¿Final feliz? ¡Solo si Dios está desde el comienzo! 07/07/21
Episode 155, Jul 18, 2021, 12:55 PM
Pastor José Luis Cinalli
07/07/21
¿Final feliz? ¡Solo si Dios está desde el comienzo!
La ley del terreno firme: ¡el fundamento del matrimonio es Cristo! - Parte I
“Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican”, Salmo 127:1.
¿Es posible un matrimonio feliz y para toda la vida? Claro que sí. Respeta las leyes espirituales para el buen funcionamiento del matrimonio y lo tendrás. Examinaremos a continuación el fundamento seguro sobre el que se edifica el matrimonio y siete leyes espirituales: “La Sabiduría edificó su casa, labró sus siete columnas”, Proverbio 9:1 (RV 95). 1) Ley de la prioridad. 2) Ley de la santidad. 3) Ley del perdón. 4) La ley del compañerismo. 5) La ley del amor. 6) La ley de la libertad. 7) La ley de los pequeños detalles. ¿Cuál es el fundamento de un buen matrimonio? ¡Cristo! Casarse es fácil, permanecer felizmente casados es un reto difícil. Si queremos que el matrimonio sea un oasis de paz y bienestar y, al mismo tiempo supere la prueba del tiempo debemos edificarlo conforme al plano establecido por su creador. Tendrás “…éxito al seguir sus instrucciones en la edificación…”, 1º Crónicas 22:11 (NTV). Para que el edificio llamado matrimonio permanezca debe ser edificado sobre un fundamento seguro: “… La casa resiste… porque está fundada… sobre la roca”, Lucas 6:48 (NT-BAD). Y “la roca es Cristo”, 1ª Corintios 10:4. Para que un matrimonio tenga éxito hace falta más que amor, ¡hace falta Dios! ¡Si Cristo no es el fundamento de la relación el matrimonio no tiene futuro! De ahí la importancia de elegir bien la pareja. La relación no funciona cuando se está con la persona inadecuada. Y la persona es inadecuada cuando no es creyente. Si el chico/a que te gusta no puede mantener una relación con Dios, tampoco podrá mantener una relación contigo. Si no comparte tu fe, mejor no compartas con él tu vida. Pero cuidado, no te cases con cualquier cristiano sino con alguien que ama a Dios y se distingue por la obediencia a su Palabra. Para tener un matrimonio feliz no alcanza con que tú ames y temas a Dios. Es necesario que tu pareja también lo haga. Para que la relación sea fuerte el amor por Dios debe ser la pasión común de ambos. En definitiva ¡si tienes mariposas por alguien que no teme a Dios, toma tres días de ayuno para que se mueran de hambre!
¡Los matrimonios mixtos no son la voluntad de Dios! “No permitan que… sus hijos… se casen con gente de esas naciones. Por causa de esa gente… dejarán de obedecer a Dios…”, Deuteronomio 7:3-4 (TLA). “Los israelitas no obedecieron, sino que permitieron que sus hijos… se casaran con gente de esos pueblos…”, Jueces 3:5-6 (TLA). ¿Y cuál fue la consecuencia? “… El enojo del SEÑOR se encendió contra su pueblo…”, Salmo 106:40 (NTV). El pueblo que regresó del exilio continuó por el mismo camino: “... Se han casado con mujeres extranjeras, y la raza santa se ha mezclado con otros pueblos”, Esdras 9:2 (PDT). Diez años después Nehemías tuvo que lidiar con el mismo pecado: “… Algunos judíos se habían casado con mujeres de Asdod, de Amón y de Moab… Entonces los reprendí… “… ¿Será que también de ustedes se dirá que cometieron el gran pecado de ofender a nuestro Dios casándose con mujeres extranjeras?”, Nehemías 13:23-27 (NVI). Pablo dijo: “No se unan… en un mismo yugo con los que no creen… ¿Cómo puede la luz ser compañera de la oscuridad? No puede haber armonía entre… un creyente y un incrédulo”, 2ª Corintios 6:14-15 (DHH). Incluso las viudas pueden casarse “con tal que sea en el Señor”, 1ª Corintios 7:39. El apóstol Pablo dijo que tenía derecho a casarse, pero solo con “una hermana en la fe”, 1ª Corintios 9:5 (Castillian). En conclusión: ¡los príncipes y las princesas sí existen, solo que tienes que buscarlos cerca de Dios porque es allí donde son formados!
Los patriarcas eran conscientes de la importancia de hacer compromisos matrimoniales con personas de su misma fe. Abraham le dijo a su siervo: “Vas a jurar por… Dios… que no casarás a mi hijo Isaac con ninguna mujer de Canaán…”, Génesis 24:3 (TLA). Rebeca tampoco quería una esposa pagana para su hijo Jacob: “… ¡Estoy harta de estas mujeres hititas…! Preferiría morir antes que ver a Jacob casado con una de ellas”, Génesis 27:46 (NTV). Isaac llamó a su hijo Jacob y le dijo: “… No te cases con ninguna de estas mujeres cananeas”, Génesis 28:1 (NTV). El hijo obedeció y tuvo un matrimonio bendecido. Su hermano, en cambio, no lo hizo y su matrimonio fue una amargura para él y toda su familia: “Esaú… se casó con dos mujeres… hititas… Estos casamientos les amargaron la vida a Isaac y Rebeca”, Génesis 26:34-35 (PDT). Recordemos ahora a Sansón. Ignorando el consejo bíblico se casó con una mujer filistea y el matrimonio duró un suspiro, Jueces 14. Pese a su dolorosa experiencia comenzó una nueva relación también desigual cuyo final fue todavía peor, Jueces 16. Sansón perdió la familia, el ministerio, la libertad, los ojos y finalmente la vida. ¡Cuánto sufrimiento por haber elegido parejas desiguales! ¿Y qué decir de Salomón? El hombre más sabio del mundo desafió la sabiduría divina y, ¿cómo terminó? En un profundo desastre: “Salomón amó a muchas mujeres extranjeras… y ellas le desviaron el corazón para que rindiera culto a otros dioses en lugar de ser totalmente fiel al Señor…”, 1º Reyes 11:1-4 (NTV).
¿Qué debes saber antes de casarte? ¡El éxito o el fracaso en la vida dependerá y mucho de la elección de tu pareja! No se puede negar la influencia negativa que representa una persona sin fe en la vida de su cónyuge creyente. Es muy común que quien no teme a Dios arrastre a su pareja hacia el desastre espiritual. Acuérdate de Jezabel. No solo fue causa de tropiezo para su esposo sino para toda la nación: “Nunca nadie se entregó tanto a hacer lo que es malo a los ojos del SEÑOR como Acab, bajo la influencia de su esposa Jezabel”, 1ª Reyes 21:25 (NTV). ¡Tienes que decidir a qué clase de persona amarás! Su carácter y su vida espiritual deben ser más deseables que su apariencia física porque, de lo contrario, echarás a perder no solo tu matrimonio sino tu vida, tu llamado y tu destino final.
¿Qué hacer si tu cónyuge te persuade a pecar contra Dios? No lo hagas. Las personas más espirituales pueden convertirse en un instrumento de Satanás para arruinar la vida espiritual del cónyuge. Abraham, el ‘padre de la fe’ sedujo a su esposa a mentir diciendo que era su hermana, Génesis 12:13. ¿Y qué hizo Sara? Mintió. No te dejes persuadir por tu cónyuge a hacer algo que sabes que está mal a los ojos de Dios. Muchas mujeres bajo el pretexto de que tienen que sujetarse a sus esposos (Colosenses 3:18) hacen cosas que ofenden a Dios. No pongas el séptimo mandamiento antes que el primero. Obedece a Dios antes que a tu marido. Ve hasta donde puedas con tu cónyuge, pero no más allá de la obediencia porque arruinarás tu relación con Dios. Sara también fue una piedra en el zapato de su esposo. ¿No fue ella quién le sugirió que se acostara con su propia sierva, Génesis 16:2? Seamos justos. Así como existen casos en que los esposos influencian negativamente en la vida de sus esposas, tenemos ejemplos donde ellos son una verdadera inspiración. Por ejemplo Jacob, quien empujó a toda su familia a la consagración espiritual, Génesis 35:1-9. Pensemos ahora en la gran influencia que puede ser una mujer en su propio hogar: “La mujer sabia edifica su hogar…”, Proverbios 14:1 (NTV). La mujer virtuosa de Proverbios 31 es aquella que “le es fuente de bien (a su esposo)… todos los días de su vida”, versículo 12 (BAD). La Biblia nos hace ver cuán buenas consejeras pueden ser las mujeres en sus propios hogares, como lo fue la esposa de Manoa quien impulsó a su esposo a confiar solamente en Dios, Jueces 13:23. Otro caso es la mujer sunamita que convenció a su esposo de preparar un lugar para reposar al profeta Eliseo, 2º Reyes 4:9-10.
¿Qué pueden hacer las personas que se casaron en yugo desigual? Ganar a sus cónyuges para Cristo. La misma recomendación sirve para aquellos que se convirtieron cuando estaban casados. No será nada fácil. ¡Pero con Dios todo es posible! Algunas recomendaciones: A) Apela al buen testimonio: “… El comportamiento de ustedes podrá convencerlos, pues verán que ustedes… honran a Dios”, 1ª Pedro 3:1-2 (TLA). No malinterpretes el pasaje. Un creyente solo ganará a su cónyuge si honra a Dios. No se trata de hacer ‘concesiones’ en la fe para mantener ‘la paz en el matrimonio’. Moisés lo hizo y casi le costó la vida, Éxodo 4:24-26. En el camino a Egipto Dios salió a su encuentro para matarlo porque no había circuncidado a su hijo. Y, ¿por qué no lo hizo? Porque aparentemente su esposa no lo quería. Hubo un desacuerdo en el matrimonio y para preservar la paz en el hogar Moisés hizo una concesión y desobedeció a Dios. Moisés no quiso tener problemas con su esposa, pero terminó teniendo problemas con Dios. Sucede exactamente lo mismo hoy en día. Para no tener problemas se toleran en la familia comportamientos deshonrosos. ¡Cuando existen conflictos entre la voluntad del cónyuge y la de Dios hay que obedecer a Dios!, Hechos 5:29. B) Ora por la salvación de tu familia y espera con fe. El amor es paciente. Siempre confía y nunca pierde la esperanza.
¿Puede Dios elegir nuestra pareja? ¿Y por qué no? Es cierto que somos libres para escoger pero, ¿no crees que Dios puede ayudarnos en una decisión tan importante? La Biblia es muy clara en ese punto: “… Una buena esposa es un regalo del Señor”, Proverbios 19:14 (PDT). ¿Aceptarás el regalo de Dios o harás tu propia elección? Si quieres tener un matrimonio feliz deja que Dios sea parte de él. La persona que Dios tiene para ti es mil veces mejor que la que tú tienes en tus sueños. ¡Pregúntale a Dios y no te equivocarás en la elección! Inclínate y ora. Son mejores las marcas en las rodillas que las del corazón.
Tres recomendaciones finales:
1) Encuentra tu pareja y cásate con ella. Juntados no; casados sí. “Honorable es… el matrimonio…”, Hebreos 13:4 (RV1862). El pacto matrimonial brinda cobertura espiritual a los esposos y a los hijos. ¡Blinda a la familia de los ataques satánicos! ¡El matrimonio es mucho más que un simple papel!
2) No convivas antes de casarse. La sexualidad está reservada para el matrimonio, Génesis 2:24. Si no esperas el tiempo de Dios para iniciar tu vida sexual lo echarás todo a perder porque el pecado sexual es adoración al diablo: ¡te aleja de Dios y te conecta con el infierno! No te metas en la cama a no ser que te acuestes solo. ¡No celebres debajo de las sábanas hasta el día en que estés casado!
3) No aceptes la idea del divorcio. “¡Yo odio el divorcio!...”, Malaquías 2:16 (NTV). El divorcio crea más problemas de los que resuelve. Un proverbio chino dice: ‘en un nido roto no hay huevos sanos’. Jesús dijo: “Moisés permitió el divorcio… ante la dureza del corazón…, pero no fue la intención original de Dios”, Mateo 19:8 (NTV). Dios no quiere que tu matrimonio sufra y termine antes de tiempo. Al contrario, espera que vivan felices, por lo tanto comienza con el final en mente. Nunca aceptes el pensamiento de que es posible una salida rápida si la relación se complica. En lugar de pensar en el divorcio dedícate a conquistar a tu cónyuge todos los días. ¡No eches por la borda los votos matrimoniales! Y tampoco coquetees con la posibilidad de la infidelidad. Alguien preguntó: “¿cómo se las arreglan para estar juntos después de tantos años?”. La anciana contesto: “es que nacimos en una época en que si algo se rompía se lo arreglaba”. Hoy, en cambio, se lo tira y se ‘compra’ uno nuevo. ¡No sigas el modelo que el mundo te ofrece! Si tu matrimonio está roto: ¡arréglalo con la ayuda de Dios! Tu desafío será: ¡encontrar el amor verdadero, todos los días y en la misma persona! ¡Recuerda que la verdadera felicidad no se logra evadiendo los mandamientos de Dios sino respetándolos!