Mentiras que las mujeres creen 27/3/2022 #1189
Episode 200, Mar 27, 2022, 08:33 PM
Pastor José Luis Cinalli
27/3/2022
27/3/2022
Mentiras que las mujeres creen
Está en el libro de Génesis
“Jacob dio esta orden…“Entiérrenme junto a mis antepasados… en la tierra de Canaán… en la cueva que… Abraham compró… para que fuera el sepulcro de la familia. Allí enterraron a Abraham y a su esposa Sara, a Isaac y a su esposa Rebeca, y allí también enterré a Lea”, Génesis 49:29-31 (DHH).
Lea era la primera esposa de Jacob pero “Jacob no la amaba”, Génesis 29:31 (PDT). No la amaba y además “la odiaba… rechazaba… aborrecía… y menospreciaba”, Génesis 29:31 (DA, TLA, CJ, RV). Sin embargo, con el tiempo, Jacob terminó amando a Lea y lo sabemos porque fue la única esposa elegida para ser enterrada en el sepulcro familiar. ¿Comprendes el honor que eso significaba? Enterrada en el mismo panteón donde estaba Abraham, Sara, Isaac y Rebeca. Privilegio como pocos. Y, ¿por qué razón Raquel no fue la elegida? ¿No había sido ella la esposa preferida de Jacob? Sí que lo fue, pero al comienzo de la relación. Con el transcurso del tiempo parece que el patriarca se dio cuenta de que Lea había sido la elegida de Dios y terminó amándola. La historia de Jacob y Lea es una luz de esperanza para aquellos matrimonios con problemas, aquellos donde el amor parece haberse evaporado entre los esposos. Por otra parte la historia nos enseña una lección muy importante: el verdadero amor no es como un rayo que cae del cielo, ¡se construye! Cuando Jacob vio a Raquel por primera vez quedó embobado por su belleza externa, pero luego se dio cuenta que la verdadera belleza no es tan obvia como todo el mundo cree. No son nuestros ojos los que determinan lo que es bonito. La belleza verdadera se la identifica cuando se conoce a una persona. No todo lo que brilla es un tesoro. Lea no era despampanante ni deslumbraba como Raquel, pero realmente valía oro. Y Jacob finalmente se dio cuenta.
Lea nunca se sintió amada, excepto la noche de bodas cuando Jacob la confundió con Raquel. A la mañana siguiente, cuando la verdad salió a luz, Lea despertó de su maravilloso sueño y todo volvió a ser como antes. Solo que ahora había otra persona más para despreciarla, su esposo. Aunque Jacob tenía dos esposas para atender solo Raquel recibía su atención, Génesis 30:15. Lea tenía motivos para sentirse mal. Mal sí, pero resignada y amargada no. El dolor por el desprecio no la convirtió en una mujer agria. Trató de conquistar el amor de su esposo con actos de servicio. Debe haberse esmerado mucho, aunque posiblemente haya tenido que tirar más de una comida debido a que Jacob frecuentaba muy poco su carpa. Cuántas noches sin dormir esperando la visita nocturna de un hombre que elegía los brazos de otra mujer. Cuántas lágrimas derramadas llorando su miseria. Sin embargo nunca dio lugar al resentimiento. Su mayor virtud fue no dejarse vencer por las circunstancias adversas. No dejó que la amargura la conquistara. Lea sabía que, si confiaba en Dios, nunca estaría sola.
Lea sufría por no sentirse amada. Era víctima de un matrimonio infeliz y sin tener culpa alguna. Su silencio gritaba muy fuerte. Para colmo de males, no contaba con un hombro amigo en quien llorar sus miserias. Con su padre no podía contar. El astuto, ladino y tramposo Labán la consideraba una carga de la que se deshizo, casándola con Jacob por medio del engaño. En Raquel, su hermana menor, menos aún. Ella era egoísta, caprichosa, interesada solo en sí misma y, por supuesto, en las cosas materiales. Parece que jamás conoció el verdadero amor. Observa que nunca se menciona en la Biblia que Raquel haya amado a Jacob. Raquel era una mujer interesada en los bienes materiales y en la herencia de su padre. Lo sabemos porque lo único que se llevó de su casa paterna fueron los ídolos de la familia; es decir, el título de propiedad de los bienes de su padre. Se los robó probablemente para reclamar en el futuro la herencia familiar. No sería nada extraño que Raquel haya participado gustosamente del engaño a Jacob. Posiblemente Labán la haya convencido para que aceptara casarse después de Lea, a cambio de alguna ventaja económica. Eso explicaría su interés en los ídolos de su padre.
Lea fue subestimada, rechazada y despreciada por su familia y aun por su propio esposo. Era una extranjera en su propia casa. Un estorbo. Algo sin valor. La Biblia dice que tenía “ojos apagados”, Génesis 29:17 (BAD). Quizás eso signifique que tenía baja autoestima. Lea no poseía la juventud de Raquel ni tampoco su belleza. Nadie la admiraba. Frente a tanto menosprecio Lea tenía dos opciones: abrazar la ofensa y convertirse en una mujer amargada o, ignorar las provocaciones y confiar su causa en las manos de Dios. Lea hizo esto último y sus heridas fueron sanadas: “Cuando el Señor vio que Jacob despreciaba a Lea, hizo que… tuviera hijos…”, Génesis 29:31 (DHH). Lea fue ignorada por todos, menos por Dios quien recompensó su fe dándoles hijos; un honor muy importante para una esposa en aquellos tiempos. Lea esperó en Dios y no fue defraudada. Y nosotros, ¿qué hacemos cuando nos lastiman o desprecian? ¿Cómo reaccionamos cuando no somos queridos ni aceptados? ¿Nos deprimimos? ¿Nos quejamos? ¿Culpamos a Dios? La Biblia dice: “Pongan todas sus preocupaciones… en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes”, 1ª Pedro 5:7 (NTV).
Lea cometió un error que sigue siendo muy común hoy en día. Buscó realización y felicidad por medio del matrimonio. Pensó que dándole hijos a su esposo éste la amaría. Y lo sabemos por el significado de los nombres que les puso a sus hijos. Al primogénito lo llamó Rubén diciendo “ahora mi esposo me amará”, Génesis 29:32 (NTV). ¿La amó Jacob? No. Entonces al otro hijo lo llamó Leví: “ahora sí me amará mi esposo”, Génesis 29:34 (NVI). Muchas mujeres tienen el sueño de encontrar un hombre que las haga felices. Pero la verdad es que el matrimonio no tiene ese poder. El casamiento no hace felices a las personas. Para que el matrimonio sea feliz los integrantes ya tienen que serlo antes de casarse. Deben sentirse realizados, completos y felices en Dios. Un sinnúmero de personas carenciadas emocional y espiritualmente se casan con la idea de que el matrimonio suplirá esa necesidad. Están llenas de incertidumbres, carentes de propósito e inseguras acerca de su propia valía. Esperan que el matrimonio supla todas esas falencias. No avances en una relación con la intención de casarte si el tanque emocional de tu alma está vacío. Primero llénate de Dios. Encuentra el verdadero propósito y la verdadera felicidad; luego cásate. De lo contrario, el casamiento será un fracaso total. No esperes de tu pareja lo que solo Dios puede darte.
Lea finalmente aprendió la lección de que el matrimonio no trae realización. Cuando nació Judá, su cuarto hijo, ella expresó: “¡Ahora alabaré al SEÑOR!”, Génesis 29:35 (NTV). Con el nombre de Judá Lea honró a Dios. Ahora Dios estaba por encima de todo. Lea se sentía feliz, realizada y completa, aunque todavía no tenía el amor de su esposo. El sufrimiento se terminó cuando comprendió que había sido escogida por Dios para una misión significativa: un día Dios rescataría al mundo a través de su familia, de su descendencia. Cuando ella entendió la importancia del propósito de Dios ya no le importó ser menospreciada, pues se sentía amada y elegida por Dios. Ahora bien, advierte una curiosidad. Lea glorificó a Dios declarando alabanza cuando nació Judá y esa declaración se convirtió en una bendición profética, ya que Jacob dijo: “Tú, Judá, serás alabado por tus hermanos… Nadie le va a quitar el poder a Judá… hasta que llegue el verdadero rey y todas las naciones lo obedezcan”, Génesis 49:8-10 (NVI y PDT). Qué valor inmenso encontramos en la bendición de los nombres que les ponemos a nuestros hijos y a los proyectos que iniciamos.
Una consideración final. ¿Cuándo comenzaron a mejorar las cosas en el matrimonio de Jacob y Lea? La Biblia no lo dice específicamente, pero existen indicios escriturales. En primer lugar cuando Lea dejó de idolatrar a Jacob buscando su aprobación mediante la maternidad. El día en que ella descansó en Dios, las cosas cambiaron para bien. El otro hito importante es la conversión de Jacob el día en que luchó con el ángel. Ese día Jacob fue mudado en un hombre sujeto, sumiso y obediente a Dios. Y eso trajo enormes bendiciones en su vida y por ende en su matrimonio. El nuevo Jacob, un hombre espiritual y celestial ya no podía aborrecer a su primera esposa, una mujer consagrada al Señor. Su relación con Dios renovó la relación con su esposa. ¡Qué gran lección! ¡Cuánto más cerca de Dios estén sus integrantes, más bendecido será el matrimonio! El secreto de un matrimonio con futuro es la dependencia de los cónyuges de Dios. Para que la relación sea fuerte y se mantenga saludable el amor por Dios debe ser la pasión común en ambos. En pocas palabras, si quieres un matrimonio feliz deja que Dios sea lo más importante.