Dios abrirá un camino donde muchos dijeron que era imposible 28/11/2021 #1172

Episode 183,   Nov 28, 2021, 11:21 PM

Pastor José Luis Cinalli
28/11/2021
Dios abrirá un camino donde muchos dijeron que era imposible

“Cuando el Señor vio que Jacob despreciaba a Lea, hizo que… tuviera hijos, pero a Raquel la mantuvo estéril, Génesis 29:31 (DHH).

Jacob escogió a Raquel como esposa sin consultar a Dios. Y ese ‘insignificante descuido’ le causó muchos dolores de cabeza. En primer lugar quedó relegado de la misión de Dios. Esa pasión desenfrenada por Raquel lo mantuvo en un impasse ministerial de más de 20 años. Estaba tan atontado por la belleza física de Raquel que le propuso a su tío trabajar gratis para ganarse el favor de casarse con ella. ¿De dónde sacó Jacob esa ‘brillante idea’? No era necesario que se convirtiera en siervo para casarse con Raquel. Solo bastaba con pagar la dote que Isaac, su papá, hubiera pagado gustosamente. Pero su orgullo se lo impidió. Además Jacob creía que al cabo de siete años tendría la cuenta saldada y podría casarse libremente. Pero su suegro Labán, un negociante ladino y tramposo como él, se aprovechó de su pasión por Raquel y lo hizo trabajar 7 años más. Finalmente los problemas se multiplicaron el día en que Jacob tuvo dos esposas y dos concubinas. ¡Tan solo imagina el desafío que debe haber sido la convivencia en ese hogar!

Volemos con nuestra imaginación a la noche de bodas. Jacob consuma el matrimonio con Lea creyendo que se estaba casando con Raquel, Génesis 29:25. ¿Cómo hizo Labán para cambiar a sus hijas sin que Jacob se enterara? ¿Qué hizo con Raquel? ¿La escondió? ¿Cómo? ¿A la fuerza? Imagina el escándalo que debe haber hecho Raquel cuando supo que su ‘hermanita’ se había quedado con su novio. Por otra parte, ¿cómo hizo Jacob para no darse cuenta que estaba en la cama con una mujer que no era Raquel? ¿Lo drogaron? Y, ¿cómo se explica que Lea, una mujer virtuosa y de buen corazón, no le haya revelado a Jacob el oscuro plan de su padre? Quizás quiso hacerlo, pero no pudo. No sería nada extraño que se haya confundido con las galanterías y las atenciones que salían de la boca del narcotizado Jacob que pensaba que la mujer que tenía a su lado era Raquel. No te olvides que Jacob esperó siete años ese momento. Debe haber desbordado de palabras agradables que, sin lugar a dudas, fueron una caricia suave al oído de Lea. ¿Habrá creído Lea que por fin Jacob sentía algo más que amistad por ella?

Lo cierto es que Jacob tiene dos hermanas como esposas. Ese hecho generó rispideces entre ellas y desató una feroz lucha por el amor de Jacob. Lo sabemos por el significado de los nombres que les pusieron a sus hijos. Con el nombre de Rubén, Lea expresó su deseo de que Jacob la mirara como mujer: “ahora mi esposo me amará”, Génesis 29:32 (NTV). ¿La amó Jacob? No. Entonces al otro hijo lo llamó Leví: “ahora sí me amará mi esposo”, Génesis 29:34 (NVI). Tanto Raquel como Lea creían que cuánto más hijos le dieran a Jacob más amadas serían por él. Luchaban por su atención. Se desató una competencia para ver quién tenía más hijos. Cuando Lea vio que ya no podía darle más que cuatro hijos “tomó a Zilpa su sierva y se la dio a Jacob por mujer… quien… le dio a luz un hijo… Y Lea dijo: “¡Qué afortunada!”… Zilpa… dio a luz un segundo hijo… Y dijo Lea: ‘¡Qué felicidad la mía!... Y llamó su nombre Asher”, Génesis 30:9-13 (NVP). Raquel, la que no podía tener hijos, también se las ingenió para tenerlos. Alquiló a su esposo para que pasara una noche con su hermana Lea a cambio de una fruta que, según se creía, producía fertilidad: “Dejaré que Jacob duerma contigo… si me das algunas mandrágoras”, Génesis 30:15 (NTV). A pesar del encantamiento supersticioso, Raquel no quedó embarazada, por lo tanto apeló a un nuevo artilugio: entregó a su sierva para que su esposo Jacob pudiera levantar descendencia por medio de ella: “Toma a mi sierva, Bilha, y duerme con ella. Ella dará a luz hijos por mí… Entonces… Jacob… durmió con ella. Bilha quedó embarazada y le dio a Jacob un hijo… Luego Bilha volvió a embarazarse y dio a Jacob un segundo hijo. Raquel… dijo: “He luchado mucho con mi hermana, ¡y estoy ganando!”, Génesis 30:3-8 (NTV). Qué cuadro. Dos hermanas peleando por la atención de Jacob. De Lea podemos entenderlo porque era despreciada por su esposo, pero no de Raquel que compite por algo que ya tiene. ¿No sucede lo mismo con nosotros? Nos vamos de un extremo a otro: o creemos que somos buenos y merecemos el amor de Dios o reconocemos que no podemos comprar su amor y damos por sentado que nunca será nuestro. La Biblia asegura que Dios nos ama porque somos sus hijos: “Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos!...”, 1ª Juan 3:1 (NTV). Somos hijos, somos amados y somos bendecidos, pero no por merecimiento. No hay nada en nosotros que sea suficiente para que Dios nos ame y nos bendiga. Tenemos su presencia y gozamos de su bendición de pura gracia. Lo menos que se espera es que seamos agradecidos. ¿Cómo? Mediante la obediencia y el servicio. Veamos algunas enseñanzas prácticas de este pasaje:

1)    Dios habita con los humildes y atiende a los desamparados. Lea estaba devastada. Su amor por Jacob no era correspondido. Su esposo no la quería, pero Dios sí: “… Yo vivo en lo alto… pero vivo también con el que tiene su espíritu abatido y humillado… Restauro el espíritu destrozado del humilde y reavivo el valor de los que tienen un corazón arrepentido”, Isaías 57:15 (PDT y NTV). Cuando Dios vio que Jacob despreciaba a Lea le concedió tener hijos, cosa que no hizo con Raquel. Lea fue una mujer muy favorecida pues llegó a ser madre de las tribus de reyes y sacerdotes: Leví y Judá, a través de quién llegaría más tarde el Mesías.   

2)    La relación sexual es unitiva. En la antigüedad el matrimonio solo era válido con la unión física; es decir, sin relación sexual el casamiento no valía. En aquel entonces el sexo no se concebía fuera del matrimonio. Si uno mantenía relaciones sexuales, estaba casado. Y si estabas casado tenías un compromiso con su cónyuge. Las palabras responsabilidad y compromiso eran sinónimos. Jacob estaba casado con Lea porque había consumado el matrimonio, aunque había sido engañado. Jacob estaba comprometido y tenía una responsabilidad. La Biblia nos enseña que la sexualidad no debe ser tomada a la ligera por cuanto no es solo placer físico o unión carnal, sino algo sagrado; es la manera más profunda en que un hombre y una mujer expresan amor mutuo. Lamentablemente lo que es más sagrado para Dios se ha convertido en la mayor degradación para el ser humano.

3)    El buen ejemplo de los padres no alcanza si el hijo no tiene su propia experiencia con Dios. Jacob nació, vivió y fue educado en ‘cuna cristiana’. Sin embargo tuvo dos esposas y dos concubinas. La influencia de su abuelo, el padre de la fe, y la de su padre, el que acostumbraba a caminar con Dios por las tardes, no fueron suficientes para que Jacob obedeciera a Dios teniendo una sola esposa. Abraham estuvo casado con Sara, hasta que la muerte de ella los separó. Lo mismo sucedió con su padre Isaac. ¿De dónde sacó entonces Jacob la idea de que podía tener dos esposas y dos concubinas? Es evidente que su ‘amiguito invisible’ sembró en él esa idea. Además lo convenció de reclamar lo que ‘era suyo’ y que velara por su felicidad siguiendo su propio corazón. Fue así que exigió casarse con Raquel. Es cierto que fue engañado y se casó con la mujer que no quería, pero la idea de casarse con dos mujeres no fue de Labán, fue suya. Jacob fue convencido de que su felicidad era más importante que la voluntad de Dios. ¿Cuál fue el resultado? La infelicidad, precisamente aquello que él creía que iba a tener evadiendo los mandamientos de Dios. La enseñanza es clara: quien sigue sus propios deseos siempre se siente mal y termina mal porque “nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio…”, Jeremías 17:9 (BAD).

Una reflexión final. ¿Qué razones tenía Labán para casar a Lea en lugar de Raquel? Si la intención era aprovecharse del ‘atontado’ Jacob hubiera colocado en la cama matrimonial a una sierva y luego hacerlo trabajar otros siete años por Raquel. Quizás lo hizo porque Lea estaba soltera y nadie la pretendía. Posiblemente. Pero, ¿no crees que Dios tuvo algo que ver en el asunto? Lea era la escogida de Dios. Nadie la quería, pero Dios sí. Y eso bastaba. Y, ¿qué me dices de tu vida? Posiblemente también te sientas de segunda y no querido. No pierdas las esperanzas. Solo pon tu mirada en Dios y Dios pondrá la suya en ti. Dios le ha confiado su poder a todo aquel que ha confiado en su hijo. Si confías en Jesús, Dios transformará toda mala circunstancia en una bendición. Tu parte es confiar en Dios como Lea lo hizo. Luego observa cómo Dios mueve las piezas del rompecabezas para que todo encaje en tu vida y logres el destino que Él tiene para ti. ¡El futuro es prometedor solo para quienes confían en Dios!