Si te ofendes pierdes 06/03/22 #1186

Episode 197,   Mar 06, 2022, 08:08 PM

Pastor José Luis Cinalli
 06/03/22
Si te ofendes pierdes

  
“A José… los arqueros lo atacaron ferozmente; le dispararon y lo hostigaron. Pero su arco permaneció tenso, y sus brazos fueron fortalecidos por las manos del Poderoso de Jacob, por el Pastor, la Roca de Israel, Génesis 49:22-24 (PDT y NTV).

A José lo atacaron cruelmente. Los primeros en arrojar flechas envenenadas contra él fueron sus hermanos, los arqueros de la envidia: “… Sus hermanos le tenían envidia… y lo vendieron como esclavo”, Hechos 7:9 (TLA). ¿Puedes entender lo que eso significa? A José no le hicieron “bullying” ni lo dejaron sin postre durante una semana, ¡lo vendieron como esclavo! Y, ¿por qué razón hicieron eso? Por envidia. Sus hermanos no podían soportar que Dios le mostrara su favor. Llegaron a odiarlo aún más el día en que José les contó el sueño en que ellos se postrarían ante él, Génesis 37:5. Ahora bien, la envidia además de ser un sentimiento, es un espíritu porque “… viene del demonio…”, Santiago 3:15 (PDT). Y su intención es dividir todo lo que encuentre en su camino: “Donde hay… envidia… allí reina el desorden… el desenfreno y la maldad sin límites”, Santiago 3:16 (ORO y BLPH). Y efectivamente la envidia separó a José de su familia. Adiós al hogar y al tierno cuidado del padre. Adiós a los amigos de la infancia y adiós a la libertad. Había de ser esclavo, atado con grilletes, sin ropa, sin comida, sin techo y sin afectos. Ciertamente los arqueros lo atacaron con mucho furor. Cuidémonos de este monstruo y “no seamos… envidiosos…”, Gálatas 5:26 (PDT). Dejemos que Dios reparta sus bendiciones cómo quiera. No cuestionemos el derecho de hacer con sus riquezas lo que quiera. A nosotros nos cabe ser fieles, haciendo lo que se nos pide con lo que se nos da y siempre agradecidos por ser hijos, amados y bendecidos.

Aunque tenía motivos de sobra, José nunca se sintió ofendido ni amargado. ¿Cuál era su secreto? No abrazaba la ofensa. No podemos evitar que nos ofendan, pero sí sentirnos ofendidos. El secreto de una vida victoriosa radica en saber qué hacer cuando nos agravian. Si aceptamos la ofensa caemos en la trampa de Satanás y nuestro corazón se llena de resentimiento y amargura. En cambio, si no la aceptamos estamos en condiciones de alcanzar nuestro máximo potencial y ser un poderoso instrumento en las manos de Dios. ¡La respuesta a la ofensa determina el futuro que tendremos! El hecho de que hayas sido maltratado no te da permiso para aferrarte a la ofensa. José podía haberse ofendido. Despreciado por sus hermanos, olvidado en un pozo y vendido como esclavo. José había nacido para heredar una fortuna y un gran futuro y, de repente, todo eso le es quitado. Esclavo, seducido por la esposa de su amo y abandonado en la cárcel. Y hay algo más. El diablo debe haberlo torturado día y noche con malos pensamientos. Tan solo imagina lo que le debe haber dicho: “Serviste a tu amo con integridad durante muchos años. Has sido más fiel que su propia esposa. Fuiste leal a Dios, huiste de la inmoralidad y ¿cuál fue tu recompensa? ¡Un calabozo! No cabe dudas de que Dios te ha abandonado”. ¿Le habrá hecho creer que su padre había muerto? Quizás. ¿Habrá sido tentado a huir de la cárcel para ponerle fin a sus sufrimientos? Probablemente. ¿Y qué hizo José? Confió y esperó: “Espero en silencio delante de Dios, porque de él proviene mi victoriaen él está mi esperanza, Salmo 62:1 y 5 (NTV). Las palabras del salmista bien podrían haber sido las suyas: “Con paciencia esperé que el SEÑOR me ayudara, y él… oyó mi clamor, Salmo 40:1 (NTV).

José esperó en Dios y, ¿qué sucedió? La verdad brotó y la justicia se reveló desde los cielos, Salmo 85:11. Tan solo observa la procesión que recorre las calles de la capital. El júbilo es contagioso. La alegría es total. La gente se arrodilla ante el carro que transporta a José, el nuevo gobernador de Egipto: “Pues Dios bendice a los que están dispuestos a sufrir y soportar dolor injustamente con tal de cumplir la voluntad de Dios… si hacen el bien y soportan con paciencia el sufrimiento, Dios los bendecirá, 1ª Pedro 2:19-20 (PDT). “También es posible que sufran por hacer el bien. Si eso sucede, entonces son afortunados… Es mejor sufrir por hacer el bien, si esa es la voluntad de Dios, que sufrir por hacer el mal”, 1ª Pedro 3:14-17 (PDT). Y cuál fue la mayor gloria en el día en que José fue exaltado: ¡la gran humillación de Satanás! Míralo, escondido detrás de la multitud, masticando su propia derrota mientras José recibe la honra de Dios. ¡Así de grande es nuestro Dios! Por lo tanto “no desechen la firme confianza que tienen en el Señor. ¡Tengan presente la gran recompensa que les traerá!, Hebreos 10:35 (NTV).

José perdió todo menos el derecho de elegir cómo reaccionaría a lo que le sucedía. ¿Se ofendería? ¿Odiaría a sus hermanos? ¿Se vengaría del copero? ¿Cuestionaría a Dios? ¿Perdería la esperanza de que sus sueños se cumplieran? Nada de eso. José sabía que la única persona que podía impedir que se cumplieran los propósitos de Dios en su vida era él mismo. José podría haber dicho: “si no fuera por mis hermanos yo no sería esclavo ni estaría condenado a muerte”. Pero no lo hizo porque creía que Dios estaba al mando de su vida. La gente dice: “si no fuera por mi esposa caprichosa… si no hubiera sido por mis padres ausentes… y si no fuera por los líderes que no supieron reconocer mi potencial…”. En lugar de buscar culpables por las cosas malas que nos sucedieron, ¿por qué no pensamos que Dios estuvo y está detrás de escena dándole forma al destino de nuestra vida? Mira a José. Sus hermanos creyeron que podían sepultar sus sueños vendiéndolo como esclavo. Crees que Dios el Padre miró al Hijo y al Espíritu Santo y les dijo: “¿qué haremos ahora? Miren lo que le hicieron a José. Han arruinado nuestros planes para él. Pensemos en algo rápido”. Claro que no. Nada ni nadie puede estropear la obra de Dios. Nadie puede arruinar los propósitos que Dios tenga para tu vida, ¡excepto tú mismo!

No existe nada ni nadie que pueda sacarnos de la voluntad de Dios. Nuestro destino está seguro en Sus manos, si es que confiamos en Él. Y José lo sabía. Lo único que tenía que hacer era no abrazar la ofensa. Y no lo hizo. Presta atención a lo que José dijo cuándo se reencontró con sus hermanos: “… No se aflijan ni se enojen con ustedes mismos por haberme vendido, pues Dios me mandó antes que a ustedes para salvar vidas… Dios me envió…  para salvarles la vida de una manera extraordinaria. Así que fue Dios quien me mandó a este lugar, y no ustedes; él me ha puesto como consejero del faraón y amo de toda su casa, y como gobernador de todo Egipto”, Génesis 45:5-8 (DHH). ¿Quién envió a José a Egipto? Dios. ¿Lo ves? Si permaneces firme, abrazado a Dios, honrándolo en todos tus caminos Él cumplirá sus propósitos en tu vida aunque a veces parezca que todo sale mal. Entonces, si has sido tratado injustamente tiene dos opciones: a) te ofendes y quedas excluido de la misión celestial o b) rechazas la ofensa y sigues hacia el cumplimiento de los propósitos de Dios para tu vida. Tú eliges. ¡Es mucho más beneficioso mantenerse alejado de las ofensas!

Finalmente. De la experiencia de José aprendemos otra gran lección: ¡seremos atacados por los arqueros de la envidia! Si realmente hemos de ser los ‘Josés’ de Dios, hemos de ser envidiados como él. Ese espíritu vive en los barrios más bajos, así como en las clases sociales más altas; vive en los lugares más oscuros y también en las iglesias. Es duro ser envidiado por los hermanos. “Si el diablo nos aborrece, podemos soportarlo. Si los enemigos de la Verdad hablan mal de nosotros, plantamos bandera y gritamos: “a la batalla”. Pero cuando son los amigos de la casa los que nos calumnian o cuando los hermanos que debieran apoyarnos se tornan en nuestros adversarios entonces allí y solamente allí podemos entender que a José los ‘arqueros lo atacaron con furor”, Carlos Spurgeon. Nadie puede ser del pueblo de Dios sin provocar envidia y, cuanto más fiel y consagrado sea, tanto más aborrecido será. Pero, ¿por qué la sorpresa? Si Dios nos ama, el hombre nos aborrecerá. No hay por qué temer el maltrato que sufrimos por ser fieles a Dios. El fruto maduro es el más picoteado por los pájaros. Es posible que hoy llevemos cadenas de hierro por causa de Cristo, pero llegará el día en portaremos cadenas de oro allá en el cielo porque “Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente por causa de Mí. Regocíjense y alégrense, porque la recompensa de ustedes en los cielos es grande…”, Mateo 5:11-12 (NBLH). ¡Los discípulos perseguidos son discípulos bendecidos! Que nadie se sorprenda: ¡la maldición del hombre y la bendición de Cristo se encuentran en la misma persona! Entonces, si los arqueros de la envidia disparan contra ti que tu arco permanezca tenso y que tus brazos se fortalezcan por las manos del Poderoso de Jacob, por el Pastor, la Roca de Israel, Génesis 49:24 (NTV).