Las mejores vitaminas para el matrimonio A, B y C: ¡abrazos, besos y cariños! 9/7/2021

Episode 160,   Jul 18, 2021, 01:04 PM

Pastora Silvia Cinalli
9/7/2021
Las mejores vitaminas para el matrimonio A, B y C: ¡abrazos, besos y cariños!
La ley del amor: ¡nunca encima de ti, nunca debajo de ti, siempre a tu lado! -- Parte VI

“El hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a la mujer con quien se casa, para poder ser una sola carneEsto es un misterio profundo, Efesios 5:31-32 (NT-BAD y NVI).

¿En qué consiste el gran misterio del matrimonio? En que los esposos “deben amar… así como Cristo nos amó y murió por nosotros…”, Efesios 5:2 (TLA). ¿Cómo nos amó Cristo? Entregando su vida por nosotros. Se hizo siervo prefiriendo nuestros intereses a los suyos, Romanos 15:3. Los esposos que logran amarse de la misma manera disfrutarán de un matrimonio armónico y feliz. Veamos algunas características de ese amor:

a)     El amor entre los esposos depende del amor de cada uno de ellos con Dios. ¡Cualquier hogar puede ser un castillo si el ‘rey’ y la ‘reina’ se aman profundamente! Y para eso los esposos tienen que amar a Dios en primer lugar. ¡Cuando Dios es la razón para amar, la capacidad de amor entre los esposos está garantizada! Ahora bien, cuando el amor a Dios mengua el matrimonio sufre. La mayoría de las personas que se divorcian dicen: “se murió el amor”. ¡No murió, lo dejaron morir! ¿Cómo? Descuidando primero la relación con Dios. Sin el amor de Dios, el amor entre los esposos es muy frágil, basado solo en sentimientos y emociones volubles y cambiantes como el tiempo. Por tal motivo y por el bien de tu matrimonio, ¡mantén encendida la llama del amor por Dios!   

b)    El amor matrimonial debe ser superior al amor paterno y materno. El amor entre los esposos es más profundo que el amor de cada uno de ellos con sus padres porque incluye un nivel de intimidad único: el sexual: “Los dos serán un solo ser”, 1ª Corintios 6:16 (PDT). Cuando dos personas se casan forman un nuevo hogar, una nueva familia que debe ser independiente de las familias de sus padres. El texto bíblico dice que el hombre debe dejar a su padre y a su madre. Esto requiere madurez porque muchas veces se casan dos personas que no están listas para ‘dejar padre y madre’. La palabra ‘dejar’ significa ‘abandonar’. Pero atención. No es un llamado a que le falten el respeto a sus padres, Efesios 6:2-3. La palabra ‘abandonar’ significa cambiar la lealtad primaria. En tanto que se continúa dando honor y amando a los padres, la esposa y el esposo están primero. Si uno de los dos sigue conectado física, emocional o financieramente a ellos, la relación se afectará negativamente. En segundo lugar ‘abandonar’ la familia de origen se relaciona con la independencia. El hombre y la mujer ya no miran a sus padres para que suplan sus necesidades; más bien empiezan a mirarse el uno al otro. Esto no implica que la pareja no deba aceptar ayuda. Pero la única manera de tener una familia verdaderamente autónoma y que se sostenga a sí misma, es que el hombre y la mujer se separen de sus familias de origen.

c)     El matrimonio debe ser para siempre. La relación matrimonial debe ser monógama y heterosexual: “… Cada hombre debe tener su propia esposa, y cada mujer su propio esposo”, 1ª Corintios 7:2 (BAD). ¡Y debe ser para siempre! “A los casados les doy esta orden… del Señor: que la esposa no se separe de su esposo… De la misma manera, el esposo no se divorcie de su esposa, 1ª Corintios 7:10-11 (PDT). Jesús dijo: “Que nadie separe lo que Dios ha unido”, Marcos 10:9 (NTV). La única excepción bíblica para el divorcio es el adulterio: “Yo digo que el hombre que se divorcia de su esposa, excepto cuando ésta ha sido infiel, hace que ella cometa adulterio y que el que se case con ella lo cometa también”, Mateo 5:32 (NT-BAD). ¿Y si una persona se divorcia por cualquier otro motivo que no sea el adulterio? Jesús dijo: “… El que se divorcia de su esposa y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la divorciada adultera también”, Lucas 16:18 (NT-BAD). El divorcio es uno de los temas más impopulares de toda la Biblia; incluso más que el dinero. Casarse y permanecer casados es un mandamiento resistido, aun por los creyentes. Muchos han inventado elegantes ‘salidas’ para ‘escapar’ de esta responsabilidad bíblica. Sin embargo, nos conviene prestar atención a lo que dijo Jesús porque Él es Dios, nuestro salvador, pero también será el juez de todo el mundo en el día del juicio final, Hechos 17:31. Dios nos desafía a un compromiso matrimonial permanente de amor y fidelidad y a luchar por ese compromiso. Dios espera que amemos al máximo de nuestra capacidad y que nunca nos rindamos. Esto se llama pacto: un acuerdo vinculante e inquebrantable entre dos personas. Cuando nos encontramos dentro de una relación de pacto no permitimos que el estrés o las dificultades nos alejan, sino que nos acerquen. Es cierto que el hombre puede (por el divorcio) separar lo que Dios juntó. Sí, puede desobedecer a Dios, pero no puede evitar las consecuencias de esa decisión. Un juez podrá disolver la unión físicamente, pero no puede librar a los esposos de los votos que hicieron delante de Dios cuando se casaron. El matrimonio es mucho más que la unión física de dos cuerpos, es también un pacto sellado con votos: “¿Por qué el Señor no acepta mi adoración?”. ¡Les diré por qué! Porque el SEÑOR fue testigo de los votos que tú y tu esposa hicieron cuando eran jóvenes. Pero tú le has sido infiel, aunque ella siguió siendo tu compañera fiel, la esposa con la que hiciste tus votos matrimoniales, Malaquías 2:14 (NTV). “Ella abandonó a su marido y no hace caso del pacto que hizo ante Dios, Proverbios 2:17 (NTV). El hombre puede disolver la unión física, pero no puede disolver el pacto. Solamente Dios une, y solamente Él separa. No te rindas ante quienes quieran hundir tu matrimonio. No coquetees con la idea de que el divorcio mejorará la situación porque no es verdad. Lucha por la relación. Persevera en la decisión de amar y ser fiel, cueste lo que cueste. Cuando se ama de verdad ser fiel no es un sacrificio sino un placer.

Veamos ahora algunas maneras prácticas de cómo demostrar amor al cónyuge:

1)    Honrar al cónyuge. “Los esposos deben amar a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y dio su vida por ella, Efesios 5:25 (TLA). “… Maridos, tienen que honrar a sus esposas… Trátala como es debido, para que nada estorbe tus oraciones”, 1ª Pedro 3:7 (NTV). El esposo tiene que honrar a su esposa porque ella le es de gran precio: “El hombre que halla esposa encuentra un tesoro, y recibe el favor del SEÑOR”, Proverbios 18:22 (NTV). “… Es como encontrarse una joya muy valiosa”, Proverbios 31:10 (TLA). El esposo honra a su esposa cuando la respeta: “Y que cada uno de ustedes trate a su propia esposa con mucho respeto, 1ª Tesalonicenses 4:4 (TLA). “Y, esposos, amen a sus esposas; nunca las traten mal y mucho menos con rencor”, Colosenses 3:19 (NT-BAD). Ahora bien, lo que se exige del esposo también se espera de la esposa: “… La esposa debe respetar a su marido”, Efesios 5:33 (NTV). En el matrimonio los esposos son una sola carne. Lo que afecta a uno también afecta al otro. Si el marido promueve el bienestar de su esposa promueve al mismo tiempo su propio bienestar: “… El marido debe amar a su esposa como ama a su propio cuerpo. Pues un hombre que ama a su esposa en realidad demuestra que se ama a sí mismo”, Efesios 5:28 (NTV). Si la esposa busca la felicidad para su esposo busca también su propia felicidad. Pero si uno de los cónyuges maltrata al otro practica una forma de autodestrucción. ¡El respeto hace crecer la relación, el maltrato la mata!

2)    Sustentar y cuidar al cónyuge. El matrimonio funciona si existe un mutuo cuidado. El hombre debe sustentar y cuidar a su esposa: “Esposos, cuiden a sus esposas; sean considerados con ellas…”, 1ª Pedro 3:7 (NT-BAD). Pero la mujer también debe hacerlo: “Deben aprender… a cuidar la casa, a ser amables y a estar dispuestas a servir a su esposo…”, Tito 2:5 (PDT). Sustentar quiere decir ‘alimentar y sostener’. Expresa la idea de cariño, calor, amor tierno. Cuando los integrantes del matrimonio tienen esta actitud imitan a Cristo. Proveen no solo comida, ropa, casa y protección sino también cuidado espiritual y emocional. Atención con las actitudes jerárquicas de algunos maridos. Si él quiere ser grande en la familia tiene que ser siervo de la familia, Mateo 20:25-26. El marido que no sirve a su familia no tiene derecho a mandarla. Cada vez que el hombre diga: “yo soy la cabeza de esta familia” debería agregar: “soy el siervo de esta familia”. Ahora bien, los esposos que se sirven mutuamente se benefician a sí mismos. Este amor echa fuera el egocentrismo, el primer problema de un matrimonio en decadencia. El egocentrismo es una lacra que mata la relación y siempre es un enemigo en las sombras: “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta…, 1ª Corintios 13:4-5 (NVI). El amor es lo opuesto a buscar un beneficio propio. La verdadera felicidad se descubre en la prioridad que damos a las necesidades de nuestra pareja, prioridad que es una respuesta voluntaria a lo que Cristo hizo por nosotros. La gente se pregunta: “¿qué gano si antepongo las necesidades de mi pareja?”. ¡Felicidad! La felicidad que se deriva del servicio. Ten un corazón generoso y no un matrimonio enfocado en ti mismo. Ama y sirve aunque no lo sientas. Cuida tu pareja. No existen ex – padres, ex – hijos. Tu pareja requiere cuidado especial para que nunca sea una ex – pareja. ¿Es posible que todas las noches sean noches de bodas y que todas las lunas sean lunas de miel? ¡Claro que sí! Para eso, no sigas tu corazón. Debes guiarlo. No permitas que tus sentimientos y emociones lo conduzcan; debes colocarlos en el asiento trasero y decirles a donde irás. Tu decisión de amor va más allá de tus sentimientos. Cuando decidas amar a pesar de tus sentimientos la felicidad ya estará dentro de tu casa. ¡Compruébalo por ti mismo!

Marido. Dile a tu esposa que la amas todos los días. Vive feliz junto a la mujer que amas, todos los… días de vida que Dios te haya dado bajo el sol…”, Eclesiastés 9:9 (NTV). Sé feliz con tu esposa, disfruta a la mujer con la que te casaste… Que sus senos te satisfagan por completo, que su amor te apasione para siempre”, Proverbios 5:18-19 (PDT). No le entregues tu amor a ninguna otra persona: “… Comparte tu amor solo con tu esposa, Proverbios 5:15 (NTV). ¡Un aplauso para esos hombres que aun dedican canciones, regalan flores, son detallistas y aman solo a una mujer!

Esposa. “Tengan en cuenta, esposas, que su ejemplo puede guiar a su esposo a ser salvo…”, 1ª Corintios 7:16 (PDT). “… Ustedes esposas… No se interesen tanto por la belleza externa… en cambio, vístanse con la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios”, 1ª Pedro 3:1-4 (NTV).  

Para ambos. No piensen en los beneficios que obtendrán de la relación, sino en servir y dar a la pareja lo mejor, a fin de que crezca y sea bendecida. La esencia del matrimonio entraña un compromiso en mutuo y voluntario sacrificio para beneficio de la relación. Ámense aunque no lo merezcan. Pueden dar amor inmerecido porque Dios les ha dado amor inmerecido, repetidas veces y en forma duradera. Reafirmen el compromiso delante de Dios de estar juntos a pesar de los tiempos difíciles. La dificultad no es un permiso para darse por vencidos. Sean diligentes en perdonarse entre sí. Satisfagan las necesidades del otro, conquisten juntos las dificultades, protéjanse de las amenazas y tentaciones y disfruten de una continua cercanía emocional, física y espiritual. Comprométanse a mantener el matrimonio vivo y fresco y, sobre todo, amen a Dios y sean fieles entre sí: “El esposo y la esposa deben ser fieles el uno al otro…”, Hebreos 13:4 (TLA). Por último: ¡transfórmense en la persona con la que sea un placer convivir! Mejoren el carácter. Quiten el enojo y eliminen las palabras groseras de sus vocabularios. Tengan presente la regla de oro para todo buen matrimonio: ¡trata a tu pareja de la misma manera en la que quieres que te trate!