La impaciencia por la victoria garantiza la derrota 14/11/2021 #1170

Episode 181,   Nov 14, 2021, 03:09 PM

Pastor José Luis Cinalli
14/11/2021
La impaciencia por la victoria garantiza la derrota

“… Isaac… llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: “… prepara mi comida preferida y tráemela… Entonces pronunciaré la bendición que te pertenece a ti, mi primer hijo varón…”, Génesis 27:1-4 (NTV).

Dios había establecido claramente que Jacob sería el encargado de perpetuar la descendencia de Abraham (Génesis 25:23); sin embargo, Isaac está determinado a bendecir a Esaú. ¿Por qué? Quizás porque no haya conocido la voluntad de Dios. Es difícil creer que un hombre espiritual como Isaac se haya opuesto caprichosamente al consejo divino. Lo más probable es que no supiera que Jacob era el escogido de Dios. Y, ¿por qué no lo sabía? Porque Rebeca no se lo contó. Fue a ella a quien Dios le reveló su voluntad: “Dos naciones hay en tu seno… Uno será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor, Génesis 25:23 (NVI). Ahora bien, ¿recuerdas lo sucedido el día en que Isaac quiso bendecir a Esaú? Jacob llega a la carpa de Isaac trayendo su comida favorita; se hace pasar por su hermano y se lleva la bendición. Lo menos que se espera es que Isaac se fastidie con su hijo y lo discipline. Pero nada de eso ocurrió. Al contrario, al día siguiente lo bendice y lo hace a lo grande. Isaac no se siente ofendido y la prueba está en que la nueva bendición es aún más completa que la anterior: “… Que el Dios Todopoderoso te bendiga… Que Dios te dé a ti y a tu descendencia las bendiciones que prometió a Abraham. Que llegues a ser dueño de esta tierra donde ahora vives como extranjero…”, Génesis 28:3-4 (NTV). ¿Qué sucedió para que Isaac decidiera bendecir gustosamente a Jacob cuando el día anterior estaba determinado a bendecir a Esaú? Rebeca le contó la visión. Y, ¿por qué no le contó antes? Quizás para no hacer diferencia en la crianza de los niños. De todos modos eso fue lo que ocurrió porque “Isaac quería más a Esaú… pero Rebeca quería más a Jacob”, Génesis 25:28 (NTV).

Prestemos atención a otro detalle importante. Esaú se prepara para recibir la bendición de su vida y a cambio recibe una maldición: “Isaac le dijo: “No vivirás en buenas tierras, y no recibirás mucha lluvia. Tendrás que pelear para vivir, y serás esclavo de tu hermano…”, Génesis 27:39-40 (PDT). Es evidente que aquel día Isaac supo algo que no sabía de su ‘querido y mimado’ hijo, de lo contrario no lo hubiera maldecido. Y, ¿qué supo? Que había despreciado la primogenitura, Génesis 27:36 y 25:33. Por ser el hijo mayor Esaú gozaba de ciertos privilegios como el derecho a una mayor herencia (Deuteronomio 21:17) y el liderazgo espiritual de toda la familia. Pero él despreció todo y por eso Dios lo rechazó, Malaquías 1:3. Esaú era mentiroso, inmoral y no le tenía respeto a Dios: “No cometan inmoralidades sexuales ni le falten al respeto a Dios. Eso fue lo que hizo… el profano… Esaú…, Hebreos 12:16 (PDT). Profana es una persona que anhela el cielo sin dejar de tener la tierra; desea disfrutar el presente sin perderse el derecho al porvenir. Esaú no quiso perderse el guiso de lentejas y ahora no quiere perder la bendición del padre. Aprendió demasiado tarde que no se puede tener el cielo y la tierra al mismo tiempo. Esaú quiso recuperar la bendición que vendió a precio de ganga, pero ya era demasiado tarde: “… Trató de conseguir la bendición de su padre y, aunque la suplicó con lágrimas, él no se la dio pues ya no podía cambiar lo que había hecho, Hebreos 12:17 (PDT). Veamos algunas lecciones espirituales que se desprenden de este pasaje:

1)    Las palabras tienen poder. Lo que se dice tiene mucho poder si se lo dice con fe: “Cualquiera que dijere… y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”, Marcos 11:23. La palabra sale de la boca, se activa en el mundo espiritual y produce resultados aunque no en el momento. Cuando Jesús maldijo la higuera los efectos se vieron al día siguiente, Marcos 11:21. En el pasado las personas eran más conscientes que ahora de la importancia de las palabras. Cuando Rebeca le propuso a Jacob engañar a su padre, ¿cuál fue su temor? Que en lugar de una bendición recibiera una maldición, Génesis 27:12. Por su parte Isaac preguntó varias veces si quien le traía la comida era Esaú. No quería bendecir al hijo equivocado. Pero lo hizo, y cuando se dio cuenta, ya no pudo hacer nada. Isaac le dijo a Esaú: “… Le di mi bendición (a Jacob), y bendecido quedará, Génesis 27:33 (NVI). La bendición era un bien muy preciado, tanto que Jacob y Esaú pelearon por ella. Observa las palabras de Esaú: “… Papá, dame a mí también tu bendición… ¿No has guardado una bendición para mí?... ¿No tienes aunque sea una sola bendición para mí, papá? Bendíceme a mí también…”, Génesis 27:34-38 (PDT). Ya que lo que decimos se cumplirá, usemos nuestra boca para bendecir nuestra familia, edificar la iglesia y extender el reino de Dios. No uses tu boca para favorecer los intereses del infierno.  

2)    La impaciencia es muy costosa. Dios prometió que el hijo menor de Isaac heredaría su bendición. Rebeca lo sabía y con toda probabilidad Jacob también. Aun así, madre e hijo se pusieron de acuerdo para tomar la bendición antes de tiempo y por el camino de la desobediencia. ¿Cuál fue el resultado? Jacob fue infeliz desde entonces. Su hermano Esaú se propuso matarlo, obligándolo a huir de la casa de su padre. Labán, su tío, lo engañó como él había engañado a su padre. Después de 20 años de trabajo duro abandonó la casa de su suegro, pero a riesgo de ser muerto por su irritado hermano. La conducta deshonesta y criminal de su hijo Rubén lo llenó de amargura. La traición y la crueldad de Simeón y Leví contra los habitantes de Siquem, sumado luego a la muerte de su esposa Raquel, lo devastaron interiormente. Como si fuera poco fue engañado por sus propios hijos quienes le hicieron creer que José, el hijo de la vejez, había muerto. Finalmente el hambre lo obligó a bajar a Egipto donde murió en tierra extranjera. ¿Y qué decir de Rebeca? También sufrió los tristes resultados de sus artilugios. Nunca más vio a su amado hijo. Aprendamos la lección. Jacob obtuvo la bendición que tanto quería, pero pagó un precio demasiado alto. La ironía está en que hubiera recibido de todos modos la bendición porque había sido prometida por Dios. Por ser impaciente cosechó mucho sufrimiento. Imagínate cuán diferente hubiera sido todo si tanto él como su madre hubieran esperado a que Dios hiciera las cosas a su manera y en su tiempo. No permitas que la impaciencia malogre los mejores planes de Dios para tu vida.  

3)    La preferencia de los padres por alguno de sus hijos produce consecuencias desastrosas. Jacob nunca se sintió a amado por su padre (Génesis 25:28) entonces buscó aceptación en otras cosas. Se aprovechó de su hermano y obtuvo su primogenitura. ¿Quedó satisfecho? Por supuesto que no. Entonces fue por la bendición del padre, de la que se apropió mediante el engaño. ¿Fue feliz? Para nada. Como las cosas no lograron satisfacerlo se obsesionó con tener una esposa. Trabajó 14 años para tener a Rebeca, la mujer de sus sueños. Cualquiera pensaría que terminó siendo feliz, pero no fue así. Las cosas no estaban fluyendo, entonces Jacob pensó que si se convertía en un exitoso ganadero sería reconocido y obtendría el aplauso del hombre. Entonces engañó a su suegro. Jacob obtuvo todo lo que quiso, pero nunca disfrutó de lo que tenía y se pasó la vida huyendo. Y así sucede con las personas que buscan su identidad lejos de Dios. ¿Eres padre? ¡Cuídate del error de Jacob y abre un futuro esplendoroso en la vida de tus hijos con la llave de la bendición! ¿Eres una persona que no se siente aceptada, afirmada o querida? Procura la sanidad en Cristo, de lo contrario irás por la vida mendigando atención y valorización. Los huérfanos espirituales hacen eso. Marchan por la vida reclamando una bendición paterna con un espíritu de orfandad. Generalmente buscan en el trabajo, la diversión, el placer e incluso en el ministerio lo que solo pueden encontrar en los brazos de Dios. Observa lo que dice la Biblia: “Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos!...”, 1ª Juan 3:1 (NTV). Solo Dios puede proporcionarte valor, amparo y protección. Fuiste planeado por Dios, creado y amado para un propósito eterno. Cuando la tentación de la orfandad te visite grita bien fuerte: ¡soy hijo, soy amado y soy bendecido!

El desprecio de los bienes espirituales tiene consecuencias eternas. Tanto Esaú como Jacob estaban interesados en la bendición de su padre. Solo que a Jacob le interesaba las bendiciones espirituales, el sacerdocio familiar, la revelación del Altísimo y la cercanía de Dios; mientras que a Esaú solo le importaba el poder y las riquezas de su padre. Esaú es el prototipo de persona hedonista cuyo placer por las cosas terrenales y temporales sobrepasa el que sienten por las cosas celestiales y eternas. ¿Eres como Esaú? ¿Estás en la implacable búsqueda del placer momentáneo y temporal? ¿Tu codicia por las cosas terrenales sobrepasa el deseo de hacer tesoros en los cielos? Entonces estás en la lista de los hedonistas y profanos. ¡Sal de esa lista! No tomes a la ligera las bendiciones espirituales. No las ‘vendas’ por un poco de placer pasajero. Recuerda que existen oportunidades que jamás se repetirán, como la de conocer a Dios íntimamente. Tener amistad con Dios es un privilegio único que se te brinda en este tiempo. No la desaproveches.