Ídolos de los cristianos 29/5/2022 #1198
Episode 209, May 29, 2022, 08:29 PM
Pastor José Luis Cinalli
29/5/2022
Ídolos de los cristianos
“… Apártense de los ídolos… aléjense de todo lo que pueda ocupar el lugar de Dios en el corazón”, 1ª Juan 5:21 (NVI y NTV).
Al pecar, Adán y Eva perdieron mucho más que el paraíso, ¡perdieron la presencia de Dios! Y aunque tuvieron la oportunidad de recuperarla, no quisieron. En lugar de correr hacia Dios corrieron de Dios y se escondieron. Como verás la decisión de caminar en dirección opuesta a la del Creador data desde el mismo Edén. Y, ¿por qué razón no aceptaron la amistad que Dios les ofrecía nuevamente? Porque ahora tenían un nuevo amigo. Eva comenzó una vibrante relación con un ser creado, un nuevo amiguito con el que fue conociéndose de a poco hasta que la nueva amistad desplazó lentamente la relación con Dios: “Reemplazaron al Dios de la Gloria… y rindieron culto a ídolos”, Romanos 1:23 (BLA y NTV). Un ídolo es cualquier cosa o persona que toma el lugar de Dios en nuestro corazón: “Apártense de cualquier cosa que pueda desplazar a Dios de sus corazones”, 1ª Juan 5:21 (NT-BAD). Ahora bien, solemos creer que idolatría es adoración a las imágenes. Y por supuesto que lo es, pero también es idolatría todo aquello que reemplaza nuestra relación con Dios, como le sucedió a Eva o al pueblo de Israel. Cuando los israelitas vieron el fuego de la presencia manifiesta de Dios cubriendo la montaña (Éxodo 19:18) se sintieron incómodos. No les gustaba que Dios invadiera su espacio; entonces ¿qué hicieron? construyeron un becerro de oro (Éxodo 32), ¡un ídolo que tomara el lugar de Dios!
Dios es muy riguroso con la idolatría: “No provoquen mi enojo al rendir culto a ídolos…”, Jeremías 25:6 (NTV). “No pongas tu confianza en ídolos…”, Levítico 19:4 (NTV). “… No… voy a permitir que adoren… ídolos en lugar de adorarme a mí”, Isaías 42:8 (PDT). “Yo soy el SEÑOR tu Dios... No te hagas ninguna clase de ídolo... No… les rindas culto, porque yo… soy Dios celoso, quien no tolerará que entregues tu corazón a otros dioses... No deben hacer ningún ídolo... que compita conmigo”, Éxodo 20:2-5, 23 (NTV). Lo que amamos o admiramos más que a Dios se transforma en un ídolo. El vehículo, la profesión, el deporte, la pareja, un hijo, el púlpito, el dinero o un actor admirado con exaltación pueden convertirse en un dios para nosotros. Con el deseo de obtener reconocimiento laboral o profesional muchos creyentes están reemplazando su relación con Dios. La amistad con Dios se deteriora buscando identidad, seguridad y significado por medio de logros académicos. Nadie comienza con la intención de adorar esas cosas, pero con el paso del tiempo toman el lugar de Dios en los corazones. El ejemplo bíblico más claro es Demas. Comenzó bien su carrera cristiana. Pero con el tiempo perdió la fe y abandonó el ministerio: “Demas me ha abandonado y se ha ido… pues ama demasiado las cosas de este mundo…”, 2ª Timoteo 4:10 (TLA). Es interesante ver su involución espiritual. La primera vez que Pablo lo menciona dice que era su colaborador: “También los saludan… Demas y Lucas, mis colaboradores”, Filemón 1:24 (NTV). En la segunda referencia ya no dice que fuera su colaborador: “Les manda saludos Lucas… y también Demas”, Colosenses 4:14 (NTV). Demas el colaborador; luego, simplemente Demas y finalmente Demas el desertor, que se apartó porque amaba este mundo, 2ª Timoteo 4:10. Aquí tenemos el ejemplo de una vida en constante degradación espiritual. Poco a poco, el colaborador llegó a ser el desertor. Imagínalo. Ministrando con el gran apóstol Pablo. ¡Qué honor! Sin embargo, el amor por las cosas pasajeras y temporales de esta vida terminó desplazando a Dios de su corazón y nunca más se escuchó de él. Juan dijo: “No amen este mundo ni las cosas que les ofrece porque, cuando aman al mundo, no tienen el amor del Padre…”, 1ª Juan 2:15 (NTV). ¿Somos nosotros mejores que Demas? ¿Podemos asegurar que no nos pasará lo mismo que a él? Por supuesto que no. Si nuestro deleite no es Cristo, cualquier cosa que este mundo nos ofrezca tomará nuestro corazón.
Ahora bien, si una actividad religiosa llena el vacío causado por la ausencia de Dios es un ídolo. Si una experiencia religiosa no es capaz de conducirnos a un encuentro con Dios es una gran estafa. ¡Es idolatría! Veamos algunos de esos ídolos religiosos que solemos adorar los creyentes:
1. La actividad religiosa. Si el trabajo para Dios toma el lugar de Dios en nuestro corazón es un ídolo. Cuidado con hacer cosas para Dios y olvidarse de Dios. La iglesia de Éfeso cayó en este pecado. Pese a ser una iglesia muy activa, Jesús le recriminó su falta de comunión: “Ya no me amas tanto como me amabas…”, Apocalipsis 2:4 (TLA). Lo que hacemos para Dios no debe apagar el deseo por su presencia. Las actividades religiosas no son Dios. Los programas eclesiásticos no pueden sustituir los encuentros con Dios. Jesús dijo: “… Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de mí”, Marcos 7:6 (NTV). El servicio y el culto no pueden ser más importantes que la intimidad. David podía vivir sin la bendición de Dios, pero no podía vivir sin SU PRESENCIA: “Señor, busco conversar contigo y aquí estoy para adorarte con todo mi corazón. No te alejes de mí, no ignores a tu servidor. Dios mío... ¡No me dejes solo, no me abandones!”, Salmo 27:8-9 (PDT). Entonces, si tu trabajo para Dios está reemplazando tu relación con Dios has caído en la idolatría.
2. El estudio bíblico. Leer y estudiar la Biblia son disciplinas útiles siempre que nos inspiren a fortalecer nuestra relación con Dios. El conocimiento acerca de Dios no debe reemplazar el conocimiento de Dios. Orar y capacitarse no pueden ser fines en sí mismos. Es muy común ver creyentes que se han vuelto orgullosos desde que están estudiando las Escrituras y mucho más si han logrado un título. Se creen espiritualmente superiores y con el derecho de cuestionar todo lo que los demás hacen. Caen en el pecado del orgullo, igual que los fariseos en la época de Jesús: “Ustedes estudian las Escrituras a fondo porque piensan que ellas les dan vida eterna. ¡Pero las Escrituras me señalan a mí! Sin embargo, ustedes se niegan a venir a mí para recibir esa vida”, Juan 5:39-40 (NTV). Jesús no le restó importancia al estudio de las Escrituras, sino que estableció claramente que debe ser un medio para un fin superior: ¡encontrarse y conocer a Cristo!
3. El compañerismo cristiano. Nos gusta estar con otros creyentes. Somos adictos al compañerismo cristiano. No queremos estar solos ni siquiera con Dios. Pero cuidado porque si los encuentros entre creyentes reemplazan los encuentros con Dios se convierten en idolatría.
4. Moralidad y ética. Muchas personas llevan una vida moral impecable y se sienten orgullosos por eso. Orgullosos de su virginidad, de su fidelidad en el matrimonio y de su integridad en las finanzas. Por fuera parecen impecables, pero por dentro están sucios: “… ¡Hipócritas!... Se cuidan de limpiar la parte exterior de la taza y del plato pero ustedes están sucios por dentro, llenos de avaricia… Son como tumbas blanqueadas: hermosas por fuera, pero llenas de… toda clase de impurezas por dentro… parecen personas rectas pero, por dentro, el corazón está lleno de hipocresía y desenfreno”; Mateo 23:25-28 (NTV). Ser moralmente correcto está bien, pero se convierte en un ídolo si usamos nuestra moralidad para escondernos de Dios. Incluso cuidado con enamorarnos de nuestra reputación cristiana. Jesús dijo: “Y cuando ores, no lo hagas como lo hacen los hipócritas, que se creen más piadosos que nadie porque oran en las esquinas y en la iglesia donde todo el mundo los ve. Te aseguro que, aparte de eso, no tendrán más recompensa”, Mateo 6:5 (NT-BAD). No es correcto sentirnos especiales, mejores y más espirituales cuando desplegamos todo nuestro arsenal de dones, talentos y capacidades. El ministerio o el púlpito no es nuestra seguridad, ¡solo Cristo lo es!
Pongamos las cosas en claro. Leer la Biblia y estudiarla, practicar el compañerismo cristiano y llevar una vida moral correcta son aspectos buenos. No se trata de deshacerse de esas cosas sino de los ídolos. Porque el llamamiento supremo no es esconderse detrás de esas cosas buenas, sino encontrar a Cristo a través de ellas. Qué cosa curiosa. Las disciplinas espirituales tienen el propósito de acercarnos a Dios, pero lamentablemente también tienen el potencial de alejarnos de Él. Orar, ayunar, leer y estudiar las Escrituras no deben sustituir la comunión con Dios. No pueden ser fines en sí mismas, sino medios para encontrarnos con Él. Recuerda que el tesoro más importante que tienes es tu relación con Dios. ¡No la descuides por nada del mundo, ni siquiera por el servicio a Dios!