Navidad: ¡el nacimiento que nadie recuerda! 26/12/2021 #1176
Episode 187, Dec 26, 2021, 01:27 PM
Pastor José Luis Cinalli
26/12/2021
Navidad: ¡el nacimiento que nadie recuerda!
“Nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un hijo: a ese niño se le ha dado el poder de gobernar; y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios invencible, Padre eterno, Príncipe de paz. Él se sentará en el trono de David, y reinará sobre todo el mundo y por siempre habrá paz. Su reino será invencible, y para siempre reinarán la justicia y el derecho. Esto lo hará el Dios todopoderoso por el gran amor que nos tiene”, Isaías 9:6-7 (TLA)
Hemos asumido la navidad como sinónimo de momentos festivos, familiares reunidos alrededor de una mesa repleta de comida y, por supuesto, mucha bebida de todo tipo. Sin embargo, la navidad tiene un mensaje paralelo y quisiera que juntos podamos descubrirlo.
Navidad significa natividad, es decir nacimiento. La cristiandad toda conmemora en la navidad el nacimiento de Jesús, el hijo de Dios. El ángel le dijo a María: “Tu hijo será el Santísimo Hijo de Dios”, Lucas 1:35 (NT-BAD). Juan el Bautista declaró: “Yo… declaro que Él es el Hijo de Dios”, Juan 1:34 (NT-BAD). Finalmente el apóstol Pablo expresó: “Al resucitar de entre los muertos probó ser el todopoderoso Hijo de Dios, y poseedor de la naturaleza santa de Dios mismo”, Romanos 1:4 (NT-BAD).
Ahora bien, Jesús mandó recordar su muerte y no su nacimiento. Con ese propósito instituyó la cena: “De ahora en adelante, celebren esta cena y acuérdense de mí cuando partan el pan”, Lucas 22:19 (TLA). Jesús nació para salvar a los pecadores, pero no nos salva su nacimiento en sí; nos salva su muerte y resurrección. El ángel Gabriel le dijo a María: “Y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”, Mateo 1:21. Más adelante Pablo dice: “Cristo murió por nuestros pecados”, 1ª Corintios 15:3. No es su nacimiento sino su muerte la que nos salva de la condenación eterna. “Dios ofreció a Jesucristo para hacer posible, por medio de su muerte, el perdón de los pecados. El perdón se recibe a través de la fe…”, Romanos 3:25 (PDT). “La sangre que Cristo derramó en su muerte pagó el rescate para librarnos del pecado. Es decir, que Dios es tan generoso que perdona nuestras faltas”, Efesios 1:7 (PDT). “Dios los rescató a ustedes de la vida sin sentido que llevaban antes… Pero ustedes saben muy bien que el precio de su libertad no fue pagado con algo pasajero como el dinero, sino con la sangre preciosa de Cristo…”, 1ª Pedro 1:18-19 (PDT).
¿Nació realmente Jesús el 25 de diciembre? La Biblia no lo dice y es casi imposible saberlo. Muchos creen que Jesús nunca podría haber nacido en esa fecha porque las ovejas no pastan en invierno y los caminos están completamente intransitables. No olvidemos que el pasaje bíblico dice que se ordenó, por medio de un edicto, que todos se empadronaran en sus lugares de nacimiento. Es improbable que algún gobierno exigiera a las personas viajar durante esa época del año.
Lo cierto es que el 25 de diciembre parece haber sido una fecha adoptada en el siglo IV durante el reinado de Constantino, el primer emperador cristiano. Se hizo coincidir la fecha del nacimiento del Salvador con los saturnales, un festejo pagano en el que se adoraba al dios sol. Dado que todos estaban acostumbrados a celebrar la fiesta al sol ese día, los cristianos comenzaron a celebrar el nacimiento de Jesús porque según Malaquías Jesús es el Sol de Justicia, Malaquías 4:2.
Para nosotros como cristianos lo importante no es la fecha en sí sino lo que se conmemora. Si al Espíritu Santo no le ha placido dejarnos la fecha exacta del nacimiento del Mesías es porque no tiene mayor relevancia en el plan de redención que Dios ideó para rescatar al hombre. La fecha no le quita ni le añade al propósito por el cual Jesús nació. Lo que importa es el propósito.
El mensaje de la navidad nos deja a todos sin excusas. La navidad nos dice que Dios ha enviado a su hijo con el propósito de salvar a los pecadores: “Les traigo buenas noticias que darán gran alegría a toda la gente. ¡El Salvador —sí, el Mesías, el Señor —ha nacido hoy en Belén, la ciudad de David!”, Lucas 2:10-11 (NTV). Navidad anuncia el nacimiento del Salvador; semana santa proclama que Jesucristo murió en la cruz pagando el precio de nuestra salvación y, en virtud de su muerte redentora, nos ofrece el perdón de todos nuestros pecados y el acceso al reino de Dios. La Biblia es muy clara al declarar que todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios, Romanos 3:23. Por lo tanto, todos necesitamos un salvador y ese salvador es Cristo Jesús.
El Salvador, el Mesías, el Rey nació, pero en UN PESEBRE, lugar usualmente destinado para los animales. ¿No esperaba la nación de Israel un rey? Claro que sí, ¡y así lo recibieron! Un rey no nace en un establo; no obstante ese fue el único lugar que le ofrecieron. A un rey se lo espera con toda pompa. Sin embargo a Jesús se le reservó un lugar sumamente humilde. La noticia de que el Mesías había nacido corrió en minutos por todo el mundo (Lucas 2:17); sin embargo, pasó inadvertida.
¡Qué solo estuvo Jesús en aquella primera navidad!
Únicamente María, José y unos pocos pastores estuvieron con él. Más tarde unos sabios llegaron del Oriente con regalos. Para nosotros la navidad es sinónimo de familiares y amigos reunidos. Pero cuando todo inició no se encontró lugar para él en la ciudad ni en una casa, solo un humilde pesebre lo cobijó. Tampoco hubo lugar para él en la nación de Israel. Los propios hermanos lo rechazaron: “Vino a los de su propio pueblo, y hasta ellos lo rechazaron”, Juan 1:11 (NTV).
Jesús no tuvo un lugar en esta tierra, sin embargo se nos cuenta que vivió sanando y haciendo bienes a todos: hombres, mujeres, niños, ricos y pobres; potentados, reyes y esclavos; todos fueron favorecidos por sus milagros. Enfermos sanados y endemoniados liberados. Los hogares destruidos eran restaurados, los perdidos rescatados y los muertos resucitados. ¡Oh cuántos fueron favorecidos por Jesús! Pese a ello parece que ni aun en estos corazones Jesús encontró un lugar, pues la Biblia dice que cuando Jesús fue condenado a morir como un delincuente crucificado en una cruz todo el pueblo asentía en el veredicto. Horas después sería colgado de un madero. Ni en el momento de la agonía hubo lugar para Jesús en los corazones de su pueblo. ¡Nació solo, murió solo! Apenas María y unos pocos discípulos se hicieron presentes en aquel fatídico día.
Lo cierto es que tres días después resucitaría y ascendería a los cielos para sentarse a la diestra de Dios Padre y hoy está aquí, presente en medio nuestro, por medio del Espíritu Santo. Hoy como entonces, Él se compadece de nuestras necesidades y sigue haciendo bienes a todos. ¿Encontrará Jesús un lugar en tu corazón o lo resistirás como lo hicieron las personas de antaño? ¿Pasará inadvertido el nacimiento del Salvador en tu casa? Reúne a tu familia. No te sientes a la mesa sin antes reflexionar acerca de la verdadera navidad y del gran amor que Dios mostró por nosotros al enviar a su hijo Jesús al mundo. También es un momento magnífico para compartir ese mensaje y ese amor con los que te rodean. Eleva una oración profunda y sentida de gratitud al Padre por enviarnos a su hijo Jesús. Recibe, valora y agradece el regalo de la salvación. Dios ha demostrado que no ha sido indiferente a nuestra mayor necesidad; al contrario, se ha mantenido tan cerca que “… nos… ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna… El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”, Juan 3:16-18.
Cristo es mucho más que un maestro, un amigo o un modelo de conducta. Él es el Salvador del mundo. “¡En ningún otro hay salvación! Dios no ha dado ningún otro nombre bajo el cielo, mediante el cual podamos ser salvos”, Hechos 4:12 (NTV).
JESÚS no tuvo sitio en la posada. Hagámosle un sitio grande en nuestro CORAZÓN.