¿Qué estás haciendo con tu vida? 31/10/2021 #1168
Episode 179, Oct 31, 2021, 01:05 PM
Pastor José Luis Cinalli
31/10/2021
¿Qué estás haciendo con tu vida?
¿Qué es lo que la gente hace con su vida? Y, ¿qué es lo que tú está haciendo con tu vida? Generalmente vivimos imitando la vida de los demás. Especialmente la de aquellos que han logrado la cima en la disciplina en la que nosotros nos desempeñamos. Pregúntale a un jugador de fútbol y él te dirá quién es su referente y así en todas las áreas. Sea en la disciplina que sea todos están detrás del sueño americano: escalar al éxito mediante una consagración total a lo que están haciendo. Para unos el éxito pasa por tener más riquezas; para otros es alcanzar la cima del reconocimiento en su carrera o profesión. Pero para todos es una carrera desenfrenada a un lugar que nunca nadie alcanza. El multimillonario se esfuerza por figurar en la lista de Forbe entre los 100 más ricos del mundo y los que ya están allí quieren estar en la cima y el que está en la cima quiere ahora formar parte de la lista de los milmillonarios y el que está allí quiere ser el primero. Y la carrera nunca termina. El jugador de fútbol se esfuerza para que lo tengan en cuenta. El que ya juega quiere ser el mejor. Y el que es mejor quiere ser el mejor de todos los tiempos. Ahí lo tienes a Mesi llorando porque a pesar de haber alcanzado la cima del éxito hubo un record que todavía no pudo romper. Siempre hay alguien mejor. Siempre existe alguien a quién tenemos que alcanzar. Los medios contribuyen a que la gente imite este estilo de vida. Tienen la habilidad de hacernos sentir incómodos y hasta avergonzados si no estamos trabajando arduamente para ser como ellos. Nos hacen creer que nos estamos perdiendo algo importante. Entonces esas personas se convierten en nuestro modelo a seguir. Lo que ellos hacen es lo que nosotros deberíamos hacer. Entonces, estamos todos detrás de las cosas pasajeras. Ahora bien, seamos justos. Existen personas que no tienen ninguna aspiración a las riquezas, la fama o la popularidad pero sí tienen aspiraciones que también son temporales y sin ningún valor espiritual. Ellos se conforman con vivir vidas cómodas, entregados al placer y a la diversión. Vidas llenas de excesos sobre estimuladas hasta el atontamiento y fuera de todos los límites morales. Y ¿tú? ¿Qué clase de vida estás viviendo? ¿Estás también consagrado a las cosas terrenales, temporales y pasajeras?
Vivir enfocado y consagrado 100% a causas temporales es el común denominador de la humanidad. Pero no es lo correcto. Jesús dijo que el que vive así es un necio. En la parábola del hombre rico Jesús dejó bien en claro que preocuparse solo por lo terrenal es un error de dimensiones eternas. Acumular tesoros que no podremos llevarnos a nuestro nuevo y definitivo hogar es una necedad. La sabiduría es hacer riquezas que a la hora de abandonar este mundo podamos trasladar al venidero. Y, ¿cuáles son esas riquezas que duran para siempre? En primer lugar la amistad con Dios: “El que almacena riquezas terrenales pero no es rico en su relación con Dios, es un necio”, Lucas 12:21 (NTV). Y en segundo lugar las personas que hemos alcanzado para Cristo con nuestro testimonio y la inversión de nuestras posesiones materiales. Jesús expresó: “… Usen las… riquezas de este mundo para ganarse amigos… Para que… ellos los reciban en las moradas eternas…”, Lucas 16:9 (DHH y LPD). Los amigos a los que Jesús se refiere son aquellas personas a quienes hemos alcanzado con el evangelio aquí en la tierra. Si usamos nuestros recursos para ayudar a que otros encuentren a Cristo la inversión nos brindará beneficios en la eternidad: “No depositen sus esperanzas en las efímeras riquezas de este mundo sino en el Dios vivo, quien siempre nos proporciona todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos… Empleen el dinero en hacer el bien… en buenas obras… De esta forma estarán acumulando en el cielo un verdadero tesoro para sí mismos. ¡Es la única inversión eternamente segura!...”, 1ª Timoteo 6:17-19 (NT-BAD). ¿Estamos trabajando arduamente por las riquezas que perduran o por aquellas que un día tendremos que dejar y que luego se perderán en una fogata cósmica, 2ª Pedro 3:10? El deseo de tener más sin la intención de darle a Dios en la misma proporción es contrario al verdadero evangelio. No gastemos la vida en las cosas equivocadas. Invirtamos tiempo, dones, capacidades, dinero y toda clase de recursos en cosas que podremos llevarnos con nosotros al morir. Seamos ricos en la fe, en nuestra relación con Dios y en buenas acciones. ¡Seamos ricos invirtiendo en la salvación de las personas! Para los que quieran profundizar el tema de las riquezas pueden leer los siguientes pasajes: Eclesiastés 5:10-15 y 2:22; 1ª Timoteo 6:9-11; Colosenses 3:5; Job 1:21; Salmo 62:10; Salmo 49:17; Proverbios 3 y 23; Mateo 6:19-21 y 25:19; Marcos 8:36-37; Lucas 6:38, 12:33-34, 18:28 y 14:33; Hechos 2:44-45 y 4:32; 2º Corintios 8:3-5; Hebreos 13:5.
Vivir consagrados a cosas terrenales, temporales y pasajes, descuidando las que son eternas es una trampa peligrosa. El diablo llevó a Jesús a la cima de una montaña “y le mostró todos los reinos del mundo… —Te daré todo esto —dijo —si te arrodillas y me adoras”, Mateo 4:8-9 (NTV). El diablo le ofreció un trato: todos los bienes que quisiera a cambio de su alma. Esta es la base bíblica para lo que hoy se conoce como ‘hacer un pacto con el diablo’. Vender el alma al diablo no es un mito; es una realidad. Muchos lo han hecho y no lo saben. El diablo ofrece llevarte a la cima, encender las luces de la popularidad, darte reconocimiento y éxito y luego viene a buscar lo que es suyo. Y te lleva al infierno. Detente y reflexiona. No existe ganancia en este mundo que valga tu alma y tu eternidad: “¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? ¿Hay algo que valga más que tu alma?”, Mateo 16:26 (NTV). Acumular cosas y vivir solo por ellas ya sea dinero, riquezas, fama, diversión o reconocimiento parece darnos seguridad pero en realidad nos hace más vulnerables espiritualmente. El diablo es muy bueno en lo que hace. No seguiría haciendo la oferta de bienes por el alma si no le funcionara. Tiene la habilidad de convencernos de que nuestra alma es barata y que las cosas que él ofrece son muy valiosas y que vale la pena hacer cualquier sacrificio para obtenerlas. Quiere que hagamos el trato: que le vendamos nuestra alma.
Y, ¿qué deberíamos estar haciendo con nuestra vida? Consagrarnos a Dios y luego invertir en su obra. Necesitamos trabajar pero nuestro corazón no debe estar ahí sino en Dios y en sus intereses: “No acumules tesoros en la tierra… ¡Acumula tesoros en el cielo, donde las cosas no pierden valor y donde no hay polilla ni orín ni ladrón que puedan corromper, oxidar o robar!”, Mateo 6:19-20 (NT BAD). Pablo expresó: “Preocúpense por las cosas de arriba, no por las de la tierra”, Colosenses 3:2 (BLA); 2ª Corintios 4:18. Juan remarcó: “No amen este mundo ni las cosas que les ofrece porque, cuando aman al mundo, no tienen el amor del Padre…”, 1ª Juan 2:15 (NTV). Con frecuencia las preocupaciones por las cosas temporales nos hacen descuidar las que son eternas. Son miles las personas que no han hecho todavía ni una sola inversión en el cielo. Todo su capital está en la tierra. Un pastor conversaba con un joven lleno de sueños de grandezas y que solo hablaba de sí mismo. “¿Y qué harás después de lograr tu título?”, le preguntó. “Pondré un negocio”, dijo el joven. “¿Y luego?”. “Haré una fortuna”. “¿Y luego?”. “Supongo que me haré viejo”. “¿Y luego?”. “Bueno me imagino que algún día tendré que morir”. “¿Y luego?”. ¡Aterrador final! El que no quiera pensar que hay otra vida después de la muerte se enfrentará a la trágica consecuencia de sufrir en el infierno junto a Satanás y sus demonios. Vivamos y utilicemos todos nuestros recursos para el propósito más sublime: engrandecer el nombre de Dios y extender su reino. “No se preocupen tanto por las cosas que se echan a perder… Pongan su energía en buscar la vida eterna…”, Juan 6:27 (NTV).
Una reflexión final. Si las cosas que este mundo nos ofrece fueran buenas para nosotros Dios no nos la hubiera negado. Sin embargo, el diablo tiene la habilidad para hacernos creer que Dios no quiere compartir con nosotros esas cosas buenas. Eva fue convencida de que el fruto que Dios le negaba le traería bendición. Y ¿qué sucedió? Le trajo maldición. Y aun así no aprendemos y repetimos la historia. Al igual que ella seguimos creyendo que existen ‘cosas buenas’ que Dios no nos quiere dar entonces al igual que ella las procuramos por la vida de la desobediencia. Y entonces cortamos del fruto y comemos. Y sufrimos las consecuencias. El diablo logra que nuestros ojos sean abiertos y también que perdemos el alma. Y ¿ahora? Ahora estamos condenados a vivir sin cielo y sin Dios. El pecado paga con la muerte eterna: “Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor”, Romanos 6:23 (NTV). Por cuanto todos pactamos con el diablo aceptando su oferta todos estamos destituidos de la gloria de Dios, Romanos 3:23. Somos pecadores condenados por el Dios santo al que hemos desobedecido. Y, ¿qué tenemos que hacer? Pagar la deuda. Pues paguemos entonces. Imposible. La deuda es impagable. ¿Cómo resolvemos el problema? No te preocupes: ¡Dios lo resolvió por nosotros! Si aceptamos su oferta Él paga. Aunque parezca mentira muchos no quieren. Muchos quieren resolver el problema ellos mismos. Igual que Adán y Eva. Creyeron que podían arreglar el desastre que cometieron y se hicieron delantales. Pero no podemos ayudarnos a nosotros mismos. No podemos arreglar el desastre que cometimos. Nuestros harapos no alcanzan para cubrir la desnudez espiritual. La solución viene de Dios. El mismo Dios que ha pronunciado la maldición en respuesta a nuestro pecado ha pronunciado una bendición en respuesta a la maldición. Ha enviado a su hijo perfecto, a vivir una vida perfecta y a morir perfectamente por todos los imperfectos. ¡Qué gran Dios tenemos! ¿Aceptas su oferta?