Más fe menos terapia: ser padre en el siglo XXI 3/10/2021 #1164
Episode 175, Oct 04, 2021, 11:24 AM
Pastor José Luis Cinalli
3/10/2021
Más fe menos terapia: ser padre en el siglo XXI
La Biblia es como un gran álbum de fotografías. El Espíritu Santo ha retratado los momentos espirituales más significativos de algunas personas. Tomemos como ejemplo la vida de Isaac. La secuencia fotográfica comienza con su nacimiento y continúa en el monte Moriah. Esa imagen capta el momento exacto en que su padre está a punto de sacrificarlo para Dios, Génesis 22. El próximo evento significativo es la elección de la pareja. En el retrato se lo ve conversando con Dios: “Isaac salió a caminar por el campo hacia el atardecer para meditar… y orar”, Génesis 24:63 (Kadosh y RVG). Isaac confió en Dios la elección de su compañera y no fue defraudado. Además de ser “muy hermosa” (Génesis 24:16) Rebeca era una mujer hospitalaria, servicial (Génesis 24:20) y muy espiritual, Génesis 24:58. Dios le regaló su esposa y sus dos hijos, Génesis 25:21. ¡Qué extravagantemente generoso es Dios! ¡Él siempre nos ofrece lo mejor! Pero cuidado porque su generosidad tiene límites. Advierte la leyenda registrada al pie del álbum: “Dios bendijo a Isaac…” (Génesis 25:11, TLA) porque él “lo obedecía en todo”, Génesis 24:14 (TLA). ¡La bendición está disponible solo para los obedientes!
Después de mucho tiempo el Espíritu Santo vuelve a retratar a Isaac. Su vida ha cambiado. Ahora es el líder de la incipiente nación de Israel. Se ha vuelto poderoso y también rico. Tiene más responsabilidades, más autoridad y más riquezas para administrar. Pero también menos tiempo para Dios. El ‘súper’ bendecido Isaac ya no sale a caminar con Dios. Como resultado, su vida espiritual ya no es la misma. La inmadura decisión que tomó lo pone en evidencia: “En ese tiempo hubo una gran escasez de alimentos en… aquella región… Por esta razón Isaac se fue a Gerar, donde vivía Abimelec, rey de los filisteos”, Génesis 26:1 (DHH y PDT). Advierte la expresión “por esta razón”. ¿Por qué razón? Por la crisis económica. Isaac decidió mudarse y fijar domicilio entre los enemigos del Señor sin haber consultado a Dios. Acaso, ¿el Dios que había provisto para sus necesidades sentimentales era menos poderoso para suplir sus necesidades económicas? ¡Claro que no! El poder de Dios no había menguado, pero sí su fe. Isaac ya no tiene la misma fe porque ya no tiene la misma vida espiritual. Se alejó del lugar secreto y ahora su fe se cotiza menos que el peso argentino. La fe no es un bien estable. Tiene subidas y bajadas muy pronunciadas y todo depende de la cercanía con Dios. La fe de ayer no nos alcanza para enfrentar los desafíos de hoy. Necesitamos renovarla constantemente y eso solo se logra pasando tiempo con Dios: “… La fe viene por escuchar atentamente… la palabra de Dios”, Romanos 10:17 (NT Pesh). La fe no viene en pastillas. No puedes tomarla como si fuera un suplemento dietario. Tienes que adquirirla en la ‘carpa del encuentro’. Isaac fracasó porque descuidó la comunión con Dios y, como consecuencia, la incredulidad y el temor se apoderaron de él. ¿Quieres ser una persona de fe? ¡Conviértete en una persona de oración!
Antes de cerrar el álbum de fotografías extraigamos algunas lecciones prácticas de la vida de Isaac:
1. Para su cumplimiento, las promesas de Dios exigen fe de nuestra parte. Dios prometió que Isaac sería padre (Génesis 21:12) pero no lo fue hasta que se lo pidió a Dios: “Isaac rogó al Señor a favor de su esposa, porque ella no podía tener hijos. El Señor contestó la oración de Isaac, y Rebeca quedó embarazada…”, Génesis 25:21 (NTV). Isaac tuvo todo en la vida (Génesis 25:5) menos lo que más quería: un hijo. Y para eso debió ejercitarse en la fe y en la paciencia, ya que Dios respondió su oración muchos años después, Génesis 25:20 y 26. Sin oración la bendición no llega. Aunque Lot era justo solo fue preservado de la destrucción (2ª Pedro 2:7) cuando Abraham intercedió por él. Pedro fue liberado de la cárcel después que la iglesia oró por él, Hechos 12:5. Los amigos de Job fueron salvados de la ira divina el día en que Job intercedió por ellos, Job 42:8. La lección es clara: si no pedimos, no recibimos: “Recibiremos de él cualquier cosa que le pidamos…”, 1ª Juan 3:22 (PDT). “… Mi Padre les dará todo lo que le pidan… Pidan y recibirán…”, Juan 16:23-24 (NVI). “... Pidan, y Dios les dará...”, Lucas 11:9 (PDT). Por supuesto, la oración tiene que ser hecha con fe: “… Oren por cualquier cosa, y si creen, la recibirán…”, Marcos 11:24 (NT-BAD).
2. La bendición no debe separarnos del bendecidor. ¿Quién bendijo a Isaac? ¡Dios! Y entonces, ¿por qué descuidó la amistad con aquel que lo bendecía tanto? ¡Con demasiada frecuencia las bendiciones nos desconcentran de Dios! La prosperidad suele ser la causa de nuestra ruina espiritual. Un nuevo trabajo, un hijo, una lancha, una casa de fin de semana son bendiciones de Dios, pero tienen el potencial de alejarnos de Dios. Isaac debió haber aprendido esa lección en casa. Abraham casi pierde a su hijo por haber permitido que la bendición tomara el lugar de Dios en su corazón.
3. Ser bendecido por Dios no significa gozar de su presencia. “Cuando Isaac sembró sus cultivos… cosechó cien veces más… porque el SEÑOR lo bendijo”, Génesis 26:12 (NTV). Isaac se establece entre los filisteos sin la aprobación de Dios; sin embargo, es bendecido. La explicación es muy sencilla: ¡la bendición material no es prueba de que una persona se encuentre en la condición deseada por Dios! Muchos creyentes disfrutan de la bendición de Dios, pero no de su presencia. La Biblia dice que Isaac: “se hizo muy rico… Adquirió tantos rebaños… y siervos que los filisteos comenzaron a tenerle envidia”, Génesis 26:13-14 (NTV). Isaac conservaba la bendición de Dios, pero no su presencia. Por esa razón los filisteos solo envidiaban de él su prosperidad económica. Al final, Isaac obedeció y regresó al lugar donde Dios lo quería. Y allí recupera la presencia. El Señor se le apareció para decirle: “No tengas miedo, porque yo estoy contigo y te bendeciré…”, Génesis 26:24 (NTV). Cuando Isaac vuelve a Dios, la presencia de Dios vuelve a estar con Isaac. ¿Quieres contar con Dios y su bendición? Debes estar en el lugar donde Él te quiere, haciendo lo que Él quiere que hagas. Sin importar lo malo que se vea el panorama a tu alrededor, si estás donde Dios te quiere, Él te sostendrá y prosperará. Isaac debió haber aprendido esta lección también en casa. Su padre había cometido el mismo error mudándose a Egipto debido a la profunda crisis económica que vivía el país, Génesis 12:10. Probablemente Isaac creyó que su padre había hecho bien en mudarse a Egipto porque allí se volvió riquísimo, Génesis 13:1-2. ¡Rico pero sin presencia! En Egipto Abraham tuvo hatos de cerdos y rebaños de ovejas, pero no a Dios. Tuvo que volver al lugar donde Dios lo quería para disfrutar de su presencia. ¡Nada puede suplir la comunión con Dios, ni siquiera la adquisición de grandes riquezas!
4. Nuestra obediencia glorifica a Dios. ¿Recuerdas qué es lo que los filisteos envidiaban de Isaac? Sus rebaños de ovejas; es decir, la bendición de Dios. Sin embargo, después de que Isaac regresa a su tierra los filisteos lo buscan no por su prosperidad sino por su comunión con Dios. Los filisteos querían ahora el Dios que Isaac tenía: “… Ahora estamos convencidos de que el Señor está contigo. Por esa razón hemos pensado que debemos hacer un pacto entre tú y nosotros…”, Génesis 26:28 (PDT). Advierte la expresión: “ahora estamos convencidos de que el Señor está contigo”. Cuando Isaac vivía entre los filisteos tenía la bendición de Dios, pero no su presencia. Cuando vuelve a obedecer, regresando al lugar de dónde nunca se debía haber ido, disfruta no solo de su bendición sino también de su presencia. Y ahora todos quieren el Dios de Isaac. ¿No es eso lo que nosotros también deseamos? Anhelamos que la gente quiera al Dios que adoramos. Y para eso debemos obedecer. Cuando obedecemos atraemos a Dios y también su bendición. Y eso glorifica a Dios porque muchos querrán al Dios de una persona ungida y bendecida. ¡La obediencia es una forma muy efectiva de testificar!
5. No tenemos por qué cometer los mismos errores que nuestros padres. Isaac cometió el pecado de establecerse en Gerar y negar a su esposa, tal como lo había hecho su padre Abraham. Con cuánta frecuencia el modelo de pecado de los padres se repite en la vida de sus hijos: “Hemos pecado, lo mismo que nuestros padres...”, Salmo106:6 (NVI). Tenemos muchos ejemplos bíblicos: Joacaz (2º Reyes 23:32); Zacarías (2º Reyes 15:9); Abiam (1º Reyes 15:3); Salomón y Jeroboam, 1º Reyes 15:26. Necesitamos estar atentos para no ceder a los mismos pecados que arruinaron nuestra familia tiempo atrás. Rompamos con los ejemplos negativos que hemos visto en nuestros hogares.
Antes de que el álbum de los recuerdos de Isaac se cierre, reparemos en una última fotografía. “Isaac construyó… un altar y adoró al Señor…”, Génesis 26:25 (PDT). ¿No hemos visto a su padre Abraham hacer lo mismo tantas veces? La mayor y mejor herencia que un padre puede dejar a su hijo es: ¡la verdadera fe! Pues a través de ella no solo podrá acercarse a Dios, sino también superar todas las dificultades que la vida trae consigo. ¡Vivamos para Dios y hagamos que nuestros hijos también lo hagan!