Parábola del rico y Lázaro 22/11/2020 #1119

Episode 122,   Nov 28, 2020, 02:32 PM

Pastor José Luis Cinalli
22/11/2020
Parábola del rico y Lázaro
 
“… Un hombre muy rico… vestía ropas muy lujosas. Hacía fiestas todos los días… A la entrada de su casa había un hombre pobre, llamado Lázaro… tenía tanta hambre que deseaba comer… las sobras que caían de la mesa del hombre rico. Un día… murió y los ángeles lo pusieron… junto a… Abraham. Después murió… el hombre rico… Cuando ya estaba en el infierno, donde sufría muchísimo… vio a lo lejos a Abraham… y le dijo: “… ordénale a Lázaro que… me refresque la lengua…”… Abraham le respondió: “… a ustedes y a nosotros nos separa un gran abismo, y nadie puede pasar de un lado a otro”. El hombre rico dijo: “… te ruego entonces que mandes a Lázaro a la casa de mi familia. Que avise… que, si no dejan de hacer lo malo, vendrán a este horrible lugar”. Pero Abraham le contestó: “Tus hermanos tienen la Biblia… ¿Por qué no la obedecen?”. El hombre rico respondió: “… si alguno de los muertos… habla con ellos… se volverán a Dios”. Abraham le dijo: “Si no hacen caso de lo que dice la Biblia, tampoco le harán caso a un muerto que vuelva a vivir”, Lucas 16:19-31 (TLA).
 
El tema central de esta parábola es la vida después de la muerte. Existe un cielo donde las personas viven junto a Cristo eterna felicidad y existe un infierno donde las personas viven junto a los demonios eterno sufrimiento. En el más allá las personas viven; no están muertas ni tampoco duermen. Tanto Lázaro como el hombre rico eran plenamente conscientes, uno de su felicidad y el otro de su tormento. Cuidado con minimizar o negar la existencia del infierno. Desde el día en que Satanás le dijo a Eva: “no morirán” no han faltado detractores a esta doctrina bíblica. El infierno es un lugar real donde las personas sufren realmente. No es un lugar para el compañerismo o la diversión. Si así fuera el hombre rico habría esperado por sus amigos pero en lugar de esto, intenta impedirlo. Tú puedes creer o no creer en el infierno, pero no puedes lograr que la Biblia sea mentira. Es verdad aunque tú no la creas. El infierno será igual de ardiente para los que no creyeron en él como para los que sí creyeron. El oído mundano no quiere escuchar nada que se refiera al infierno. Al contrario, queremos mensajes positivos y azucarados; pero lo cierto es que el infierno sí existe y si no lo predicamos muchas personas terminarán en ese terrorífico lugar. Veamos ahora algunas lecciones más encontradas en esta parábola:
 
1)    El dinero tiene el poder de impedir que una persona entre al cielo. Lázaro fue al cielo por ser creyente, no por ser pobre. ¿Cómo lo sabemos? Por su nombre. Lázaro significa Dios es mi ayuda. Además por el lugar donde lo pusieron los ángeles. Fue llevado al cielo y al cielo solo entran los que creen en Dios. Algunas personas afirman que Dios envía ángeles cuando un creyente muere para que lo transporten al cielo. Tiene sentido si creemos que la referencia a “los carros de Dios” en el Salmo 68:17 hace alusión a los ángeles. Ahora bien, del hombre rico no sabemos ni siquiera su nombre probablemente porque según San Agustín el Señor no lo encontró en el libro de la vida. Lo que sí sabemos es que vivía en medio de lujos y brindaba fiestas suntuosas. El pecado de este hombre no era su riqueza sino la forma en que la utilizaba. No fue condenado por ser rico sino por ser egoísta. Vivió solo para sí mismo. Y ni la experiencia del infierno pudo cambiarlo. No tuvo vergüenza de pedirle un favor a Lázaro, la persona que nunca recibió un favor de su parte. Además esperaba que Abraham le ayudara cuando nunca había imitado su fe. Cuidado con el egoísmo. Cuidado con el uso que le damos a los recursos materiales porque Jesús dijo: Usen sus recursos mundanos para beneficiar a otros y para hacer amigos…”, Lucas 16:9 (NTV). El hombre rico hizo planes solo para esta vida al igual que el mayordomo infiel. No previó para la eternidad. No hizo amigos espirituales con sus riquezas terrenales. Falló en planificar su futuro eterno. ¿Cometeremos nosotros el mismo error? Utilicemos nuestros bienes para hacer que la gente conozca a Dios y esa será la mejor inversión para la eternidad.    
 
2)    La indiferencia es uno de los peores pecados. ¿Qué hizo el hombre rico para merecer el infierno? ¿Maltrató al mendigo? No, ‘simplemente’ lo ignoró. Fue indiferente a su dolor. Naturalizó el hecho de que Lázaro estuviera tirado como un perro a la puerta de su casa, mientras él banqueteaba suntuosamente todos los días. No fue tanto lo que hizo, sino lo que no hizo, lo que lo llevó al infierno. “Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”, Santiago 4:17. El hombre rico entraba y salía de su casa mientras observaba al mendigo tirado a sus puertas deseando comer un poco de su pan y su corazón no le decía nada. Me pregunto si no compartimos algo del pecado de indiferencia del hombre rico. El mundo está como está no porque los malos hagan cosas malas sino porque ‘los buenos’ no hacemos nada. No se puede pasar frente a los ‘Lázaros’ de hoy en día y hacer como si no estuvieran. Que Dios nos ayude a tener un corazón empático y compasivo con quienes sufren a nuestro alrededor.    
 
3)    Demorarse en prever nuestro futuro eterno podría ser letal. El hombre rico aprendió demasiado tarde cuánto vale el alma. En el infierno se dio cuenta de que podía haber evitado ese horrible lugar si en vida hubiera vivido como el pordiosero a su puerta; es decir, apartado del mal y confiando en Dios. Prueba de su arrepentimiento tardío fue el hecho de que le pidió a Abraham que enviara a Lázaro a la casa de su familia para advertirles a sus hermanos que si no se arrepentían de sus pecados compartirían el mismo destino. Mientras estuvo en la tierra no hizo nada para salvar su alma. Vivía solo para los deseos de la carne. Ahora en el infierno toma conciencia de su insensatez. Y lo peor de todo es que no puede hacer nada para cambiar su situación. No tiene ninguna posibilidad de modificar su destino eterno. Abraham le dijo: “… A ustedes y a nosotros nos separa un gran abismo, y nadie puede pasar de un lado a otro, Lucas 16:26 (TLA). Aprendamos una gran verdad: una vez muerta una persona su condición final queda fijada para siempre. No existe una segunda oportunidad para elegir dónde viviremos en el más allá. Si mientras estamos en esta tierra rechazamos a Cristo nuestro destino eterno será de sufrimiento. Por lo tanto, la oportunidad para vivir una vida que glorifique a Dios y que nos deposite en el cielo debe ser aprovechada ahora que todavía hay tiempo.
 
4)    Los milagros no alcanzan para que una persona se vuelva a Dios. El hombre rico creía que si alguien volvía de la muerte y le predicaba a sus hermanos estos se volverían a Dios. La gente de hoy en día piensa de la misma manera. Sin embargo, tenemos sobrados motivos para creer que los milagros no tienen ese poder. Tomemos como ejemplo al rey Acab. Fue testigo ocular del gran poder de Dios desplegado en el monte Carmelo y aun así nunca se volvió a Dios. Los israelitas presenciaron el rompimiento del mar y escucharon la voz audible de Dios en medio de una montaña que ardía en fuego y a pesar de eso no abandonaron la idolatría. ¿Y qué me dices de los líderes religiosos? “A pesar de que Jesús había hecho tan grandes señales milagrosas… no creían en él”, Juan 12:27 (DHH). ¿Lo ves? Los milagros sin una relación personal con Dios son de muy poco valor. Qué equivocado estaba el rico al pensar que un milagro de resurrección podría convertir a sus hermanos, aunque el milagro sucedió. Un muerto salió de la tumba. Su nombre era Lázaro, pero no el de la parábola, Juan 11. ¿Sirvió su majestuosa resurrección para que la gente se convirtiera masivamente? Por supuesto que no. ¿Se convencieron los enemigos de Cristo de que realmente Él era el Mesías después de haber resucitado? Tampoco. ¿Lo ves? Aunque los muertos desalojaran el cementerio no bastaría para que la gente creyera en Dios. La herramienta más poderosa que tenemos para la conversión de las personas es la Palabra y es el Espíritu. Por eso Abraham le dijo al rico: “Si no hacen caso de lo que dice la Biblia, tampoco le harán caso a un muerto que vuelva a vivir”, Lucas 16:31 (TLA). Para reconocer a Dios no necesitamos mayores pruebas sino mayor deseo, mayor voluntad de creer. ¡Necesitamos fe!
 
Una reflexión final. El pecado tiene consecuencias eternas. El egoísmo y la incredulidad del hombre rico determinaron su destino final de sufrimiento. La cuerda que uno toca aquí vibra en el más allá. Pensemos bien. Si después de haber leído, estudiado y meditado la historia del rico y Lázaro seguimos siendo los mismos, entonces, somos las personas menos inteligentes de la tierra. A partir de hoy algo tiene que cambiar. El que cree en Cristo debe consagrarse aún más y el que ha vivido desafiando su autoridad debe arrepentirse de sus pecados y vivir como a Él le agrada. ¡Cuidado!, porque no es una decisión de poca monta. Lo que está en juego es el destino final. Sería una tragedia pasar la eternidad en un lugar de sufrimiento recordando continuamente que pudimos haber hecho algo diferente para evitarlo. ¿Cómo recordando? Sí, porque la memoria no muere. La memoria no forma parte del cuerpo sino del alma y el alma no muere. El recuerdo de aquello que los llevó al infierno será tan atormentador como el infierno mismo. ¿Cuántas oportunidades más tendremos para tomar la decisión más importante de la vida? ¿Tendremos otra oportunidad? Nadie lo sabe, por lo tanto aprovecha la que Dios te brinda en este momento. Elige vivir para Dios.