La bendición está del otro lado del miedo 19/04/2020 #1088
Episode 91, Apr 19, 2020, 08:20 PM
Pastor José Luis Cinalli
19/4/2020
La bendición está del otro lado del miedo
“Mi mandato es: “¡Sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni te desanimes, porque el SEÑOR tu Dios está contigo dondequiera que vayas”, Josué 1:9 (NTV).
Parece ser que Josué tenía serios problemas con el miedo. Dios le pidió a Moisés que lo ayudara con esta dificultad: “… Infúndele valor… infúndele valor y fortaleza…”, Deuteronomio 1:38 (BLPH) y 3:28 (N-C). El día en que Josué asumió el liderazgo de la nación Moisés le dijo: “… ¡Echa fuera el miedo y la cobardía!”, Deuteronomio 31:8 (TLA). El Señor mismo “le dio a Josué… esta orden: “Esfuérzate y sé valiente…”, Deuteronomio 31:23 (NVI). “… Tú debes ser fuerte y valiente… solo te pido que seas muy fuerte y valiente… Mi mandato es: “¡Sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni te desanimes…”, Josué 1:6-7 (TLA) y 9 (NTV); 8:1; 10:8; 11:6. Aun el pueblo sabía de la debilidad de Josué ya que le dijeron: “Te obedeceremos en todo… Lo único que te pedimos es que seas fuerte y valiente”, Josué 1:17-18 (TLA).
Lo que llama la atención es que Josué nunca antes había tenido problemas con el miedo. Sobresalía por su valentía. Fue él quien alentó al pueblo a tomar la tierra prometida: “… No… tengan miedo de la gente que vive en ese territorio… Nosotros… contamos con la ayuda de… Dios. ¡No tengan miedo!”, Números 14:9 (TLA). El Señor dio testimonio de su valentía cuando le dijo a Moisés: “Llama a Josué, que es un hombre valiente… pon tus manos sobre su cabeza. Así le pasarás tu autoridad y lo harás jefe principal del pueblo…”, Números 27:18-21 (TLA). Hasta el momento en que asumió el liderazgo de la nación Josué descollaba por su valentía. Pero el nuevo desafío exigía un nuevo nivel de coraje. Seguramente sabes de personas que en el pasado supieron enfrentar grandes retos, pero que con el tiempo se volvieron timoratas. Observa el pueblo de Israel: “… Salió de la tierra de Egipto sin temer el enojo del rey…”, Hebreos 11:27 (NTV). El coraje que tuvieron para desafiar al faraón no les alcanzó para conquistar Canaán: “Cuando supieron que en ese territorio vivía gente muy fuerte… les dio mucho miedo. Y más se desanimaron cuando supieron que allí vivían… los descendientes del gigante Anac”, Deuteronomio 1:28 (TLA). El miedo se desparramó en el campamento más rápido que el coronavirus y así de rápido también se cerraron los cielos. Ninguno de aquellos miedosos vio la tierra prometida. ¡Qué fuerza poderosa es el miedo!
El miedo atrae la incredulidad, y la incredulidad aleja a Dios y también su bendición. Ahora bien, ¿qué hacemos para que el miedo no se apodere de nuestro corazón? Mirar a Dios. El que mira a Jesús nunca se hunde en las olas del temor. El círculo vicioso que termina con el alejamiento de Dios y el de su bendición comienza cuando perdemos de vista a Dios. El día en que los israelitas cruzaron el mar rojo entonaron la siguiente canción: “Cantaré al SEÑOR… El SEÑOR es mi fuerza… él me ha dado la victoria. Él es mi Dios, y lo alabaré… El SEÑOR… arrojó al mar… al ejército del faraón… Tu mano…, oh SEÑOR, es gloriosa en poder. Tu mano…, oh SEÑOR, aplasta al enemigo… tú soplaste con tu aliento, y el mar los cubrió. Se hundieron como plomo en las poderosas aguas. Oh SEÑOR… ¿quién es como tú: glorioso en santidad, imponente en esplendor, autor de grandes maravillas?...”, Éxodo 15:1-11 (NTV). Ahora observa el lenguaje del mismo pueblo unas pocas semanas después: “… Toda la comunidad empezó a llorar a gritos y así continuó toda la noche… “¡Si tan solo hubiéramos muerto en Egipto o incluso aquí en el desierto!”, se quejaban. “¿Por qué el SENOR nos está llevando a… que muramos en batalla?... ¡Escojamos a un nuevo líder y regresemos a Egipto!’”, Números 14:1-4 (NTV). ¡Qué cuadro tan diferente al de Éxodo 15! Allá era todo júbilo y alegría. Ahora todo es tristeza y desesperación. ¿Qué sucedió? El miedo se había apoderado del campamento. El informe negativo que trajeron los espías desmoralizó a toda la nación. Caleb dijo de ellos: “Mis compañeros de viaje… desanimaron a la gente y le infundieron temor…”, Josué 14:8 (BAD). La canción de Éxodo 15 no refleja el más mínimo atisbo de temor e incredulidad. No se menciona a los hijos de Anac. No hay referencia a murallas ni langostas. Solo se habla de Dios, de su diestra poderosa, de su fuerza y de sus proezas en favor de su pueblo. En el informe de los espías todo es a la inversa. El lenguaje no incluye al Todopoderoso Libertador. Solo se hace referencia a gigantes, murallas y ciudades fortificadas. Los cantores de victoria se convirtieron en llorones incrédulos, llenos de miedo. ¿Por qué? ¡Porque perdieron de vista a Dios! Mientras miraron a Dios tenían fe, cuando dejaron de hacerlo la incredulidad se apoderó de cada uno de ellos. La clave es no perder de vista a Dios.
El miedo no es la herencia de Dios para sus hijos. Al contrario, Dios protege a su pueblo enviando miedo a sus enemigos. Los habitantes de Canaán tenían miedo de Israel desde el mismo momento que salieron de Egipto: “… Los pueblos… tiemblan; la angustia se apodera de los que viven en Filistea. Los líderes de Edom están aterrados… Todos los que viven en Canaán se desvanecen; terror y espanto caen sobre ellos…”, Éxodo 15:14-16 (NTV). Cuarenta años después seguían con el mismo miedo. ¿Cómo lo sabemos? Porque Rahab se lo dijo a los espías enviados por Josué: “… Estamos aterrorizados; todos los habitantes del país están muertos de miedo… Es tanto el miedo que nos ha dado… que nadie se atreve a enfrentarse con ustedes…”, Josué 2:9 (NVI) y 11 (DHH). Cuando los espías regresaron de Canaán le dijeron a Josué que Dios les había entregado la tierra. ¿Cómo estaban tan seguros? Porque vieron el miedo que tenían: “… El Señor nos ha dado la tierra porque todos los que viven en esa región tienen mucho miedo de nosotros”, Josué 2:24 (PDT). Dios estaba cumpliendo su promesa. Protegía a su pueblo trayendo miedo a sus enemigos: “Nadie podrá hacerles frente. Por dondequiera que vayan, el Señor… hará que todo el mundo sienta miedo y terror ante ustedes…”, Deuteronomio 11:25 (NVI); 2:25. “… Haré que tus enemigos te tengan miedo… y huyan de ti”, Éxodo 23:27 (NVI). Aun los egipcios le tenían miedo a los israelitas: “… El miedo a los israelitas los dominaba”, Salmo 105:38 (NVI). Dios nos protege haciendo que nuestros enemigos nos tengan miedo. La paradoja es que los miedosos somos nosotros. ¿Y sabes por qué? ¡Porque hemos perdido de vista a Dios y hemos dejado de creer a sus promesas! ¡Qué gran insensatez hemos cometido!
Volvamos a Josué. Josué aprendió que el miedo es letal para los planes de Dios. Sabe que la única cosa que podría malograr la conquista de Canaán es el miedo. Sabe que el miedo domina a los cananeos y sabe también que esa es la señal de que serán derrotados. Josué tiene que evitar que el virus letal del temor infecte el campamento y aborte la misión de Dios como ya había pasado. Entonces “Josué… ordenó marchar en silencio, sin decir palabra alguna…”, Josué 6:10 (BAD). ¿Por qué no seguimos su ejemplo? Nadie duda que lo mejor de Dios para nuestras vidas no ha llegado todavía. Tenemos promesas de avivamiento y bendición. Y si queremos que esas bendiciones sean nuestras tenemos que tratar con el miedo. Ahora sabemos que la diferencia entre conquistar y no hacerlo es el enfoque. Si no perdemos de vista a Dios no perderemos la tierra prometida. Así de simple. Basta ya de mirarnos a nosotros mismos. Basta ya de mirar las circunstancias que nos rodean. Basta de mirarle la cara a los gigantes. No hemos sido llamados a vivir envueltos en las tinieblas del miedo y la incredulidad. Hemos sido llamados a mostrar confianza y valor. ¡Mira a Dios y cree a sus promesas! Espero que las siguientes promesas alimenten tu fe y tu confianza en Dios: “… ¡Con nosotros está el SEÑOR… para ayudarnos y para pelear nuestras batallas…!”, 2º Crónicas 32:8 (NTV). “Con nosotros está el Dios del universo… ¡él es nuestro refugio!”, Salmo 46:7 (TLA). “¡Cuánto nos ama Dios!... si Dios está de nuestra parte, nadie podrá estar en contra de nosotros”, Romanos 8:31 (TLA). “... Dios… cabalga por el firmamento para ir en tu ayuda… El Dios eterno es tu refugio, y sus brazos eternos te sostienen… Él es tu escudo protector y tu espada triunfante…”, Deuteronomio 33:26-29 (NTV). “Me aferro a ti; tu fuerte mano… me mantiene seguro”, Salmo 63:8 (NTV). “… El Señor es la fortaleza de mi vida, así que no le temo a nadie”, Salmo 27:1 (PDT). “El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi libertador. Dios es mi refugio, él me protege; mi escudo, me salva con su poder. Él es mi escondite más alto”, Salmo 18:2 (PDT). “Dios… me protege y me llena de fuerza. ¡Dios es mi refugio!”, Salmo 62:7 (TLA). “… Yo los he cuidado… los he llevado en brazos y seguiré haciendo lo mismo hasta que lleguen a viejos… los sostendré y los salvaré porque yo soy su creador”, Isaías 46:3-4 (TLA). “El Señor es quien te cuida; el Señor es quien te protege, quien está junto a ti para ayudarte”, Salmo 121:5 (DHH). “Él es mi Dios fiel y amoroso; mi fortaleza y mi refugio; mi libertador y mi escudo…”, Salmo 144:2 (PDT). “Dios es mi refugio, él me protege; mi escudo, me salva con su poder. Él es mi escondite más alto, mi protector y Salvador…”, 2º Samuel 22:3 (PDT).