Qué hacer si Dios tarda demasiado 31/7/2022 #1207
Episode 218, Aug 01, 2022, 12:19 PM
Pastor José Luis Cinalli
31/7/2022
Qué hacer si Dios tarda demasiado
31/7/2022
Qué hacer si Dios tarda demasiado
“En Antioquía, en la Iglesia… un día… el Espíritu Santo les dijo: “Sepárenme a Bernabé y a Saulo y envíenlos a realizar la misión para la que los he llamado. Ayunaron e hicieron oraciones, les impusieron las manos y los enviaron”, Hechos 13:1-3 (BLA).
El Espíritu Santo le ordena a la iglesia de Antioquía que envíe a Saulo (Pablo) a cumplir la misión a la que había sido llamado. ¿A qué misión se refiere? A predicar el evangelio entre los gentiles: “... Él es mi instrumento elegido para llevar mi mensaje a los gentiles…”, Hechos 9:15 (NTV). ¿Y cuándo recibió Pablo el llamado a ser misionero? El día de su conversión. Camino a Damasco, Jesús le dijo: “…. Me aparecí ante ti para designarte como mi siervo y testigo. Deberás contarle al mundo lo que has visto y lo que te mostraré en el futuro… Sí, te envío a los gentiles”, Hechos 26:16-17 (NTV). Pablo fue llamado a ser misionero 14 años antes de que emprendiera su primer viaje misionero, Hechos 13. La vida cristiana no consiste en hacer cosas para Dios sino, ¡en hacer lo que Dios nos pide, en el tiempo en que Él lo quiere! La espera paciente es la clave para no echar a perder los planes de Dios. Por no saber esperar muchos creyentes pierden preciosas bendiciones. ¡La impaciencia tiene el potencial de malograr los propósitos de Dios para nuestras vidas, familias y ministerios!
Dios promete cosas buenas, pero no nos dice cuándo las recibiremos. Se ha dicho que Dios nunca llega tarde, pero a menudo tampoco temprano. Dios es paciente, ¡nosotros no! Y esa impaciencia por obtener rápidamente lo que se nos ha prometido es el origen de muchos dolores de cabeza. En el mejor de los casos retrasa los propósitos de Dios y, en el peor, los aplaza definitivamente como le sucedió a Saúl que fue descalificado del ministerio para siempre. Pocas personas estuvieron en mejores condiciones que él. Elegido, capacitado e investido del poder de lo alto tenía todo para convertirse en un gran rey. Sin embargo, fracasó por querer adelantar la hora del éxito. La Biblia dice: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere… tiene su hora”, Eclesiastés 3:1. Y, ¿por qué razón el Señor se demora tanto en cumplir sus promesas? ¿Por qué esperar antes de emprender el ministerio al que hemos sido llamados? Porque todavía no estamos preparados. Sería como darle el volante de un automóvil a un niño. La Biblia dice que el hijo es dueño de todas las riquezas del padre, pero no puede disponer de ellas hasta que sea un adulto responsable, Gálatas 4:1. Por otro lado, la paciencia nos ayuda a ensanchar nuestra fe: “… La paciencia debe alcanzar la meta de hacerlos completamente maduros…”, Santiago 1:4 (PDT). “… La paciencia crece mejor cuando el camino es escabroso... ¡No huyan de los problemas! Porque cuando la paciencia alcanza su máximo desarrollo, uno queda firme de carácter… capaz de afrontar cualquier circunstancia”, Santiago 1:3-4 (NT-BAD). Aprendamos la lección: ¡adelantar la hora establecida por Dios tiene un costo y siempre es elevado!
Dios es un misterio. Él no hace las cosas en nuestro horario. Sin embargo, su Palabra promete que no llegará tarde, ni un solo instante. Lo que Dios ha prometido se cumplirá en el tiempo señalado. El propósito que Dios tiene con tu vida marcha hacia su cumplimiento y no dejará de cumplirse. Aunque parezca tardar espérala porque “se cumplirá… espera con paciencia, porque sin… dudas sucederá…”, Habacuc 2:3 (NTV). La clave es desarrollar la paciencia y esperar el tiempo de Dios para cada cosa: “Ustedes… deben esperar con paciencia…”, Santiago 5:8 (PDT). Pablo dijo: “… Ánimo mientras esperamos con paciencia hasta que se cumplan las promesas de Dios”, Romanos 15:4 (NTV). “Perseverar con paciencia es lo que necesitan ahora… entonces recibirán todo lo que él ha prometido”, Hebreos 10:36 (NTV). Insistimos en este punto. El tiempo de la espera prueba nuestra confianza en Dios. Intentar hacer lo que Dios nos pidió antes de tiempo es señal de incredulidad. Moisés es nuestro mejor ejemplo. Por no discernir el tiempo de Dios para el cumplimiento de su llamado postergó su misión 40 años. Dios lo llevó al desierto y no lo sacó de allí hasta que aprobó la materia de la paciencia. El ‘gran’ Moisés fue relegado en su misión; en cambio, la impaciencia de Saúl le costó el ministerio. Uno nunca sabe cuánto nos costará hacer las cosas fuera del tiempo señalado por Dios. Lo que sí sabemos es que nunca será barato.
Todos, absolutamente todos los hombres y mujeres de Dios fueron probados en la paciencia. Con frecuencia contamos con un llamado y una promesa, pero no sabemos cuánto tiempo debemos esperar por su cumplimiento. El ungido David tuvo que esperar más de una década para asumir el trono de Israel. José esperó más de 17 años para ver cumplido su sueño y, Juan el Bautista, más de 30. Es más, los mismos discípulos del Señor fueron probados en la paciencia. Jesús les dijo que vayan por todo el mundo a predicar el evangelio, pero primero les ordenó esperar en Jerusalén. De los 500 invitados a recibir la llenura del Espíritu Santo solo 120, es decir, los que esperaron pacientemente en el aposento alto, lo recibieron. Cuando Dios nos visitó, lo primero que nos pidió fue que nos quedarámos quietos y esperáramos en el lugar secreto: “Quédate quieto en la presencia del SEÑOR, y espera con paciencia a que él actúe”, Salmo 37:7 (NTV). “En descanso y en reposo serán salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza…”, Isaías 30:15 (NVP). Todos somos llamados a ejercitarnos en la disciplina espiritual de la espera paciente. David dijo: “Espero en silencio delante de Dios, porque de él proviene mi victoria”, Salmo 62:1 (NTV). No hay duda de que en el confuso laberinto de la vida, ¡el silencio es el pasaje secreto a la verdadera intimidad con Dios!
Muchos personajes bíblicos fracasaron por no esperar el tiempo de Dios. El padre de la fe fue uno de ellos. Cuántos dolores de cabeza le produjo intentar ‘ayudarle’ a Dios en el cumplimiento de su promesa. Su nieto Jacob procedió de igual forma. Junto a su madre acordaron tomar la bendición antes de tiempo y por el camino de la desobediencia. ¿Cuál fue el resultado? Jacob fue infeliz el resto de su vida. Su hermano Esaú se propuso matarlo, obligándolo a huir de la casa paterna. Labán, su tío, lo engañó como él había engañado a su padre. Después de 20 años de trabajo duro abandonó la casa de su suegro, pero a riesgo de ser muerto por su irritado hermano. La conducta deshonesta y criminal de su hijo Rubén lo llenó de amargura. La traición y la crueldad de Simeón y Leví contra los habitantes de Siquem, sumado luego a la muerte de su esposa Raquel, lo devastaron interiormente. Como si fuera poco, fue engañado por sus propios hijos quienes le hicieron creer que José, el hijo de la vejez, había muerto. Finalmente, el hambre lo obligó a bajar a Egipto donde murió en tierra extranjera. ¿Y qué decir de Rebeca? También sufrió los tristes resultados de sus artilugios. Nunca más vio a su amado hijo. ¡Qué serio es este asunto! Jacob obtuvo la bendición que tanto quería, pero pagó un precio demasiado alto. La ironía está en que hubiera recibido de todos modos la bendición porque había sido prometida por Dios. Por ser impaciente cosechó muchos sufrimientos. Imagínate cuán diferente hubiera sido todo si tanto él como su madre hubieran esperado a que Dios hiciera las cosas a su manera y en su tiempo. ¡No permitas que la impaciencia malogre los mejores planes de Dios para tu vida!
Por último, ¿qué hacemos mientras esperamos que Dios cumpla sus promesas? Lo servimos con toda pasión. ¿No fue eso lo que hizo Pablo mientras esperaba el ‘ok’ de Dios para salir a las misiones? Servía humildemente y bajo la sujeción de los líderes en la iglesia de Antioquía. No podemos soslayar el hecho de que fue la iglesia, a pedido del Espíritu Santo, la que envió a Pablo a las misiones. Dios no hace nada si no es a través de la Iglesia. Jesús llamó a Pablo, pero fue la iglesia la que después de muchas oraciones y ayunos encomendó a Saulo a la obra misionera: “Así que… les impusieron las manos y los enviaron”, Hechos 13:3 (NTV). Pablo y Bernabé no salieron sin la bendición de la iglesia. ¿Podrías esperar el tiempo de Dios para tu vida y ministerio? ¿Tienes alguna promesa que Dios te ha hecho? ¿Una palabra que Dios te ha dado? Espera en Dios y espera a Dios. El tiempo de la espera es el más difícil, pero nadie perdió por esperar el tiempo de Dios. Espera y no te frustrarás. Espera y no arruinarás los planes de Dios para tu vida. No trates de adelantarle el reloj a Dios. Sus tiempos no son los nuestros, ¡los suyos son mejores! ¡Ten por seguro que jamás te arrepentirás de haber esperado el tiempo de Dios!