “Dios bendice al que lee a la iglesia las palabras de esta profecía…”, Apocalipsis 1:3 (NTV). ¿Con qué frecuencia deberíamos leer las Escrituras? Mi respuesta es: ¿con qué frecuencia tienes tentaciones, problemas y dificultades? ¿Con qué frecuencia necesitas dirección, sabiduría, guía y ánimo? ¿Cada cuánto necesitas ver el rostro de Dios, escuchar su voz, sentirlo y conocer su poder? La respuesta a todas estas preguntas es la misma: ¡Todos los días! Moody dijo: “El hombre no puede tomar una provisión de gracia para el futuro, así como no puede comer lo suficiente para los próximos seis meses o guardar aire suficiente en sus pulmones en una sola vez para vivir durante una semana. Día a día debemos recurrir a la inagotable reserva de la gracia de Dios”. Si utilizas quince minutos todos los días para leer la Biblia podrás leerla enteramente en menos de un año. Perfectamente viable, ¿no es cierto?
Un llamado de atención para aquellos padres que no reconocen todavía la gran misión que tienen de hacer que sus hijos conozcan a Dios. Deberían imitar a Jesús cuya prioridad fue que sus hijos, como llamaba a sus discípulos (Hebreos 2:11-13), aprendieran a depender de Dios, Juan 17:12. El gran secreto para no sufrir ninguna pérdida es ‘empujarlos’ para que desarrollen una relación de amor y amistad con Dios desde que son bien pequeños: “Dirige a tus hijos por el camino correcto, y cuando sean mayores, no lo abandonarán”, Proverbios 22:6 (NTV). Existen muchos ejemplos en las Escrituras de padres piadosos que asumieron esa responsabilidad y cuyos hijos han sido una enorme bendición para la toda la humanidad. Pensemos solo en Jocabed, la madre de Moisés, en Zacarías y Elisabeth los padres de Juan el Bautista y en Eunice la madre de Timoteo, 2ª Timoteo 3:15.
3. Debemos estudiar la Palabra de Dios. “Escudriñad las Escrituras”, Juan 5:39. Esdras estudiaba las Escrituras: “Esdras se dedicaba a estudiar la ley del Señor, a ponerla en práctica y a enseñar a los israelitas sus leyes y mandatos”, Esdras 7:10 (PDT). También lo hacían los creyentes de Berea:“Estudiaban las Escrituras todos los días porque querían saber si lo que Pablo y Silas decían era verdad…”, Hechos 17:11- (PDT). El caso más significativo es el de Pablo que aun siendo anciano y a punto de partir seguía estudiando las Escrituras: “Cuando vengas, no te olvides de traer el abrigo que dejé con Carpo en Troas. Tráeme también mis libros y especialmente mis pergaminos”, 2ª Timoteo 4:13 (NTV). Pablo está en la cárcel escribiendo el último capítulo de la última carta del Nuevo Testamento y le pide a Timoteo que le traiga sus libros y pergaminos que incluían sin lugar a duda copias de las Escrituras. Pablo sabe que es el final de su carrera aquí en la tierra y aun así está interesado en conocer mejor a Dios. No olvidemos que Pablo había estado en el tercer cielo (2ª Corintios 12:1-6) y había visto a Cristo en persona camino a Damasco (Hechos 9:5). Estaba lleno del Espíritu Santo, tenía el poder para hacer milagros (Hechos 14:10) y la sabiduría dada por Dios para escribir las Sagradas Escrituras (2ª Pedro 3:16). Sin embargo siguió estudiando la Palabra de Dios hasta que murió. Si el gran apóstol Pablo necesitaba estudiar las Escrituras, ¿cuánto más nosotros? Entonces, ¿por qué no lo hacemos? Porque somos perezosos o quizás porque no sabemos cómo hacerlo. Comienza con pedirle al Espíritu Santo que te revele la lección que necesitas aprender. Después lee despacio y con un cuaderno a tu lado para anotar todas las cosas que Dios te revela y busca las referencias cruzadas que están al pie de tu Biblia. Es verdad que hay un mundo de posibilidades hoy en día para aprender la Biblia pero mi recomendación es que no te conformes con el alimento espiritual pre digerido por otros. Experimenta tú mismo la alegría de descubrir los tesoros escondidos a través de tu propio estudio Bíblico.