Cristianismo descafeinado 24/10/2021 #1167
Episode 178, Oct 24, 2021, 08:24 PM
Pastor José Luis Cinalli
24/10/2021
24/10/2021
Cristianismo descafeinado
“… Están siguiendo un evangelio diferente, que aparenta ser la Buena Noticia, pero no lo es en absoluto. Están siendo engañados… Si alguien… les predica otra Buena Noticia… que le caiga la maldición de Dios”, Gálatas 1:6-8 (NTV).
Existen dos evangelios circulando al mismo tiempo. Solo uno es el verdadero; el otro es del diablo. Nadie debería sorprenderse. Satanás es un imitador consumado. Si Dios tiene su evangelio, el diablo también lo tiene. Ahora bien, identificar el evangelio de imitación no es fácil. Se parece mucho al original y se predica en el mismo lugar donde se debería predicar el verdadero y por personas que dicen ser ministros de Dios. Entonces, ¿cómo lo identificamos? Por su contenido.
1) El evangelio del diablo enseña que el hombre crea su propio ‘dios’. ¿Dios creó al hombre o el hombre creó a Dios? El conflicto a resolver no es un juego de palabras inofensivo. Si Dios creó al hombre, el hombre le debe fidelidad y obediencia; en cambio si el hombre crea a ‘dios’, éste está a su servicio. El verdadero evangelio enseña claramente que el centro de la relación del hombre con Dios es Dios. En cambio, en el evangelio falso el centro es el hombre. Si observas la actitud de los creyentes y escuchas sus oraciones te darás cuenta qué clase de evangelio están creyendo. Concebimos a Dios como un proveedor de servicios. Hemos aprendido a consumir a Dios. ¿Qué es lo que necesitas? Dios está obligado a dártelo. Él cumplirá tus sueños; tiene el deber de satisfacer todos tus deseos. En definitiva, Dios es el único responsable de tu felicidad. Hubo un momento de debilidad en el que Abraham creyó a este evangelio. Con insolencia manifiesta le dijo a Dios: “Tú no me has dado descendientes propios…”, Génesis 15:3 (NTV). Su esposa leía y creía el mismo evangelio: “El Señor me ha hecho estéril… me impide ser madre”, Génesis 16:2 (BAD, BPD). Vez pasada escuchamos la historia de un hombre en sillas de ruedas vomitando cochinadas contra Dios. Vivió dándole la espalda y llevó una vida licenciosa y fuera de todos los límites morales y aun así lo hacía responsable de su enfermedad. ¿Por qué? Porque creía un evangelio que había comprado en oferta. Uno cuyo ‘dios’ le garantizaba éxito, felicidad y salud a cualquier precio. El verdadero evangelio declara que: ¡Dios no existe para satisfacer nuestros deseos caprichosos! ¡Dios no está a nuestro servicio! No es un quiosco al que recurrimos cuando nos falta alguna cosa. Dios es Rey y merece adoración y obediencia. El apóstol Pablo lo entendió el mismo día de su conversión. Le dijo a Dios: “¿Qué quieres que yo haga?”, Hechos 9:6. En otras palabras, tú eres el Señor, yo soy tu siervo; tú eres el Rey yo soy tu esclavo; tú eres el que manda y yo soy el que obedece. Dios no es un elemento para consumir ni un proveedor de servicios, ¡es Rey, el Rey de Reyes y Señor del universo que merece sumisión y obediencia! ¡Una imagen utilitaria de Dios es contraria al verdadero evangelio!
2) El evangelio del diablo promete bendiciones sin obediencia; comodidad sin sacrificio y felicidad sin arrepentimiento. ¿Quién no quiere un evangelio así? Aun los creyentes se interesan por esa clase de ‘buenas noticias’. Es un evangelio light que promueve cristianos light, flojitos espiritualmente. Es atractivo porque está centrado exclusivamente en las grandiosas promesas de Dios, pero pasa por alto los requerimientos del sacrificio y la obediencia. Por supuesto, ese ‘evangelio’ no tiene poder para transformar, solo acaricia el ego de las personas. Y los ministros de la Palabra solemos contribuir a la proliferación de esta mentira. Los mensajes son aguachentos. La palabra santidad, pecado e integridad ya no se mencionan en los púlpitos. Existe demasiado entretenimiento y mucho show evangélico. Hay quienes creen que las monerías que se permiten en las plataformas atraen a las personas. Posiblemente lo hagan, pero solo por un tiempo. Cuando el ‘dios’ que predican no supla las bendiciones que ‘promete’ la gente huirá despavorida sintiéndose defraudada. El verdadero evangelio confronta a las personas con la santidad de Dios, les hace ver la ruina en la que están y les ofrece un cambio radical mediante la operación del Espíritu Santo. Es cierto que Dios es bueno y generoso, pero no a cualquier precio. La bendición sin obediencia no es posible. ¡Omitamos el humo y busquemos la presencia de Dios!
Jesús no vino para mejorar nuestra egoísta vida pecaminosa, vino a matarla y darnos una nueva naturaleza: “… Nuestra vieja naturaleza amante del pecado quedó sepultada… se nos concedió su maravillosa nueva vida para que la disfrutáramos”, Romanos 6:4 (NT-BAD). Para nacer de nuevo debemos rendirnos a Dios, hacer que Jesucristo sea el Señor y Salvador de nuestras vidas: “A todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les concedió el poder de convertirse en hijos de Dios. Los que creyeron ¡nacieron de nuevo!...”, Juan 1:12-13 (NT-BAD). Ahora bien, acariciar y mimar la vieja naturaleza suena mejor que matarla. El evangelio que promete placer, comodidad, libertad, control y riqueza se vende más rápido que aquel que demanda disciplina, sacrificio, arrepentimiento, confesión y servicio. Pero el primero te lleva al infierno y el último al cielo. ¿Cuál prefieres?
3) El evangelio del diablo promete bendiciones sin costo. El evangelio descafeinado nunca hace mención del pecado. La gente no debe ser molestada con ese asunto religioso. Más bien enseña una clase de revoltijo moral donde todo es relativo y al final todo está permitido. Ofrece un mensaje que le guiña el ojo al pecado y promete libertad de la culpabilidad. No importa la clase de vida que llevemos, la bendición está garantizada. Entonces tenemos iglesias cuya brújula moral está desorientada, líderes sin santidad y creyentes sin poder de influencia en la sociedad. En cambio, el verdadero evangelio nos confronta con un Dios que exige santidad y obediencia como requisito para disfrutar su presencia y bendición. Sus mensajeros viven en comunión con Dios y no se disculpan por predicar toda la verdad. No te quedes con la mitad del evangelio, porque la mitad del evangelio no es nada de evangelio.
El evangelio que promete bendiciones sin importar cómo vivamos es del diablo porque fue él quien lo predicó por primera vez en el Edén. Le dijo a Eva que una vida vivida en desobediencia era mejor que aquella vivida en obediencia. Vive como quieras porque “no morirás” (Génesis 3:4), le dijo la serpiente. Pero murió ella y su esposo. No subestimes el poder que tiene la desobediencia, pues la Biblia dice que “la paga que deja el pecado es la muerte”, Romanos 6:23 (NTV). ¡El pecado mata nuestra vida espiritual y aleja a Dios de nuestras vidas! Y también su bendición. Por donde lo mires, el pecado es el peor negocio de la vida.
¿Qué clase de evangelio predicó Jesús? ¿Uno dirigido a satisfacer las demandas egoístas del hombre? No. Jesús no ‘acomodaba’ el mensaje pensando en la audiencia. Sus demandas eran altas aunque las personas no lo quisieran. Jesús no calculaba las consecuencias antes de decir la verdad. No adecuaba el mensaje para que la gente se quedara. Miremos un ejemplo. ¿Recuerdas en qué ocasión quisieron hacerlo rey? Cuando alimentó a la multitud hambrienta. La gente quería comodidad y felicidad. Quería alimentación gratis. Jesús sabía del peligro que implicaba creer en la clase de evangelio donde Dios está a nuestro servicio. Entonces les dijo: “… Deben comer el cuerpo del Hijo del hombre y beber su sangre. Si no lo hacen, no tendrán la verdadera vida dentro de ustedes. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna…”, Juan 6:53-54 (PDT). Jesús les estaba demandando una completa sumisión. El que quisiera la vida eterna debía identificarse con Él en el sufrimiento y en la muerte. ¿Aceptaron la demanda? De ninguna manera. El evangelio que exige valentía, entrega, sacrificio, obediencia y lealtad nunca es atractivo: “Desde entonces, muchos de los que habían seguido a Jesús lo dejaron, y ya no andaban con él”, Juan 6:66 (DHH). El evangelio descafeinado que promete alimento gratis es tentador; sin embargo era el evangelio que demandaba sacrificio y obediencia al día siguiente del milagro el que los conducía a la vida eterna. El evangelio light hubiera resuelto el problema rebajando las demandas para que la gente se quedara. Jesús no lo hizo. Él mantuvo los requerimientos a niveles increíblemente altos, incluso con el riesgo de que la gente se marchara. Y nosotros, ¿qué haremos? ¿Adoptaremos el verdadero evangelio que exige fidelidad, lealtad y obediencia o nos volveremos atrás como aquellos que no estuvieron dispuestos a aceptar ninguna otra cosa que no fuera el evangelio del diablo? De tu respuesta depende tu eternidad. Para pensarlo, ¿verdad?