No es la montaña la que te detiene sino la piedra en tu zapato 20/6/2021 #1149
Episode 152, Jun 20, 2021, 01:37 PM
Pastor José Luis Cinalli
20/6/2021
No es la montaña la que te detiene sino la piedra en tu zapato
Existe una sola llave que abre todas las puertas del cielo: ¡la obediencia! Nada nos beneficia más que temer y obedecer a Dios: “¡Dios bendice a todos los que lo obedecen…! Si tú eres uno de ellos, Dios te bendecirá mucho”, Salmo 128:1-2 (TLA). “Si obedeces… serás bendito… El SEÑOR… te bendecirá… y te dará prosperidad…”, Deuteronomio 28:2-11 (NTV). “…Tendrás éxito si obedeces… al SEÑOR…”, 1º Crónicas 22:13 (NTV). “Obedézcanme… y les irá bien”, Jeremías 7:23 (NTV). “… Obedece… para que prosperes en todo lo que hagas”, Deuteronomio 29:9 (NTV). “Si obedeces todo lo que Dios te manda, y haces lo que a él le agrada… Dios te ayudará en todo…”, 1º Reyes 11:38 (TLA). “… Dios bendecirá al obediente, y lo recompensará…”, Isaías 3:10 (TLA). “… Quien… obedece recibe una gran recompensa”, Salmo 19:11 (NVI). ¿En qué consiste esa gran recompensa prometida solo para los obedientes?
1) Paz: “Si… obedecen… les daré paz… y podrán dormir sin temor alguno…”, Levítico 26:3-6 (NTV).
2) Felicidad: “Si observas… la ley, vivirás feliz… felicísimo”, Proverbios 29:18 (Castillian y Jünemann).
3) Protección: “Dios protege a quienes lo obedecen”, 1º Samuel 2:9 (TLA). “… El que obedece vivirá… seguro… sin temer ninguna desgracia”, Proverbios 1:33 (PDT); Proverbios 14:26. “El que obedece a Dios ya tiene un poderoso protector para él y para sus hijos”, Proverbios 14:26 (TLA).
4) Sanidad: “… Obedece… y… Dios… te protegerá de cualquier enfermedad…”, Deuteronomio 7:11-15 (NTV). “Si tú me… obedeces… te daré una larga vida”, 1º Reyes 3:14 (NTV).
5) Respuesta a las oraciones: “Obedécelo... Él siempre responderá tus peticiones…”, 1º Crónicas 28:9 (TLA). “… Dios… está dispuesto a escuchar a los que… hacen su voluntad”, Juan 9:31 (NTV). “Recibiremos de él cualquier cosa que le pidamos porque obedecemos…”, 1ª Juan 3:22 (PDT).
6) Sabiduría: “… Todos los que obedecen… crecerán en sabiduría…”, Salmo 111:10 (NTV). “El SEÑOR guía con fidelidad y amor inagotable a todos los que obedecen…”, Salmo 25:10 (NTV).
7) Presencia: “Los que obedecen los mandamientos de Dios permanecen en comunión con Dios…”, 1ª Juan 3:24 (NTV). “… Dios está con los que lo obedecen”, Salmo 14:5 (NTV).
8) Prosperidad: “Si… obedecen a Dios, serán bendecidos con prosperidad por el resto de su vida. Todos sus años serán agradables”, Job 36:11 (NTV).
La desobediencia es muy mala porque ¡aleja a Dios! “… Si no lo obedeces, él te rechazará para siempre…”, 1º Crónicas 28:9 (TLA). “Voy a dejarlos solos… los abandonaré”, Deuteronomio 32:20 (TLA y NTV). Cuando Dios se va, el creyente queda desprotegido y la desgracia le cae como un rayo: “El enemigo desciende como un águila… porque rompieron mi pacto y se rebelaron contra mi ley”, Oseas 8:1 (NTV). “El que no obedece… pagará por ello… voy a hacerlos sufrir”, Proverbios 13:13 (PDT) y Deuteronomio 32:23 (TLA); Juan 3:36. Cuando desobedecemos pagamos las consecuencias y caemos en desgracia. ¡Y un creyente desgraciado es un mal testimonio para Dios! Cuando Israel pecó Dios pensó en destruirlo, pero no lo hizo para no verle a Satanás la cara de felicidad: “Los habría aniquilado… habría borrado hasta el recuerdo de ellos… pero no quise soportar las burlas del enemigo…”, Deuteronomio 32:26 y 27 (NTV y DHH). El enemigo es Satanás: “el acusador de los hermanos”, Apocalipsis 12:10. La tarea del diablo es doble: vigilar al cristiano y acusarlo delante de Dios cuando se porta mal: “… No den lugar a las críticas del enemigo… no den ninguna ocasión al adversario para maldecir”, 1ª Timoteo 5:14 (BAD y OSO). Cuando pisamos en falso el diablo se encarga de hacerle saber a Dios lo que hicimos: “Ahí está tu hijito, mirá cómo se comporta”. Entonces, para evitar que el diablo se alegre y Dios tenga un mal día el consejo es este: “Muéstrate en todo como ejemplo de buenas obras… a fin de que el adversario se avergüence al no tener nada malo que decir… nada de qué acusarnos”, Tito 2:7-8 (LBLA y BNP).
El pasatiempo favorito del diablo es vigilarnos. Una vez que descubre una grieta en nuestro carácter se presenta delante de Dios con el chisme. Le habla a Dios mal de nosotros. ¡Pero con razón! ¿Y qué puede hacer Dios por nosotros cuando el diablo dice la verdad? ¡Dios no protege a los desobedientes! A diferencia de los padres terrenales, ‘papá Dios’ es justo y no defiende lo indefendible. Cuando desobedecemos no solo entristecemos a Dios sino que lo humillamos, deshonramos y avergonzamos frente a sus enemigos. Imagínate lo desagradable que es mirarle la cara de felicidad al diablo mientras éste le recuerda a Dios la clase de hijos que tiene. Pensemos en la vergüenza que siente un padre cuando lo llaman del colegio para recriminarle la mala conducta de su hijo. La misma sensación tiene Dios cuando el diablo se presenta para refregarle en la cara la mala conducta de sus hijos. ¡Qué mal le hacemos sentir cuando nos portamos mal!
Ahora bien, qué diferente es la sensación del padre cuando recibe el boletín de calificaciones de su hijo y ve que todas las notas son buenas. Se siente tan orgulloso que se florea con el boletín en la mano haciendo alarde del hijo que tiene. Salvando las diferencias, lo mismo sucede con Dios. La Biblia refleja la felicidad que sintió Dios al ver el boletín de calificaciones de su hijo Job. Sentado en su trono le hizo saber a toda la corte celestial, incluido Satanás, que su hijo era un diez en todo. Diez en santidad, integridad, honestidad, fe, espiritualidad, sujeción, lealtad y diez en obediencia: “Entonces el SEÑOR preguntó a Satanás: — ¿Te has fijado en mi siervo Job? Es el mejor hombre en toda la tierra; es un hombre intachable y de absoluta integridad. Tiene temor de Dios y se mantiene apartado del mal”, Job 1:8 (NTV). “... Siempre me obedece en todo…”, Job 1:8 (TLA). Advierte cómo Job logró impresionar a Dios. No lo hizo con sus talentos, dinero o conocimiento sino con su carácter. Algo que todos nosotros podríamos hacer. Pero no lo hacemos. Al contrario, ¡qué mal rato le hacemos pasar cuando descubre las malas notas en nuestro boletín de calificaciones!
Ahora bien. Job era un diez en todo; sin embargo hubo un diez que era más grande. Pero recién lo obtuvo después de rendir su última materia. Con el permiso de Dios el diablo puso a prueba a Job. Lo llenó de problemas y dificultades con la única intención de que maldijera a Dios. El diablo creía que Job era obediente porque era bendecido. Y eso resulta ser verdad para muchos creyentes hoy en día. Mientras todo está bien, la relación con Dios también está bien. Pero en cuanto se termina ‘la yerba del mate’ empiezan a llenarse de dudas y a despotricar contra Dios. Job tenía que rendir su última materia: ¡la confianza en medio de la dificultad! Si reprobaba echaría por tierra el excelente promedio que tenía. Pero Job no falló. Nunca culpó a Dios por sus desgracias. Aunque no entendía la realidad que vivía y nunca supo por qué le sucedió, Job jamás dejó de esperar y confiar en Dios. Se sometió a Su voluntad sin cuestionarlo. “Dios… es mi única esperanza; voy a presentar mi caso ante él”, Job 13:15 (NTV). “Todos los días de mi vida esperaré, hasta que llegue mi liberación”, Job 14:14 (RV95). En medio de su desierto más profundo Job confió plena y totalmente en Dios, ¡y aprobó la materia con un gran diez! “Job no cometió ningún pecado en lo que dijo… No pecó contra Dios diciendo algo malo”, Job 2:10 (PDT y TLA). Todos deberemos rendir la materia de la confianza algún día. Los problemas llegarán, pero si aprendemos a confiar en Dios y a esperar en Él sometiéndonos a Su voluntad entonces aprobaremos con un diez y haremos sentir orgulloso a Dios. ¡La obediencia glorifica a Dios, pero la confianza en medio de la prueba lo glorifica aún más!
Cuando pases por una dura prueba y te preguntes: ‘¿dónde está Dios?’, recuerda que el maestro siempre permanece en silencio durante el examen. Existen días buenos y días malos, pero Dios está presente en todos ellos. Dios tiene todo bajo control. Confía en Él. ¡Donde hay esperanza hay fe y donde hay fe suceden milagros! Una cosa final: cuidado con llorar demasiado las pérdidas. ¡Tal vez lo que estás perdiendo te está salvando de perderte! Tu vida está en las manos del Señor. Por lo tanto, ¡estás en buenas manos!