Por una vida de intimidad con Dios 30/12/18 (#1020)
José Luis Cinalli - 30/12/18
Por una vida de intimidad con Dios
“La serpiente… le preguntó a la mujer: “¿De veras Dios les dijo que no deben comer del fruto de ninguno de los árboles del huerto?”. “Claro que podemos comer… ”, contestó la mujer. “Es sólo del fruto del árbol que está en medio del huerto del que no se nos permite comer. Dios dijo: “No deben comerlo…; si lo hacen, morirán’”. “¡No morirán!”, respondió la serpiente”, Génesis 3:1-4 (NTV).
El diablo esperó el momento en que Eva estuviera a solas para charlar con ella. Eligió cuidadosamente las palabras para sembrar dudas en su corazón. Su verdadera intención era alejarla de Dios. Y lo logró. Al comer del fruto prohibido Adán y Eva murieron espiritualmente y Dios hizo a la serpiente responsable de esa muerte: “El diablo ha sido un asesino desde el principio”, Juan 8:44 (DHH). Lo que el diablo mató fue la amistad que Adán y Eva tenían con Dios. Por eso las personas que provocan a otras a pecar operan bajo un principio satánico y son tan responsables delante de Dios como aquel que peca. ¿Has visto alguna vez a un rebelde sin seguidores? Al igual que Satanás desobedecen y buscan que también otros hagan lo mismo. No colaboremos con los intereses del infierno. Renunciemos a ser un instrumento en las manos de Satanás.
El enemigo es tan inoportuno y descarado que se meterá en tu casa, si es que no lo hizo ya, y te hablará al igual que lo hizo con Eva. Tratará de convencerte de que puedes ser tu propio ‘dios’ y, si no puede hacerlo, entonces te dirá que hagas lo que hagas tu relación con Dios no se afectará. Su más vil engaño es este: ¡una vida vivida en desobediencia es mejor que aquella vivida en obediencia! No dejes que el diablo te convenza de que puedes vivir sin Dios. No subestimes el poder que tiene la desobediencia pues la Biblia dice que “la paga que deja el pecado es la muerte”, Romanos 6:23 (NTV). ¡El pecado mata nuestra vida espiritual y aleja a Dios de nuestras vidas! Por donde lo mires, el pecado es el peor negocio de la vida.
Advierte este hecho. La serpiente no le habló a Eva mal de su esposo sino de Dios. Romper matrimonios, arruinar familias y acabar con ministerios es algo secundario para el diablo. Él sabe muy bien que si logra poner una cuña en nuestra relación con Dios todo lo demás sufrirá. Después que Adán y Eva pecaron la debacle familiar fue cuestión de tiempo. Al descuidar la relación con Dios todo se vino a pique. Perdieron el hogar, la familia, el ministerio y el trabajo. Y no solo ellos sufrieron. La desgracia pasó de generación en generación. ¡El pecado tiene un efecto destructivo y también expansivo!
Insisto en este punto. El diablo no vino por el matrimonio de Adán y Eva; tampoco por su hermosa familia o su gran ministerio. ¡El diablo vino por la amistad que ellos tenían con Dios! El diablo sabe que para destruirnos y destruir lo que tenemos tiene que lograr primero que nos apartemos de Dios. Te lo advierto. El diablo está de ronda buscando devorar tu vida espiritual. La raíz de todas las desgracias está en alejarse de Dios. Y no se puede salir del pozo si primero no resucita la relación con Dios. No se puede reavivar un matrimonio o restaurar una familia o recuperar un ministerio si primero no se restaura la más importante de todas las relaciones. Intentarlo sin Dios no te dará resultado. Las cinco claves, las tres llaves y los diez principios que prometen sacar tu matrimonio, tu familia o tu economía a flote son simplemente maquillaje para tu problema. Deja de intentarlo por medios equivocados. El único consejo bíblico que puedo darte es este: ¡recupera tu vida espiritual!
Observa la estrategia del diablo. Le habló a Eva mal de Dios y tiene la costumbre de hablarle a Dios mal de nosotros, tal como lo hizo con Job (Job 1) y con Josué (Zacarías 3:1). El diablo es el gran instigador del pecado. Siembra nuestro corazón de cizaña esperando fisurar la relación que tenemos con el Señor. No está conforme con haberse rebelado contra Dios, espera que todo el mundo haga lo mismo. Y no descansa a fin de cumplir con ese propósito. No interesa si es en el Edén o en el Getsemaní, su misión es alejar de Dios a cuantas personas pueda. Por eso, para hundir los planes del diablo y alegrar el corazón de Dios desempeñemos fielmente el ministerio de la reconciliación: “Dios… nos reconcilió consigo por lo que Jesucristo hizo. Y… nos ha otorgado la privilegiada tarea de impulsar a la gente a reconciliarse con Dios”, 2ª Corintios 5:18 (NT BAD). ¡Guiados por el Espíritu Santo hagamos que las personas se acerquen a Dios!
El bien más preciado que tenemos es nuestra relación con Dios. David lo sabía muy bien por eso dijo: “Una sola cosa le pido al SEÑOR, y es lo único que persigo: habitar en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del SEÑOR...”, Salmo 27:4 (NVI). Cuando la prioridad de David fue Dios, él, su familia y su nación vivieron la época más esplendorosa. Pero el día en que descuidó su vida espiritual todo se vino a pique. El desastre comenzó en el lugar secreto. Otro ejemplo fue Obed-edom. Este hombre tenía una relación muy cercana con Dios. ¿Cómo lo sabemos? Porque aceptó que David dejara el arca en su propia casa. Este no es un detalle menor ya que desde la época de Elí el arca atraía desgracias y calamidades en cada lugar donde la ponían. Los líderes de Israel la trasladaron al campo de batalla y perdieron la guerra, 1° Samuel 4:3. Los filisteos se la llevaron a sus tierras y el arca les dejó enfermedad, 1° Samuel 5:1-11. La devolvieron a Israel y setenta personas murieron por curiosear dentro de ella, 1° Samuel 6:19. Finalmente el arca fue puesta en la casa de Abinadab y uno de sus hijos murió por tratar de sostenerla con sus propias manos, 2° Samuel 6:6-7. Cualquiera de nosotros hubiera pensado dos veces antes de aceptar que el arca se quede en nuestra casa. Entonces, ¿por qué la aceptó Obed-edom? Porque él sabía que la bendición es directamente proporcional a la honra. La forma en que tratamos a Dios es la forma en la que Él nos tratará a nosotros. No olvides que Dios va donde lo invitan pero solo se queda donde lo respetan.
Decir que Obed-edom fue bendecido por honrar a Dios mientras el arca estuvo en su casa es una media verdad. La realidad es que este hombre respetaba a Dios desde hacía mucho tiempo. Fue precisamente su historial de obediencia y buen trato lo que atrajo la presencia de Dios a su hogar. Y la bendición no fue la razón por que la decidió seguir el arca a Jerusalén sino SU PRESENCIA. La amistad era tan profunda que cuando Dios cambió de domicilio, Obed-edom se mudó de casa y se convirtió en custodio de las puertas del templo donde moraba el arca de su presencia, 1° Crónicas 15:24. Hizo suyas las palabras del salmista: “Un día en tu templo es mejor que mil días en cualquier otro lugar. Preferiría ser el portero de la casa de mi Dios que vivir en la casa de un perverso”, Salmo 84:10 (PDT). Obed-edom no seguía la bendición, él quería intimidad con Dios y la intimidad le trajo bendición. Tan grande fue esa bendición que toda la familia estuvo comprometida en el servicio a Dios. Aun dos siglos después se lee que sus descendientes todavía eran porteros en la casa de Dios, 2º Crónicas 25:24. La pasión por Dios se mantuvo viva de generación en generación. ¿No te gustaría que en tu familia sucediera lo mismo?
Déjame darte un ejemplo final. ¿Recuerdas los diez leprosos sanados por Jesús en Lucas 17:11-19? ¿Por qué solo uno regresó? Intuyo que su motivación era mucho más que gratitud. Su intención era conocer a quién acababa de sacarlo del infierno. No me imagino a ninguno de los otros leprosos mofándose del hombre que los liberó de sus miserias. Lo más probable es que ellos decidieran anteponer sus intereses a los de Dios. Sus familias, negocios y amigos estaban primero. Al igual que para ellos nuestros intereses más caros suelen estar aquí abajo y casi nunca Dios suele ser la prioridad de nuestra vida. Imagina si Jesús hubiera hecho lo mismo. ¿Qué hubiera pasado si descuidaba su relación con el Padre? Gracias a que Él nunca se desconectó del cielo toda la humanidad tiene la oportunidad de canjear su destino eterno de condenación por uno de salvación. Jesús vivió por una vida de intimidad con el Padre. Y lo logró. También nosotros lo lograremos si tomamos la decisión primero y perseveramos después en hacer de Dios la mayor prioridad de nuestra vida. Oro a Dios para que esto suceda en tu vida y en la mía.