Señales que predicen el alejamiento de Dios 20/01/19 (#1023)
20/1/2019
Señales que predicen el alejamiento de Dios
Veamos cuáles son las señales que presagian la pérdida de la Presencia de Dios en la vida de un creyente:
1. La mentira. “Todo mentiroso recibe su castigo”, Proverbios 19:5 (TLA). “¡Muy mal les va a ir a ustedes, mentirosos! ¡Dios los va a castigar!”, Salmo 120:3 (TLA). ¿Qué clase de castigo recibirán los mentirosos? Dios nos da la respuesta: “A… los mentirosos, los lanzaré al lago donde el azufre arde en llamas; y allí se quedarán, separados de mí para siempre”, Apocalipsis 21:8 (TLA). Excluidos de la presencia del Señor para siempre. Sí, ¡PARA SIEMPRE! Refiriéndose a la nueva Jerusalén, la Biblia dice: “No entrará en ella ningún… mentiroso…”, Apocalipsis 21:27 (NT-BAD). “Fuera de la ciudad se quedarán… los que aman y practican la mentira. Yo, Jesús, he enviado a mi ángel a anunciar estas cosas en las iglesias”, Apocalipsis 22:15-16 (NT-BAD). Es sorprendente que Dios escogiera un ángel para hacernos saber que los mentirosos serán excluidos de la presencia de Dios. ¿Por qué no se valió de un instrumento humano? ¿Habrá sido para no poner en riesgo tan importante mensaje? Reflexionemos antes de seguir con la prédica. ¡Sin verdad no hay presencia y sin presencia no hay nada!
El que quiera tener comunión con Dios deberá abandonar la mentira. David preguntó: “¿Quién puede entrar a tu presencia...?... y ¿quién permanecerá en su lugar santo?”, Salmo 15:1(NTV) y 24:3 (RVA). Y luego él mismo dijo: “Los que dicen la verdad...”, Salmo 15:2 (NTV). “El Señor aborrece… la lengua que miente…”, Proverbios 6:16-17 (NVI). “Dejen de amar el decir mentiras… Yo odio… esas cosas, dice el SEÑOR”, Zacarías 8:17 (NTV). Pablo expresó: “Dejen de decir mentiras. Digamos siempre la verdad…”, Efesios 4:25 (NTV). “¿Quieres vivir mucho tiempo? ¿Quieres gozar de la vida? Pues… nunca digan mentiras tus labios”, Salmo 34:12-13 (DHH).
Ananías y Safira fueron cortados de la presencia de Dios por mentir. Pedro dijo: “Le estás mintiendo al Espíritu Santo… Al escuchar estas palabras, Ananías cayó al suelo y murió…”, Hechos 5:3-5 (NT-BAD). ¿Y qué me dices de Saúl? Una de las fallas de carácter más grave en su vida era la mentira. La primera evidencia la encontramos el mismo día en que fue ungido rey de Israel. Su tío le preguntó dónde había estado y “Saúl no le contó… lo que Samuel le había dicho acerca del reino”, 1º Samuel 10:16 (NVI). Tiempo después le mintió a Samuel. Dios le había pedido que destruyera por completo a los amalecitas, sin embargo perdonó al rey y se quedó con lo mejor del botín. Pese a su manifiesta desobediencia Saúl dijo: “Ya cumplí con las órdenes de Dios”, 1º Samuel 15:13 (TLA). Samuel lo amonestó diciéndole: “¿Por qué no obedeciste al SEÑOR?... — ¡Pero yo sí obedecí al SEÑOR! — Insistió Saúl— ¡Cumplí la misión que él me encargó!”, 1º Samuel 15:19-20 (NTV). Saúl tenía la desvergüenza de mentirle al profeta de Dios. Así son muchos creyentes. Mienten descaradamente cuando son interpelados por su autoridad espiritual. No se dan cuenta que esa actitud de proteger el pecado es una clara indicación de la decadente espiritualidad que están viviendo. La única prueba inequívoca de que el amor de una persona por Cristo va en aumento es su alejamiento del pecado y su acercamiento a Dios. Las personas temerosas de Dios estorban el pecado de sus propias vidas rápidamente. Saben que Dios no puede quedarse en un lugar donde el pecado sea tolerado, permitido y protegido abiertamente. Si quieres a Dios y su bendición no permitas que el pecado viva un instante más en tu corazón.
2. La hipocresía. Saúl dijo: “Tuve miedo del pueblo y por eso hice lo que ellos me pidieron… Samuel respondió: — Ya que tú rechazaste el mandato del SEÑOR, él te ha rechazado como rey de Israel… Entonces Saúl volvió a implorar: —… al menos te ruego que me honres ante los ancianos de mi pueblo y ante Israel…”, 1º Samuel 15:24-30 (NTV). Saúl recibe una profecía aterradora y en lugar de caer de rodillas y confesar su pecado, le pide a Samuel que lo trate delante del pueblo como si nada hubiera sucedido. Saúl no tiene ningún interés es recuperar la confianza de Dios. Lo único que le preocupa es que su imagen no sea dañada. Vivía de apariencias. Eso se llama hipocresía. La hipocresía puede ser por simulación o disimulo. La simulación consiste en mostrar lo que se desea, en tanto que el disimulo oculta lo que no se quiere revelar. Saúl quería parecer espiritual ocultando su pecado. Coré disimulaba su verdadero propósito. Ante el pueblo daba la impresión de estar interesado en el bienestar común cuando en realidad aspiraba al poder, Números 16:10. Ananías y Safira mintieron para simular generosidad. En Mateo 6, Jesús da ejemplos de hipocresía. Los hipócritas ofrendaban con el propósito de ser admirados (versículos 1-2); oraban para impresionar a los demás (v. 5) y se mostraban miserables cuando ayunaban para ser respetados por su sacrificio (v. 16). Existen personas que “¡aman más el aplauso de los hombres que el aplauso de Dios!”, Juan 12:43 (NT-BAD). “… Se ponen a hacer buenas obras para… aparentar santidad…”, Mateo 23:5 (NT-BAD). “No les importa la honra que proviene del único que es Dios”, Juan 5:44 (NTV). Jesús dijo que si nos comportamos de esta manera la única recompensa que tendremos será la admiración de los hombres.
Deberíamos vivir y servir siguiendo el ejemplo de Jesús quien dijo: “La aprobación o desaprobación de ustedes no me significa nada”, Juan 5:41 (NT-BAD). Pablo expresó: “No ando buscando que la gente apruebe lo que digo. Ni ando buscando quedar bien con nadie. Si así lo hiciera, ya no sería yo un servidor de Cristo. ¡Para mí, lo importante es que Dios me apruebe!”, Gálatas 1:10 (BLS). “Nuestro único propósito es agradar a Dios…”, 2ª Corintios 5:9 (PDT). El aplauso y la admiración de la gente son pasajera y reemplaza la aprobación de Dios. ¿Cuál debería ser nuestra motivación al servir? ¡El amor a Dios! Cuidado con intentar servir al Señor apoyándonos en principios mundanos. La carne dice: “sirvo a Dios, pero quiero algo a cambio”. El ego reclama atención y quiere ser acariciado. ¿Qué clase de atención? Podría ser una reputación de humildad, generosidad o espiritualidad. Los hipócritas no sirven si no hay reconocimiento. Tiene que haber un retorno de la inversión de tiempo. Puede ser en forma de aplauso, agradecimiento público, apreciación por medio de las redes sociales, un cargo asegurado o, lo más sutil, desarrollar una reputación de santidad y espiritualidad. Había una larga fila de servidores esperando la posibilidad de acompañar a Jesús en su ministerio público. ¿Pero cuántos crees que habrán estado a las puertas de su carpintería esperando servirlo como aprendices?
La desobediencia. Saúl desobedeció muchas veces antes de que Dios lo abandonara y durante todo ese tiempo él creía tener una buena relación con Dios. Se lo ve levantando altares de adoración, consultando al Señor y ofreciendo sacrificios como si nada hubiera sucedido, 1º Samuel 14:35-37; 15:21-30. Aunque Saúl estaba convencido de su espiritualidad, Dios ya no lo escuchaba: “Saúl le preguntó a Dios: — ¿Debemos perseguir a los filisteos?... Pero Dios no respondió…”, 1º Samuel 14:37 (NTV). Dios no le respondía porque Saúl era un desobediente a repetición. Pecar y practicar el pecado son dos cosas muy diferentes. “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado…”, 1ª Juan 5:18. “El que practica el pecado es del diablo…”, 1ª Juan 3:8 (NVI). Y luego el apóstol Juan sentencia: “Uno puede saber quién es hijo de Dios y quién es hijo del diablo. El que vive en pecado… demuestra no pertenecer a la familia de Dios”, 1ª Juan 3:10 (NT-BAD). Mucho cuidado porque podríamos ser engañados como lo fue Saúl. Muchos ‘cristianos’ viven en pecado y creen tener una buena relación con Dios porque sirven, predican, son músicos exitosos, oran, leen la Biblia y evangelizan. ¡Y cómo se ofenden cuando pones en tela de juicio su espiritualidad! A esas personas les pregunto: ¿cómo armonizan la creencia de que tienen una buena relación con Dios y lo que la Biblia dice: “el que practica el pecado es del diablo” (1ª Juan 3:8) o “el que vive en pecado demuestra no pertenecer a la familia de Dios” (1ª Juan 3:10)? Es una muy buena ocasión para reflexionar acerca de nuestra salvación. ¿Hemos tenido verdaderamente un encuentro con Jesús? ¿Tiene el Señor el gobierno y control absoluto de nuestra vida?