Parábola del mayordomo deshonesto 8/11/2020 #1117

Episode 120,   Nov 19, 2020, 03:11 PM

Pastor José Luis Cinalli
8/11/2020
Parábola del mayordomo deshonesto
 
“... Cierto hombre rico… tenía un administrador… Un día llegó la noticia de que… estaba malgastando el dinero de su patrón. Entonces el patrón… le dijo: “… voy a despedirte”... El administrador pensó: “… ya sé cómo asegurarme de que tendré muchos amigos que me recibirán en sus casas cuando mi patrón me despida. Entonces invitó a todo el que le debía dinero a su patrón… Le preguntó al primero: “¿Cuánto debes…?” El hombre contestó: “… debo tres mil litros de aceite…”. Entonces el administrador le dijo: “… cámbiala a mil quinientos”… El hombre rico tuvo que admirar a este pícaro deshonesto por su astucia… Aquí está la lección: usen sus recursos mundanos para beneficiar a otros y para hacer amigos. Entonces, cuando esas posesiones terrenales se acaben, ellos les darán la bienvenida a un hogar eterno”, Lucas 16:1-9 (NTV).
 
El mensaje central de la parábola es el uso del dinero y las riquezas terrenales. Jesús dijo: Les aconsejo que usen las… riquezas de este mundo para ganarse amigos…”, Lucas 16:9 (DHH). El dinero no nos abre puertas en el cielo pero sí puede impedir que entremos en él: “Por querer tener más y más dinero, algunos se han desviado de la fe y se han causado gran sufrimiento”, 1ª Timoteo 6:10 (PDT). Por otro lado el dinero bien utilizado nos ayuda a acumular tesoros en los cielos: “… Pongan su esperanza en Dios, no en el dinero, porque el dinero no es seguro… hagan el bien… sean… ricos en buenas obras… den con alegría… Si así lo hacen, estarán acumulando un tesoro en el cielo…, 1ª Timoteo 6:17-19 (PDT). Entonces el dinero bien utilizado constituye una inversión para el futuro eterno. La gran pregunta a responder es: ¿cómo utilizar el dinero para nos dé el mayor beneficio en el cielo? Jesús responde nuestra pregunta contando la parábola del mayordomo infiel.
 
Un hombre rico descubrió que su administrador malgastaba su capital. Antes de despedirlo le pidió cuenta de su trabajo. El hombre no sabía qué hacer: sin trabajo, sin casa, sin reputación y sin futuro. Entonces tuvo una astuta idea para salvar su futuro. Llamó a cada uno de los deudores de su jefe y les perdonó parte de la deuda con la esperanza de que estos lo ayudarían cuando fuera destituido de su cargo. Cuando el patrón supo lo que había hecho el empleado, lo felicitó. ¿Cómo es posible? El administrador malgasta, despilfarra, disipa, derrocha y malversa los bienes y su amo lo felicita. Entiéndase bien. No lo admira por su deshonestidad sino por su iniciativa en resolver un problema personal. Fue diligente en planificar y anticipar su porvenir. Hizo favores para ganarse amigos. Su negocio consistió en sustituir dinero por amigos. Fue muy astuto. “Cuando se trata de negocios… la gente mundana es más astuta que la gente espiritual”, Lucas 16:8 (PDT). Lo malo del administrador, además de su deshonestidad, es que planificó solamente su futuro terrenal. Cuidado con caer en el mismo error. El apóstol Pablo dijo que debemos vivir “no mirando… las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”, 2ª Corintios 4:18. Los hijos de la luz deberíamos ser tan diligentes en los asuntos espirituales y eternos como los hijos de este mundo lo son en sus negocios terrenales. Y, ¿cuál es la mejor manera de planificar nuestro futuro eterno? Siguiendo el consejo de Jesús: ¡sustituyendo bienes por amigos! Los bienes terrenales deben ser usados para que las personas se encuentren con Dios. Cuando usas tu vehículo para traer a alguien al templo o tomas de tu tiempo y dinero para evangelizar personas de otras ciudades están haciendo tesoros eternos. El problema es que nos ocupamos poco de nuestro destino final y mucho en las cosas de esta vida. Nada parece hacernos reflexionar acerca de la necesidad de prepararnos para la eternidad. Ni siquiera la muerte de personas cercanas y queridas. Muchas de ellas ‘tenían todo el futuro por delante’; sin embargo, de repente ya no están entre los mortales. Siguen viviendo, ¿pero dónde? ¿En el cielo o en el infierno? Mientras vivimos en esta tierra hacemos nuestra elección. Cada uno elige su propio destino eterno. ¿Hiciste ya tu elección? Cuidado, porque si la muerte te sorprende con la guardia baja te lamentarás por toda la eternidad el haber demorado tamaña decisión. Se diligente en asegurar tu futuro eterno en los cielos. ¡Acepta a Jesús como tu Señor y Salvador! Ahora veamos algunas lecciones espirituales de la parábola:
 
1.     La administración del dinero determina cuántas riquezas espirituales Dios nos confiará. “Y si no son confiables con las riquezas mundanas, ¿quién les confiará las verdaderas riquezas del cielo?”, Lucas 16:11 (NTV). Antes de confiarnos sus invaluables tesoros espirituales Dios nos prueba dándonos dinero, algo de menos valor frente a la eternidad: “Mis dones son mejores que el oro… Lo que tengo para ofrecer vale más que… la plata, Proverbios 8:19 (NTV y TLA). Si superamos la prueba administrando sabiamente los bienes terrenales entonces Dios nos confiará sus tesoros espirituales como dones y ministerios. Ahora bien, ¿cuál es la manera correcta de administrar los recursos que Dios nos confía? ¿Solo protegiéndolos de la depreciación y de los ladrones? Eso fue lo que hizo el siervo malo y negligente al esconder el único talento que se le había dado, Mateo 25:26. El perverso mundo en el que vivimos nos enseña que el dinero, puesto en un lugar seguro, garantiza nuestra existencia y porvenir. Pero si confiamos en el dinero eso sería idolatría, pues solo el Señor garantiza nuestro porvenir. En relación al dinero Jesús dijo algo diferente. Él nos sugiere poner el dinero en circulación por medio de la evangelización para hacer amigos, porque ellos nos darán la bienvenida en el cielo: “… Usen las… riquezas de este mundo para ganarse amigos… Para que… ellos los reciban en las moradas eternas…”, Lucas 16:9 (DHH y LPD). ¿Quiénes son esos amigos que nos recibirán en sus propios hogares? Aquellos cuyas vidas hemos tocado con el evangelio aquí en la tierra. Si usamos nuestros recursos para ayudar a que otros encuentren a Cristo la inversión nos brindará beneficios en la eternidad. En esto consiste la verdadera sabiduría: en utilizar los recursos terrenales para asegurarnos un porvenir eterno haciendo que las personas en esta tierra se reconcilien con Dios. Demos a la obra del Señor con alegría y generosidad. Jesús dijo: “No guarden tesoros para ustedes aquí en la tierra, donde la polilla y el moho los dañarán. Además, los ladrones pueden entrar a su casa y robárselos. Más bien, guarden tesoros para ustedes en el cielo donde no los dañarán la polilla ni el moho y donde los ladrones no pueden entrar a robárselos”, Mateo 6:19-20 (PDT). Entonces la prioridad en el uso de nuestro dinero debe ser la salvación de los pecadores. Usemos los recursos terrenales para cumplir los propósitos del reino de Dios.
 
2.     La buena administración es la base de la prosperidad. “El que es honrado en lo poco, también lo será en lo mucho”, Lucas 16:10 (BAD). Si somos fieles administrando poco, algún día Dios nos dará la oportunidad de demostrar fidelidad en algo más grande. A menos que demostremos ser competentes en la administración de lo poco, es decir cosas terrenales, Dios no nos confiará más. En otras palabras: administras mal y perderás. Muchas personas dicen que si tuvieran más dinero darían para la obra del Señor. Pero el dar no se relaciona con el tener sino con el corazón. Son muchas las personas que dan mucho aun cuando tienen poco. El manejo del dinero es un asunto de carácter. ¡Cuidado con el pecado del egoísmo y esto no se relaciona con cuánto posees sino con cuánto compartes! Lo que Jesús enseña en esta parábola acerca del dinero, es decir invertirlo en la obra de evangelización mundial, está a contrapelo con lo que este mundo enseña y con lo que enseñan los pseudos-evangelios enfatizando la acumulación de riquezas a expensas de la obra de Dios. Dios quiere que prosperes pero para evangelizar a toda la humanidad. Cuidado con esa clase de evangelio que promete bendiciones sin exigir obediencia y que nada ofrece a este mundo pecador. El evangelio que no comparte a Cristo y no enseña el camino de la generosidad en los creyentes no es el verdadero evangelio.
 
Una reflexión final. Un cristiano inteligente es aquel que planifica para el futuro eterno invirtiendo en la difusión del evangelio. Si realmente queremos que Dios nos confíe sus riquezas verdaderas y eternas debemos administrar bien los bienes terrenales sembrando en la obra del Señor. Si no utilizamos el dinero para ganar amigos comprometemos la recompensa eterna. “Den y les será dado”, dijo Jesús en Lucas 6:38. Si no aprendemos a invertir en la obra de Dios no se nos confiarán las riquezas eternas. Si no somos fieles en el uso del dinero usándolo para ganar amigos entonces perderemos nuestra recompensa en el cielo. Lo que recibamos en el cielo dependerá de cómo hayamos usado las cosas aquí en la tierra. Si las usamos solo para nuestro beneficio nos espera bien poco en la eternidad, pero si las compartimos para beneficiar a los demás entonces administraremos una gran recompensa en el cielo. La posesión de riquezas no es algo malo, pero debe ser un medio para bendecir a otros. Ese es el mensaje de la parábola.