La bendición del crepúsculo 20/2/2022 #1184
Episode 195, Feb 20, 2022, 08:33 PM
Pastor José Luis Cinalli
20/2/2022
20/2/2022
La bendición del crepúsculo
“En el principio… la tierra estaba desordenada… y había tinieblas… Era un caos total”, Génesis 1:1-2 (OSO, BTX2, NVI).
La rebelión de Satanás, su expulsión del cielo y su caída como bola de fuego a la tierra hizo que quedara “desordenada y vacía”, Génesis 1:2. Al “caos total” Dios trajo orden y luz. La oscuridad y la confusión no vienen de Dios porque Dios “está envuelto en un manto de luz” (Salmo 104:2, NTV), “es luz y en él no hay nada de oscuridad”, 1ª Juan 1:5 (NTV). La oscuridad viene del diablo y sus demonios, quienes son llamados “gobernadores de las tinieblas”, Efesios 6:12. Su reino es de “tinieblas” (Lucas 22:53; Colosenses 1:13); sus hijos son “tinieblas” (Efesios 5:8) y sus obras “son tinieblas”, Romanos 13:12. Todos ellos “están condenados a pasar la eternidad en la más negra oscuridad”, 2ª Pedro 2:17 (DHH); Judas 1:13. Ahora bien, Jesús, que es luz “trajo luz a todos”, Juan 1:4 (NTV). Él dijo: “Yo soy la luz del mundo. Si ustedes me siguen, no tendrán que andar en la oscuridad porque tendrán la luz que lleva a la vida”, Juan 8:12 (NTV). Cuando una persona se convierte a Cristo es “luz” e “hijo de luz”, Efesios 5:8 (NVI); 1ª Pedro 2:9; 1ª Tesalonicenses 5:4-5. Entonces, siendo luz, tiene el deber de iluminar este mundo de tinieblas: “Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo”, Mateo 5:16 (NVI); Efesios 5:8. Donde moran cristianos verdaderos siempre hay luz.
Advierte este detalle. Dios ordenó la creación antes de colocar al ser humano sobre la tierra. Hizo la luz y la separó de las tinieblas (Génesis 1:4) porque “no pueden estar juntas la luz y la oscuridad”, 2ª Corintios 6:14 (TLA). Debemos vivir en luz porque es a través de ella que somos conducidos a la presencia de Dios: “Mentimos si afirmamos que tenemos comunión con Dios pero seguimos viviendo en oscuridad… Pero, si vivimos en la luz… entonces tenemos comunión…”, 1ª Juan 1:6-7 (NTV). La presencia de luz constituye el día y, su ausencia, la noche. Lo mismo sucede con el alma. Algunos son “hijos de la luz”; mientras que otros son “hijos de las tinieblas”, 1ª Tesalonicenses 5:5. Para ser “hijos de la luz” tenemos que permitir que el “lucero de la mañana” brille en nuestro corazón, 2ª Pedro 1:19. En cambio, si rechazamos los rayos benéficos del “Sol de justicia” (Malaquías 4:2) entonces nos encontramos en la más densa oscuridad, siendo “hijos de la noche e hijos de las tinieblas”. ¿A cuál de estas dos clases de personas perteneces? Si estás ligado por gracia a la “Luz del mundo” (Juan 8:12) entonces eres hijo del día y estás destinado a resplandecer. Pero si eres extraño a la influencia santificadora de la luz divina, entonces eres hijo de las tinieblas, destinado a ser envuelto en la oscuridad de una noche eterna. Asegúrate de ser un hijo de luz dejando que Cristo brille con todo su esplendor sobre tu vida.
“Dios hizo… el sol… y la luna…”, Génesis 1:16 (TLA). El sol es el centro que ilumina nuestro sistema planetario. Es un símbolo de Jesús. Cuando Él venga, la noche huirá y las tinieblas se disiparán, al igual que el sol al salir por la mañana. La luna, en cambio, no tiene luz propia; solo refleja la luz del sol. La humanidad está en tinieblas. La iglesia, representada por la luna, refleja la luz que recibe del Sol de Justicia. El mundo no ve a Jesús, pero la iglesia sí y es su deber reflejar su luz sobre este mundo oscurecido. El mundo no tiene otro medio para conocer a Cristo sino es a través de la iglesia. “Ustedes son una carta de Cristo… conocida y leída por todos”, 2ª Corintios 3:3 y 2 (NVI). Debemos vigilar celosamente cada acto para que la luz de Cristo no se oscurezca con nuestro mal comportamiento. Si la iglesia camina a la luz de Jesús, entonces reflejará su luz. De lo contrario, este mundo en tinieblas no tendrá posibilidades de experimentar la verdadera luz. Existe una fuerte oposición espiritual para impedir que la iglesia alumbre con la luz de Cristo y la gente conozca a Dios. Por eso debemos estar cada vez más cerca de Cristo, a fin de imitarlo con más fidelidad. Mientras dure la noche oscura de su ausencia es nuestro deber reflejar la luz del Sol de Justicia.
“Dios hizo… el sol, para que domine en el día, y la luna, para que domine en la noche…”, Génesis 1:16 (TLA). Una luz gobierna el día y otra la noche. El tiempo en el que las lumbreras cambian de turno, ya sea al amanecer o al atardecer, se denomina crepúsculo. Este fenómeno se produce justo antes de la salida del sol, así como después de que el sol se oculta. Es un tiempo de transición. La palabra clave es cambio. Durante el crepúsculo el tiempo literalmente cambia de un lado a otro. Si lees cuidadosamente la Biblia encontrarás que muchos eventos espiritualmente significativos ocurrieron durante ese período del día. Piensa en Adán y Eva. La Biblia dice que tenían comunión con Dios y caminaban juntos por el huerto “a la brisa del atardecer”, Génesis 3:8 (NRV 1990). En la tardecita fresca, es decir en el crepúsculo, Dios acostumbraba a manifestarse a sus hijos amados. ¿En qué momento del día se daba a conocer Dios? ¡En el crepúsculo!
El crepúsculo es el mejor momento para combatir los deseos de la carne; es decir, triunfar sobre el gobierno del “yo”. Esto puede verse claramente en la guerra de Israel contra los amalecitas. David, el hombre de la presencia, escogió cuidadosamente la hora del día para atacar a su enemigo: “Los atacó al amanecer y los combatió…”, 1º Samuel 30:17 (NVI). Fue al atardecer que la paloma regresó al arca después del diluvio trayendo información calificada para Noé, Génesis 8:11. ¿Tendrá algo que ver esto con el hecho de que los pájaros cantan con mayor fervor temprano en la mañana o al anochecer? En 2º Reyes 7 se menciona la famosa historia de los leprosos que, durante la hambruna en Samaria tomaron decisiones serias a la hora del crepúsculo: “Al anochecer se pusieron en camino, pero cuando llegaron al… campamento sirio, ¡ya no había nadie allí!... El Señor había confundido a los sirios haciéndoles oír el ruido de carros de combate… como si fuera un gran ejército. Entonces… emprendieron la fuga al anochecer abandonando… el campamento tal como estaba…”, 2º Reyes 7:5-7 (NVI). Al anochecer Dios confundió al enemigo; a la puesta del sol los sirios emprendieron la retirada y en el crepúsculo de la tarde los leprosos encontraron su bendición. ¿Por qué crees que Isaac salía “a caminar por el campo hacia el atardecer para meditar… y orar”, Génesis 24:63 (Kadosh y RVG)? Solo una persona carnal no encontraría en este detalle un gran principio espiritual.
Existe unción especial en el crepúsculo. ¿No estás convencido? “El SEÑOR le dijo a Moisés: Talla dos tablas de piedra... Prepárate para subir al monte Sinaí mañana temprano y presentarte delante de mí en la cima del monte… Entonces Moisés… temprano en la mañana, subió al monte Sinaí…”, Éxodo 34:1-4 (NTV). Dios le dio a Moisés la más grande revelación de todos los tiempos: ¡en el crepúsculo! ¿No ha dicho el Señor: “...Me hallan los que temprano me buscan”, Proverbios 8:17? ¿No dijo David: “De madrugada te buscaré”, Salmo 63:1? Los grandes personajes bíblicos eligieron cuidadosamente el momento del día para orar y ese momento fue el crepúsculo. Job se encontraba con Dios para bendecir su familia “temprano por la mañana”, Job 1:5 (NTV). Moisés levantaba su carpa del encuentro en el crepúsculo de la mañana para encontrarse con Dios, Éxodo 33:7. David tenía por costumbre encontrarse con Dios muy temprano en la mañana: “Me levanto temprano, antes de que salga el sol; y clamo…”, Salmo 119:147 (NTV). ¿Y qué decir de Jesús? Cuántas madrugadas orando y pasando tiempo con Dios, Marcos 1:35; Lucas 5:16. Incluso más, después de sus largas y agotadoras jornadas de ministración era usual que Jesús se retirara a lugares desiertos, en el crepúsculo de la tarde para orar: “Después de despedir a la gente, subió a la montaña para orar… Al anochecer, estaba allí él solo”, Mateo 14:23 (BAD).
En el crepúsculo, al amanecer o a la puesta del sol, uno suele ser más sensible espiritualmente. Dios tiene una preferencia especial por darse a conocer y revelar sus planes en ese momento del día. Es allí donde se reciben las nuevas revelaciones y donde nuevas oportunidades son creadas. ¿No fue en el crepúsculo que Cristo resucitado se manifestó a las mujeres por primera vez, Mateo 28:1-5? Y es en el crepúsculo que podemos vencer las obras del mal: “Temprano… al levantarme por la mañana… reduciré al silencio a todos los impíos que hay en la tierra; extirparé de la ciudad del SEÑOR a todos los malhechores”, Salmo 101:8 (RV 2000, ORO, NVI). Muchas de las cosas realmente significativas en nuestras vidas y ministerio comenzaron en el crepúsculo, en nuestras caminatas de oración por la tarde o temprano en la mañana en nuestra carpa del encuentro. ¿Casualidad? El hombre carnal puede que no encuentre nada especial es este aspecto, pero el hombre espiritual grita: ¡revelación! Sí, ¡existen ungidas revelaciones y manifestaciones poderosas del Señor a la hora del crepúsculo!