Cuando tienes fe en Dios cosas buenas comienzan a suceder 19/07/2020 #1101
Episode 104, Jul 20, 2020, 12:37 AM
Pastor José Luis Cinalli
16/7/2020
Cuando tienes fe en Dios cosas buenas comienzan a suceder
“… Por fe han de vivir…”, Hebreos 10:38 (NT-BAD).
La fe en Dios es el fundamento seguro para edificar una familia con futuro. Si tu familia está bien cimentada la tormenta más feroz no podrá destruirla. Observa a Rahab. Creyó en Dios y la parte del muro donde estaba construida su casa no cayó sino que permaneció en pie (Josué 2:15) y su familia fue preservada del juicio, Josué 6:23. “Hacemos énfasis en la fe” (Romanos 3:31, NTV) porque la fe blinda la familia y atrae grandes bendiciones. Veamos algunas:
1. Las necesidades materiales son satisfechas. “Deberían depositar su confianza en Dios, quien nos da en abundancia todo lo que necesitamos…”, 1a Timoteo 6:17 (NTV). La fe en Dios atrae recursos y suple nuestras necesidades. Presta atención a la recompensa de parteras hebreas. Debido a la fe “… Dios… hizo que sus familias prosperaran”, Éxodo 1:21 (RVC). Eso sí, nunca sublimes los medios que Dios utiliza para traer tu bendición. Es verdad que los cuervos le acercaban pan y carne al profeta pero era Dios quién se los enviaba: “… El Señor le dijo a Elías... he mandado a los cuervos que te lleven comida”, 1º Reyes 17:2-4 (PDT). Después de un tiempo el Señor cambió el medio para hacerle llegar la provisión: “El Señor le dijo a Elías: Vete a Sarepta... En aquel lugar vive una viuda a quien yo le he ordenado que te dé comida”, 1º Reyes 17:8-9 (PDT). Es verdad que el profeta Eliseo le dijo a la mujer sunamita que tendría un hijo pero el regalo venía del cielo, 2º Reyes 4:16. Tus padres, tu cónyuge, tus hijos o tu empleador son solo instrumentos en las manos de Dios para traer tu bendición. ¡Pero la fuente sigue siendo Dios! No te preocupes cuando Dios decida cambiar la forma en la que te bendecirá. Confía en Dios y no en el canal. No confíes en tu sueldo, ahorros o en la empresa en la que trabajas. Mirar a Dios y confiar en Él es la decisión más acertada que puedas tomar. Por ser Dios lo único necesario, ninguna otra cosa es suficiente; por ser Dios lo único suficiente, ninguna otra cosa es necesaria.
2. Las necesidades espirituales son suplidas. “… Se nos revela esa fuerza salvadora de Dios mediante una fe en continuo crecimiento…”, Romanos 1:17 (BLPH). ¿Puede la fe de una persona beneficiar a otras? ¡Claro que sí! Todo el mundo recuerda la historia del paralítico sanado por Jesús. Lo que pocos saben es que Jesús lo curó al ver la fe de sus amigos, Lucas 5:20. Tu oración de fe puede beneficiar a tus seres queridos. No menosprecies el poder de la fe en Dios. Por la fe de Noé Dios salvó a su familia del diluvio universal, Génesis 7:1. Por la fe de Rahab Dios preservó a su familia de la destrucción de Jericó, Josué 6:23. Por la fe de Moisés Israel se salvó del ángel de la muerte, Hebreos 11:28. Por la fe de un tesorero el evangelio entró a Etiopía, Hechos 8:26-40. Por la fe del carcelero Dios amparó a su familia, Hechos 16:31. Por la fe de Lidia su familia fue bautizada, Hechos 16:14-15. Por la fe de Rut Dios la incluyó en la línea mesiánica. Por la fe de Cornelio el Espíritu Santo fue derramado entre los gentiles, Hechos 10:44. Por la fe de Jocabed Israel conoció a su libertador. Por la fe de Loida Dios hizo de su nieto una bendición para la humanidad, 2ª Timoteo 1:5. ¿Lo ves? Así como Dios premió la fe de todas estas personas también recompensará la tuya. Si afirmas y fortaleces la fe el futuro de tu familia no puede ser otro que esplendoroso, sublime y grandioso.
3. Los hijos reciben la mejor herencia. “... No desechen la firme confianza que tienen en el Señor. ¡Tengan presente la gran recompensa que les traerá!...”, Hebreos 10:35 (NTV). El bienestar de una familia, además del legado material, depende mucho de la vida espiritual de sus padres. David lo dejó muy claro. Antes de morir convocó a los líderes y les dijo que si tenían fe y obedecían a Dios seguirían viviendo en una tierra fértil y “podrían dejársela a sus hijos para siempre”, 1º Crónicas 28:8 (TLA). Está bien que te esfuerces por dejarle a los tuyos estudios, propiedades y bienes, pero una profunda relación de amor con Dios es mejor que todas las cosas del mundo. No se puede negar el gran impacto que produce en la vida de los hijos la fe o la falta de fe de sus padres. La desobediencia de Elí alejó a Dios de su hogar y su descendencia fue borrada del liderazgo para siempre. La despreocupada actitud de Abinadab por el arca de Dios tuvo mucho que ver con la muerte de su hijo Uza. La falta de interés en las cosas sagradas de Mical era el resultado directo de la livianita vida espiritual de su padre. Mira qué cosa interesante. El día en que David entró en la ciudad danzando detrás del arca, Mical salió a su encuentro para burlarse de él. En ese incidente el inspirado escritor bíblico se refiere a Mical como la hija de Saúl y no como la esposa de David, 2º Samuel 6:16, 20, 23. El Espíritu Santo subraya la herencia genética de Mical. La actitud de desprecio que Saúl había tenido hacia el arca ahora se expresa en su hija. No solo eso, la desobediencia de Saúl fue cara para toda la familia. Samuel le dijo: “¡Eres un tonto!... Si hubieras obedecido… entonces él habría dejado que tu familia gobernara a Israel por siempre… Pero ahora tu reinado no continuará… el… Señor… nombrará un nuevo líder”, 1º Samuel 13:13-14 (PDT). Qué diferente fue la herencia que dejó el temeroso Obed-edom a su familia. Todos sus hijos y nietos se convirtieron en hombres ilustres y valientes para Dios, 1º Crónicas 26:4-8. Todos sus parientes (68 en total) fueron inspirados a servir al Señor, 1º Crónicas 16:37-39. Salvo excepciones, los hijos seguirán el ejemplo de su familia. Cuanto más consagrados sean los padres a Dios, más bendecidos serán sus hijos. El mejor legado que puedas dejarle a tus descendientes es una vida de total entrega y obediencia a Dios. Si tú honras a Dios, tus hijos, tarde o temprano, también lo honrarán.
4. La familia estará unida. Jesús oró por la unidad: “…Te pido que se mantengan unidos entre ellos… Para eso deberán permanecer unidos a mí… Así la unidad entre ellos será perfecta…”, Juan 17:21-23 (TLA). La unidad de la familia solo es posible si cada uno de sus miembros se mantiene unido a Cristo. Cuanto más cerca de Dios estén, más cerca estarán el uno del otro. De ahí que la prioridad de cada uno debe ser el desarrollar una relación de amor con Dios. Cada miembro del matrimonio debe ‘empujar’ al otro a estar unido a Cristo. ¡Cuántos esfuerzos humanos se hacen para mantener unido al matrimonio! Pero la única cosa que garantiza la unidad no la hacemos. Practicamos todo lo que este mundo caído, carnal y diabólico nos enseña. Pero evidentemente no está dando resultado. Los matrimonios andan a los tumbos y la tasa de divorcio no para de crecer. Regalitos, lunas de miel, escapaditas de fin de semana, momentos románticos, joyas, autos y ropas son solo detalles que inciden en el valor del matrimonio tanto como una pluma en la balanza de un agricultor. ¿Y qué decirle a los padres? La prioridad es hacer que sus hijos conozcan a Dios y desarrollen una relación personal de amor con Él. Veo con cuánta dedicación los padres ayudan a sus hijos a que se superen en la escuela pero cuán poco esfuerzo hacen para que progresen en la vida espiritual. Entiéndase la idea. Los padres hacen bien en procurar que sus hijos tengan un estudio, pero la primera responsabilidad es lograr que sus hijos amen a Dios. ¡La única manera de vivir una vida victoriosa es vivir mirando a Dios!
Déjame darte dos ejemplos bíblicos de familias bendecidas. Una es la de Juan el Bautista. El Espíritu Santo resalta la estrecha relación que sus padres tenían con Dios: “...Ambos eran realmente rectos ante Dios y llevaban una conducta intachable…”, Lucas 1:6 (Castillan). La atención bíblica está puesta en la fortaleza espiritual de Zacarías y Elisabet. La familia permaneció unida pese al estigma social que significaba ser estéril. Y su dependencia de Dios les atrajo la bendición: “Tu hijo… será grande a los ojos del Señor..., y lleno del Espíritu Santo aun antes de nacer”, Lucas 1:13-15 (NTV). El segundo ejemplo es la familia de Jesús. Antes de que muriera, su familia estaba en crisis, ya que sus hermanos no creían en él (Juan 7) pero después de que todos ellos se volvieron a Dios la familia se unió, Hechos 1:14. La comunión de cada uno de ellos con Dios trajo la bendición familiar y la llenura del Espíritu Santo. Dios es un Dios de bendiciones familiares, pero hay bendiciones retenidas que solo serán liberadas cuando invirtamos en el desarrollo espiritual de la familia. Cuando la familia deposita su confianza en Dios cosas buenas comienzan a suceder.