Hambre por encontrar a Dios 12/6/2022 #1200
Episode 211, Jun 12, 2022, 08:40 PM
Pastor José Luis Cinalli
12/6/2022
Hambre por encontrar a Dios
“Cuando Dios vio que… todo ser humano llevaba una vida corrupta, le dijo a Noé: “He decidido acabar con todos los seres vivientes… Pronto… destruiré… al mundo entero”, Génesis 6:12-13 (PDT).
Si hiciéramos una encuesta preguntando acerca de la naturaleza humana, la mayoría diría que las personas son básicamente buenas con un poco de maldad o malas con algo de bondad pero nadie, absolutamente nadie, diría que el ser humano es completamente malo. Sin embargo, así lo afirma Dios. Cuando el hombre fue creado era bueno, totalmente bueno. Pero pronto el pecado arruinaría su naturaleza: “El SEÑOR vio la magnitud de la maldad humana… y que todo lo que la gente pensaba… era siempre y totalmente malo”, Génesis 6:5 (NTV). “… Todo hombre y mujer solo están pensando en hacer lo malo desde su niñez…”, Génesis 8:21 (TLA). “… Todo el mundo es culpable delante de Dios”, Romanos 3:19 (NTV). “… No hay quien no haya pecado. ¡Ni uno solo!... No hay nadie que haga el bien. ¡Ni uno solo!”, Romanos 3:10-12 (PDT). “… Todos pecaron y están privados de la presencia de Dios”, Romanos 3:23 (NBE). “No hay una sola persona en la tierra que… nunca peque”, Eclesiastés 7:20 (NTV). “¡Todos corren por el camino del pecado…! nadie se arrepiente de su maldad, nadie reconoce el mal que ha hecho…”, Jeremías 8:6 (NTV y NVI). “Desde el cielo el SEÑOR contempla a los mortales, para ver si hay alguien que… busque a Dios. Pero no hay uno solo...”, Salmo 14:2-3 (NVI y TLA). “… Todos están perdidos, corrompidos sin excepción, no hay quien haga el bien, ni uno solo”, Salmo 53:3 (BLPH). Desde la perspectiva de Dios el ser humano se ha corrompido íntegramente, ¡enteramente degradado! Cuidado con una visión superficial de la depravación humana. Dios dijo que somos malos, ¡muy malos por naturaleza! Efesios 2 afirma que el ser humano está muerto espiritualmente, por lo tanto no podemos oír la voz de Dios, ni ver su rostro. No podemos conocerlo sin su ayuda. No podemos si Él no se auto-revela y pone en nosotros el deseo por buscarlo. El hambre por conocer a Dios siempre viene de Dios mismo.
Todo avivamiento, ya sea en una persona, familia, iglesia o nación comienza con el hambre por Dios. Y esto precede al encuentro. Sin hambre no buscamos a Dios y, sin ese encuentro profundo con la manifiesta presencia de Dios, no ocurre nada significativo. El hambre espiritual y la salud espiritual van de la mano. No tienes uno sin el otro. No está en nosotros el buscar a Dios. Como dijo Fred Hartley: “Nadie es un adorador por naturaleza. Entonces, cada vez que notamos un deseo en lo más profundo de nuestro ser de buscar a Dios en oración y adoración, esto representa una garantía segura de que Dios tiene algo preparado. Él está poniendo en movimiento un encuentro con Su presencia”. Si el Señor despierta hambre en ti por buscarlo, acércate confiadamente. Ten por seguro que no serás estafado: “El que espera en ti no queda defraudado…”, Salmo 25:3 (NBJ). “Si me buscan de todo corazón, podrán encontrarme”, Jeremías 29:13 (NTV); Santiago 4:8. ¿Lo ves? Necesitamos resucitar en nuestro ataúd para que podamos vivir de nuevo: “Despiértate tú que duermes, levántate de los muertos, y Cristo te dará luz”, Efesios 5:14 (NTV). Necesitamos a Dios reavivándonos.
Cuando aparece en ti el hambre por Dios, debes alimentarlo mediante las disciplinas espirituales. ¡Y el encuentro con Dios estará próximo! La Biblia está repleta de ejemplos de personas que tuvieron hambre y experimentaron a Dios. Jacob dijo: “No te dejaré si no me bendices”, Génesis 32:26. Moisés exclamó: “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí”, Éxodo 33:15. El apóstol Pablo dijo: “… Por amor a él, he desechado todo… y lo considero basura a fin de ganar a Cristo y llegar a ser uno con él… Quiero conocer a Cristo y experimentar el gran poder que lo levantó de los muertos…”, Filipenses 3:8-10 (NTV). David dijo: “Como un ciervo busca agua fresca cuando tiene sed, así me desespero yo buscándote”, Salmo 42:1 (PDT). “Una sola cosa le pido al SEÑOR, y es lo único que persigo: habitar en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del SEÑOR...”, Salmo 27:4 (NVI). Una sola cosa pide y una sola cosa persigue. ¡Guau...! Con razón Israel vivió la época más esplendorosa de todos los tiempos bajo su reinado. ¿Podríamos nosotros decir lo mismo que David? ¡Deberíamos!, si es que queremos la manifiesta presencia de Dios como Él la tuvo. Cuando se trata de conocer a Cristo y encontrarse con su presencia manifiesta no escatimes esfuerzo. El mundo nunca será cambiado por personas que se divierten. No te conformes con una relación superficial. Cristo está llamando a todos. Incumplir es un insulto a Dios. Jesús no fue destrozado en la cruz ni resucitó de entre los muertos para que llevemos vidas espiritualmente livianitas. Basta de una adoración desenfocada o vidas vividas a medias. Desaloja tu corazón de toda tibieza espiritual. Limpia tu vestuario espiritual de pasatiempos religiosos y afírmate en Cristo.1
Hay una sola respuesta tanto para una iglesia tibia como para un creyente tibio: ¡Dios en fuego! La Biblia dice que “nuestro Dios es fuego consumidor”, Hebreos 12:29. Un fuego que consume puede ser negativo como positivo. El fuego destruye o purifica. Veamos algunos ejemplos del fuego destructor de Dios en forma de castigo: “El SEÑOR viene con fuego… Él traerá castigo con la furia de su ira y con el ardiente fuego de su dura reprensión”, Isaías 66:15 (NTV). “De su presencia sale fuego que consume a sus enemigos”, Salmo 97:3 (TLA); Deuteronomio 32:22. “Si decidimos seguir pecando, sólo nos queda esperar el juicio terrible, un fuego ardiente que destruirá a los enemigos de Dios”, Hebreos 10:27 (PDT). Nadab y Abiú fueron castigados por el fuego de Dios: “Dios envió fuego… y les quitó la vida”, Levítico 10:2 (TLA). Después que los rebeldes Coré, Datán y Abiram cayeron literalmente vivos al infierno (Números 16:32-33) “Dios envió un fuego y los doscientos cincuenta” que los habían seguido en la rebeldía “murieron quemados”, Números 16:35 (TLA). En otro lugar de la Biblia dice: “Un día los israelitas comenzaron a quejarse de los problemas por los que estaban pasando. El Señor los escuchó y se enojó tanto que envió un fuego que incendió los alrededores del campamento”, Números 11:1 (PDT). El fuego que cayó del cielo y mató a los cincuentas mensajeros del rey Ocozías era fuego de destrucción, 2º Reyes 1:12. Los que no quieran aceptar la invitación a estar a cuentas con Dios serán devorados por el fuego: “El Señor Jesús vendrá del cielo con fuego ardiente para castigar a todos los que no reconocen a Dios ni aceptan las buenas noticias de nuestro Señor Jesucristo”, 2ª Tesalonicenses 1:8 (PDT). En todos estos casos el fuego es destructivo. Pero el bautismo de fuego del Espíritu Santo trae unción y poder. Juan el bautista dijo: “Yo bautizo con agua… pero pronto viene alguien que es superior a mí… Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”, Mateo 3:11 (NTV). Ese fuego es positivo porque es un fuego refinador que trae dos grandes bendiciones: pasión y pureza. Exactamente lo que la iglesia de hoy necesita desesperadamente.2 El fuego representa la presencia de Dios (Éxodo 3:2 y 13:22) y la acción purificadora: “Él es como el fuego que se usa para purificar…”, Malaquías 3:2 (PDT). ¿Lo ves? Unos serán consumidos por el fuego; mientras que otros serán purificados por él. Lo que queremos es arder, pero no con un fuego que mata sino con un fuego que limpia, purifica y nos capacita para ser efectivos en el ministerio. ¡Que seamos encendidos por el fuego de Dios para encender este mundo en crisis! ¡Que seamos candeleros ardientes llevando el fuego de la manifiesta presencia de Dios!
Aspiramos a que la preciosa Presencia de Dios funcione como el fuego del refinador, quemando en nuestra vida todo lo que obstaculiza su gloria. Que su presencia manifiesta sirva como encendedor, incendiando todas nuestras pasiones por Cristo y su reino e inflamando nuestra alma con el fuego de Dios para la salvación de un mundo perdido y moribundo. Que nuestro mayor deseo sea guiar constantemente a las personas a un nuevo encuentro con Cristo. Que nuestra pasión por conocer a Cristo crezca constantemente. Quitemos las telarañas de nuestra vida de oración.
Necesitamos más que nunca un encuentro con la manifiesta presencia de Dios. Es cierto que la iglesia es la esperanza del mundo, pero la manifiesta presencia de Cristo es la esperanza de la iglesia. Sin Dios la iglesia es un club de adoradores muertos. Agonicemos por un encuentro con Dios. El resto es secundario.
2. Hartley, F. Dios en fuego. Correos. EEUU. 2012.